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Otra vez llegó tarde, casi a medianoche. Y otra vez Antoine lo esperaba en el sofá, con el televisor encendido y un sándwich entre las manos.

"Mira lo que compré, para celebrar."

"¿Qué es?"

"¡Pastel!"

"¿Pastel...? Adonai..."

"Es de caramelo, tu favorito."

"Adonai, tú no..."

"Cállate, Antoine, ya no somos solo mejores amigos, déjame hacer esto por ti."

"Es muy noche para comer pastel, Adonai."

"¿Qué importa? Acá no hay nadie para juzgarte, querido, puedes comer pastel a la hora que se te antoje."

Antoine guardó silencio mientras veía a Adonai servir dos trozos de pastel en dos platos.

"Es verdad."

Adonai sonrió triunfante. Colocó los platos en la mesa de centro y se sentó al lado de Antoine, este lo vio con cierta desaprobación, enarcando una ceja, el otro no borró su sonrisa.

Comieron el primer trozo en silencio, observando la pantalla delante de ellos. Los ojos de Antoine observaron de reojo a Adonai, quien se veía bastante entretenido con las caricaturas. Lucía diferente al que vio en la mañana, tenía todas sus perforaciones puestas, el cabello revuelto como siempre, y sus grandes ojos marrones parecían hipnotizados con la pantalla. Era el Adonai inmaduro, narcisista y hereje al que conocía, ese era su Adonai.

"Hey, Adonai."

"¿Qué pasa, Antoine?"

Dejó el plato en la mesa antes de girarse a él. Sus ojos se encontraron por cortos segundos.

Entonces el más bajo se acercó para juntar sus rostros, rozar sus narices, y finalmente encontrar sus labios.

Una vez más, se besaron. Con cierto arrebato Antoine colocó su cuerpo sobre el de Adonai, sujetándole el rostro con las manos, hundiendo sus dedos en aquel espeso cabello negro. A Adonai le tomó unos momentos reaccionar adecuadamente, pero cuando por fin lo hizo pasó sus manos por los hombros del otro, encontrando sus dedos en la nuca. Torpemente se acomodó en el sofá, acostándose. Antoine le sujetó las piernas para colocarse apropiadamente entre estas.

Al separar sus rostros sus mejillas se pintaron de intenso rostro.

Oh.

Se estaba dando cuenta de algo esencial: no tenía idea de qué hacer. 

Él no veía porno, lo que sabía de sexo era por experiencia. ¡Experiencia con chicas! Y de dos, nada más.

"Hey..."

"No tienes idea de cómo hacer esto, ¿verdad, Antoine?"

"Ni la más mínima, Adonai."

Filosofía De Vida Para Noches de InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora