Capítulo III: Un susto de muerte

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            ― No te preocupes, la acompañaré personalmente al coche y estaré pendiente en los próximos días de cualquier cosa extraña. Si algún tipo con esta descripción aparece por el hospital, no saldrá sin que comprobemos su identidad y antecedentes.

Vanessa no parecía muy segura de las palabras de Toni, el hombre de seguridad del hospital. Astrid pudo verlo en la expresión preocupada de su amiga. Ella también lo estaba, pero no había mucho más que pudieran hacer en esos momentos. Aún así, con avisar a los de seguridad para que estuvieran pendientes, Vanessa no había tenido suficiente. Por lo que le había pedido a Toni si podía acompañar a Astrid hasta el coche cuando terminara su turno.

A Astrid no le sorprendió que el hombre accediera tan deprisa. Desde hacía meses que intentaba conseguir una cita con su amiga y compañera de piso y trabajo. De seguro pensaba que lograría progresar si se mostraba servicial. Por otro lado, tener la certeza de que cumpliría con su palabra y no la dejaría sola al salir del trabajo, la alivió muchísimo.

― No sé... No me quedo tranquila dejándote después de saber que alguien está buscándote. Sobre todo, si hay un muerto de por medio ―dijo Vanessa con visible preocupación. Astrid sonrió.

― Preocuparse ahora no va a servir de nada. Necesitamos terminar con la autopsia de nuestro hombre sin nombre. Quizás, nos diga algo saber la razón de su muerte. Y tal vez estamos exagerando las cosas y no tenga nada que ver con quién parece estar buscándome.

Vanessa entornó los ojos, no creyendo una sola palabra.

― Claro. ¿Por qué razón se hizo pasar por el hombre sin nombre, entonces? ―alegó sarcástica refiriéndose al cadáver con el mismo nombre que Astrid había empleado.

Tenía que admitir que era sospechoso, y escalofriante también. No, ni mucho menos estaba tranquila, aunque intentara aparentar lo contrario. Pero si no le quitaba hierro al asunto, Vanessa no se marcharía a casa nunca. No es que quisiera quedarse sola, pero su compañera llevaba muchas horas ya en el hospital. Necesitaba descansar más de lo que ella necesitaba protección.

― No tardaré. Examinaré el cuerpo, apuntaré todo lo necesario y me marcharé a casa. Te necesito mañana fresca y descansada para poder comenzar con la autopsia. Y Toni me acompañará hasta el coche, así que no hay peligro ―aseguró mirando al hombre.

Él sonrió, asintiendo hacia Vanessa. Ella, no muy segura todavía, cedió.

― De acuerdo, pero dime algo en cuanto llegues a casa. No me importa que me despiertes, prefiero que lo hagas, ¿vale? ―Astrid asintió con firmeza. Vanessa se volvió entonces hacia Toni―. Muchas gracias, Toni. De verdad.

― No hay porque darlas ―aseguró con confianza―. Es mi trabajo.

Vanessa esbozó una tierna sonrisa que consiguió sonrojar al hombre. Astrid contuvo las ganas de reír al ver lo extraño que resultaba que un hombre tan grande y fuerte como Toni pudiera componer una expresión tan vulnerable.

Vanessa salió junto a Toni del hospital, que la acompañó hacia el coche. Alegó que podía ser peligroso también para ella, ya que el sospechoso conocía también su aspecto. Astrid agradeció el detalle, pues que la buscaran a ella no significaba que Vanessa estuviera a salvo.

Con el hospital mucho más tranquilo a esas horas de la noche, Astrid volvió a dirigirse a la planta baja. Saludó a Julia, la mujer de la limpieza que llevaba un montón de sabanas blancas a la lavandería. Cogió el teléfono móvil para revisarlo antes de entrar en la morgue. Al tratarse de un lugar cerrado y aislado para conservar el frío, no siempre podía disponer de buena cobertura.

Aión Brechas en el tiempo (Parte 3 Hera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora