Capítulo V: Artimaña

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Astrid había enviado un mensaje a Vanessa sobre las tres de la madrugada. No recibió la contestación hasta las siete, lo que confirmó que había podido descansar sin que lo sucedido la perturbara más de lo debido.

Después de hablar con Tatiana y Hermes, ambos decidieron que era mejor que se quedara allí para terminar de aclarar algunas cosas. Más bien, Tatiana lo decidió, Hermes parecía más reacio a ello. Quizás sus planes nocturnos tenían algo que ver. Pero por suerte, parte de su sentido de la responsabilidad, que según Tatiana tenía demasiado desarrollado, había hecho aparición. Hermes había convocado a Zeus, el cual acudió junto a su mujer en el comedor donde seguían sentados.

Zoe estaba deslumbrante. Y su embarazo empezaba a notársele. No sabía si lo que le sentaba bien era la maternidad o la inmortalidad, quizás un poco de ambas. A Astrid todavía le costaba trabajo asumir que la hermana de su mejor amiga era una diosa. Y no una cualquiera, era la esposa de Zeus, ni más ni menos.

Zeus se había llevado a Hermes con él poco después. Habían decidido ambos ir a hacer una pequeña visita a las Moiras, ya que Hermes se negó a ir al reino de Kayros. No era para menos. El dios del tiempo no había tenido ningún reparo en admitir que no era su dios favorito. Si es que tenía alguno.

― ¿Crees que las Moiras ayudarán en algo? ―había preguntado Tatiana a su hermana en cuanto Zeus y Hermes desaparecieron del apartamento.

― Digamos que les harán un spoiler encriptado ―argumentó Zoe, seguramente recordando la última vez que acudió a las tres diosas del destino.

Astrid sabía la historia un poco por encima, pero comprendió por qué decía aquello. La vez que Zoe acudió a las Moiras junto a Zeus y Hermes, las pequeñas pronunciaron palabras estilo oráculo total, que solo comprendieron cuando terminó la guerra. Fue frustrante.

― No entiendo por qué lo ha sugerido Zeus ―comentó Astrid.

― Era una excusa ―Las palabras convencidas de Zoe llamaron la atención de su hermana. Al ver su expresión, decidió explicarse―. Conozco a mi marido, y cualquier cosa que pueda perturbarme, querrá ahorrármela. Sobre todo, cuando estoy embarazada. Y al parecer, todas las cosas emocionantes que pasan, siempre me pillan en estado. ¡Es muy injusto! ―se quejó, a lo que Tatiana sonrió con cierta maldad.

― Aunque no estuvieras embarazada, Zeus intentaría mantenerte al margen. Y lo sabes ―Zoe le dirigió una mirada ceñuda―. Y tú haces lo mismo conmigo, así que no te quejes. Por no hablar de que los primeros meses le ocultaste a Zeus tus búsquedas secretas de mi paradero.

Zoe sonrió.

― Culpable.

Durante las horas siguientes, estuvieron hablando sobre las opciones que tenían. Tatiana no quería que Astrid se viera involucrada en esa situación. Ella era inocente. No había razones para que se encontrara en medio de todo ese asunto de dioses. Pero al parecer, no había muchas opciones.

― He hecho un trato ―dijo Astrid horas después de evaluar detenidamente todas las opciones.

Zoe se había marchado en cuanto Zeus regresó sin buenas noticias, como todos ya suponían. Hermes se había quedado un par de horas más para investigar en Delfos, con ayuda de Apolo. El poder que Aión poseía era complicado de explicar. No existían muchos seres que pudieran manejarlo. Para Hermes fue una sorpresa que Ares pudiera, y cuando este intento explicárselo, apenas consiguió hacerse una idea de lo que era en realidad. De hecho, antes de que Ares pudiera lograr Aión por su cuenta, jamás habría creído que nadie más que Kayros pudiera conseguirlo. Zeus aseguró que si había alguien que supiera la razón por la que Astrid podía ver las brechas temporales, lo encontrarían. Aunque Tatiana compuso una mueca que decía claramente que lo dudaba mucho. Así que, después de recibir el mensaje de Vanessa, Astrid ya se había quedado a solas con Tatiana. Segura de que no encontrarían otra solución y solo tenían una opción en esos instantes.

Aión Brechas en el tiempo (Parte 3 Hera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora