XXV. La Culpa es del Alcohol (Parte 3)

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Abrió los ojos como pudo. No sabía la hora que era, mucho menos dónde estaba exactamente. Lo único que sí sabía, es que tenía un increíble dolor de cabeza-la famosa resaca-y que no recordaba lo sucedido ayer. Sin embargo, un duro golpe de recuerdos y escenas poco claras azotaron su cabeza al voltear y ver a la hermosa Cavendish de orejas alargadas durmiendo junto a ella sin nada que cubriera su cuerpo a excepción del cobertor compartido. Notó que ella igual estaba desnuda. Se exaltó. De un brinco salió de la cama. Esto despertó a Diana—¿A-Akko...? ¿Qué sucede?—se rascó un párpado.
Ella igual se llevó una sorpresa al verse a ambas cómo estaban. Haciendo un poco de memoria-de lo poco que se acordó-recobró esa noche; una sonrisa se dibujó en ella.
Pero la castaña no parecía compartir ese sentimiento.
Akko se tapó el rostro de la vergüenza. No podía creer lo que hizo. Maldijo al alcohol. Y luego se maldijo a sí. Sin pensar, susurró—Soy una estúpida... ¿Cómo le pude hacer esto a...?
Lamentablemente, el desarrollado oído de la rubia de orejas alargadas consiguió escucharlo. La sonrisa de felicidad que tuvo desapareció. Sigilosa, una lagrima descendió. Alzando su cabeza, Akko lo notó, e intentó acercarse—No, Diana, no es lo que quise decir...
La otra volteó la mirada hacia el suelo; lo último que quería era ver esos bellos ojos escarlatas que nunca la mirarían como los suyos la ven a ella—Está bien, Akko. Ya sé que lo de anoche para ti no significó lo que significó para mí.
Atsuko quizo acercarse, pero la respuesta fue cortante. Diana se cubrió con las sabanas y le indicó la salida—Quiero estar sola un rato...
Despreciándose a sí misma por lo que dijo, a la castaña no le sobró más remedio que dejar la habitación.
Ya afuera, se vistió. En todo momento, se golpeaba la cabeza. Se preguntaba cómo es que podía cagarla tanto.
En el momento que estaba sacando su blusa para ponérsela, vio en su maleta una extraña piedra. La sacó, y las lagrimas la dominaron al recordar que esa hermosa piedra que poseía los colores de su amada le fue entregada por Diana para no olvidarla. ¿Ahora con qué ojos la vería? Se preguntó...

Mientras tanto, en la ventana de la casa, un pequeño murciélago común y corriente observaba. Una vez identificada la bruja castaña, se fue volando de la cueva. Abandonó la montaña para informar a su amo.

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La bruja Mandavaran revolvía los ingredientes en su enorme caldero, que fue puesto al aire libre para que las estrellas sean testigo de la maldad que se estaba creando.
Sonriente, pronunciaba antiguas maldiciones. Un paso le faltaba.
—Peludo, ¿lo tienes?—cuestionó al acompañante.
—Por pura casualidad, pero sí.
Cercana a ella, el minotauro líder de los Guerreros de Sangre, Taurox, le entregó un corto cabello naranja obtenido de su batalla en Estrados; este tejido había caído en el cuerpo del mamífero, y mantenido ahí, en el momento que luchó contra la O'Neill; exactamente cuando uno de sus ataques con el hacha había rosado el cabello de la chica.
La bruja lo tomó con extrema delicadeza. Se deleitó con él—Contempla bien esto, señor de la guerra, deléitate con lo que puedo hacer con un simple cabello.
Lo aventó en su caldero oscuro como el carbón. Al momento de caer en el líquido, se encadenó una leve explosión seguida de un gran humo naranja subiendo a los cielos nocturnos. La mujer sucumbió a sus carcajadas—Por fin, mi poción está lista.
De las sombras, se manifestó el autoproclamado rey—He escuchado un alboroto desde el campamento. Espero que me puedas decir el por qué.
—¡Oh, mi rey! Llegó en el momento adecuado. La poción ha sido completada.
—Puedo notarlo—caminó con las manos detrás de la espalda, alrededor del enorme perol lleno de bizcoso líquido anaranjado.
Saliendo de los arbustos, el vampiro se manifestó—Mi rey~ mis pequeños espías chupa sangre ya han detectado el paradero de Diana Cavendish y Atsuko Kagari—pronunció el segundo nombre con alegría.
El rey sonrió, aunque nadie pudiese verlo—Entonces ya es hora. Todos los componentes están preparados.
Llegando también al lugar, Reaven se acercó al morado—Rey Malekith, creo que está de más decirlo, pero quiero recordarle que nada le puede pasar a la bruja Chariot.
—Te di mi palabra, y así será. ¿Qué acaso no confías en la promesa de un rey?
El castaño trataba de aguantar su risa. No tenía muchos días desde que él y Malekith habían llegado a la conclusión que la guerra en Estrados había acabado con la vida del llamado calvo y la bruja pelirroja, Chariot Du Nord. No le decían a la pelinegra sobre su descubrimiento para mantenerla como aliada; aún la necesitan.

—¿Y qué es lo que harán para matar a las brujas, mi rey?—preguntó Taurox con mucha curiosidad. A él no se le informaba mucho de planes como aquellos.
Malekith le dijo—Matarlas no, ese castigo es demasiado bueno para ellas—el peludo estaba extrañado. Él mata a sus enemigos cuando se refiere a la represalia máxima, no comprendía a qué otro castigo se refiriese el rey—. Sí, destruiremos a las brujas, pero quiero que sigan vivas para ser conscientes de lo que les sucedió. Las quebraremos por dentro hasta un punto en el que ellas mismas se nieguen a sus posibilidades de ganar, de seguir teniendo esperanza, o de vivir si quiera...
—Me está diciendo que piensa desmoronar a cientos de brujas sin matarlas. ¿Es eso posible?
—Por supuesto. Acabaremos con la cabeza de la serpiente; las poseedoras del Claiomh Solais (Shiny Rod). Ellas son el cimiento del poder actual de las brujas, ¿cómo crees que terminaran las demás si sus líderes caen en la desesperación?—. Dejando sin habla al de cuernos, se dirige al resto de sus lacayos—Ya saben cuáles son sus objetivos.
El de colmillos, emocionado, rió alocado—Me aseguraré de que la espada se rompa, mi señor—hizo su reverencia, para después seguir burlándose. En su locura, imaginaba su encuentro con Akko—Mi bella reunión familiar con Atsuko Kagari será memorable, no me cabe duda...

—Yo me encargaré del escudo y los cuchillos—clamó malévola la Mandavaran refiriéndose a las O'Neill

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—Yo me encargaré del escudo y los cuchillos—clamó malévola la Mandavaran refiriéndose a las O'Neill.
—Bien. No quiero fallos...—con un chasquido, le indicó a Gildo que le abriera un portal al paradero del arco: Diana Cavendish. Antes de cruzarlo, recordó a sus lacayos lo más importante de la misión—No lo olviden, las quebraremos en mente, cuerpo y alma...



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Chan chan CHAAAAAAAAN. Pues, llegados a este punto, aquí comienza lo que yo he llamado el punto de quiebre de esta historia u.u la parte fundamental que nos encaminará al climax y, por ende, al final.
Por cierto, acaban de leer el titulo de los siguientes capítulos:
XXVI. Mente
XXVII. Cuerpo
XXVIII. Alma
Sólo diré que vayan preparando sus clorox, chab@s.

Sin más que decir. ¡Nos vemos hasta la próxima! ^^

PD: Andaba de curioso y me dispuse a contar la cantidad de palabras que he escrito en esta obra, y me lleve la super sorpresa de que llevo alrededor de 170,000... 🙃 A 20,000 de alcanzar a LoTR... Estoy impactado.

Little Witch Academia "Cruzada por el Trono Mágico"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora