8.Some day, one day.

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Margaret salió del departamento del rubio rumbo a su casa y lloró más de lo que alguna vez hubiera llorado, su alma estaba destrozada al igual que su exterior. Pasó el siguiente día lamentándose por algo que a su vez ella misma causó. No había fuerza que la levantara de la cama ni nadie que consolara el pesar de aquella joven. Mentiría al decir que es fuerte porque es algo que jamás ha sido. Cuando su madre murió le costó seguir adelante pero debía hacerlo porque el pago de manutención de su padre llegó a su fin, lo que en verdad la hizo levantarse de la cama fue el hambre que se apoderaba de su estomago cada día y el no querer estar encerrada en el mismo lugar donde ella había fallecido. Debía cerrar ciclos; así que no dudo en mudarse y vender la casa que algún vez la vio crecer y formó los recuerdos de su niñez.
Necesitaba seguir llorando pero en su cuerpo ya no había gota de agua que expulsar; solo había tristeza. Reunió las fuerzas necesarias para levantarse de su diluvio e ir directo a su pequeña cocina a consumir su alimento, no tenía la intención de salir a la alegria que todos estaban disfrutando un domingo por la tarde, tampoco quería ver alguna película donde había parejas riéndose de sus estupidas vidas felices mientras ella debatía con su tristeza, tampoco quería oír las bellas canciones de amor que los artistas cantaban o saber algo de sus amigos; sobre todos de los integrantes de Queen. Solo quería dormir y despertar de esta terrible pesadilla que la estaba quemando viva.
La noche afortunadamente no tardo en llegar y eso la reconfortó, durmió un poco más tranquila que la anterior a pesar que el dolor era aún peor. Solo sabía algo, que no iría a trabajar para ver cómo las personas veían la tristeza que habitaba en la joven.

Aquella mañana no tomó su uniforme para ir a la cafetería, no llamó al señor Goldman para decirle que no iría, solo tomó la decisión de no ir sin que nada le importara, no era muy usual en ella tomar una decisión tan repentina o de aquella magnitu...

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Aquella mañana no tomó su uniforme para ir a la cafetería, no llamó al señor Goldman para decirle que no iría, solo tomó la decisión de no ir sin que nada le importara, no era muy usual en ella tomar una decisión tan repentina o de aquella magnitud solo se vio en un escenario donde estaba haciendo lo mejor para todos, aunque para algunos ella fuera egoísta.

Se dirigió al baño para poder tomar una reconfortante ducha con agua caliente y dejó que las últimas lágrimas cayeran, se vistió tomó su desayuno y salió a la calle un lunes por la mañana, hacia bastante tiempo que no salía a esas horas sin tener la necesidad de ir a trabajar a toda prisa, se sintió plena y le elevó un poco su autoestima, fue a su supermercado favorito a escoger los alimentos que guardaría en su alacena. No había demasiada gente, pudo caminar tranquilamente y cuando se dirigió a la caja registradora no hubo necesidad de hacer fila para poder pagar. Entendió algunos placeres de la vida pero aún así aquello no era suficiente como para que dejara de sentirse devastada.
Al llegar a su hogar, acomodó sus compras preparó comida y se dispuso a limpiar su pequeño departamento al finalizar se sentó en uno de sus sofás a leer un libro y fue a su habitación a ver un poco de televisión, estaba en un ambiente muy relajado pero no todo es eterno y eso es muy bien sabido cuando alguien llama a su puerta.

— ¿Si? — Expresó Maggie al ver a la castaña delante suyo.

— H-Hola Maggie — Vanya Se encontraba con el uniforme un abrigo y su cabello a medio peinar — ¿Sucede algo?

— No, — Respondió seca —¿que te hace creer eso? — Hablo sin despegar su cuerpo de la puerta.

— ¿Puedo pasar? — La rubia se abrió paso dejando pasar a Vanya donde inmediatamente tomaron asiento y soltó lo que tenía que decir. — Margaret se que no somos las mejores amigas ni nada por el estilo pero este año que llevo trabajando en el café te he tomado un gran cariño. Me preocupas. ¿Que pasó? ¿Por que no fuiste hoy al trabajo?

— Me dolía el estómago. — Hablo con tanta seriedad que no tuvo tiempo de tartamudear.

— ¿Por que no avisaste? Sabes cómo es el señor Goldman.

—Perdón, no lo creí muy necesario

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—Perdón, no lo creí muy necesario.

— Maggie, tú no eres así. ¿Esto tiene que ver con Roger? ¿Te hizo algo?

— Vanya — Tocó su mano — Estoy bien solo quería descasar y el tiempo pasó con tanta rapidez que no me di cuenta de la hora, todo esta bien, mañana me presentaré.

— ¿Y lo de Roger?

Debía pensar en algo rápido si no quería que se enterase que solo la utilizo para acostarse con ella como lo hace con todas las demás chicas a pesar de las advertencias que se le dio. — Vanya ellos se irán a Norte America, creo que será mejor terminar sea lo que sea que tenga con el. ¿No lo crees?

— ¿A que te refieres con eso? Maggie, ¿te hizo algo?

Sonrió — Vanya estoy bien.

— Okay te creo, descasa cuídate y nos vemos mañana, ¿me prometes que irás?

— Así será.

—Maggie sabes que estoy aquí para lo que sea, no lo olvides.

— También te quiero Vanya.

Maggie no podía decir lo que ocurrió sabía que ella se enojaría con el y no quería causar más problemas lo único que tenía que hacer era evitar a Roger Taylor lo que restará de su vida.

— ¡Oh por cierto lo olvidaba! — Dijo Vanya antes de tocar la manija de la puerta — Pensaba hacer algo antes de que se fueran los chicos.

— Es una grandiosa idea, — Mintió — creo que ya no te irás al infierno. — Cambio el tema porque si no lo hacía terminaría llorando de nuevo o pateando todo a su alrededor.

Gorlbold río — Eres muy dulce Maggie pero lo dudo, buenas noches.

— Buenas noches.

Realmente ser Margaret Shellstrop era sinónimo de desgracias, —algún día estaré bien. — Se decía así misma pues cada vez que algo parecía salir bien el mismo destino se encargaba de voltearle todo en su contra.

— Ahora debo sostener la mentira con el señor Goldman e inventar que decir ante la presencia de Taylor, posiblemente luego desaparezca de Inglaterra para el resto de mi vida.

Cuando la situación es dura y solo se tiene a uno mismo es posible que solo se quiera morir o desparecer pero lo que Shellstrop no sabía es que su vida estaba por ser cambiada.

It's a Hard Life || • John Deacon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora