Capítulo 17

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Fayna caminaba abrazada a su nuevo cuaderno buscando el lugar perfecto para su inspiración, anduvo un largo rato hasta llegar a un puente muy bonito, aunque se notaba antiguo pero firme y supuso que era el que estaba prohibido cruzar.
- Hey hola tu eres Fayna ¿Verdad? Ven vamos, hay una cueva genial al otro lado - Dijo una muchacha que no había visto ni oído venir, seguida de dos más.
- ¿Si soy yo, pero no está prohibido?
- Solo lo dicen para que no vallamos, pero los veo pasar a menudo por aquí - Contesto la chica
La colorada dudo un poco pero luego de verlos cruzar y de que le hicieran señas del otro lado se animó y cruzo, el puente era precario pero muy firme casi ni se movía al peso de la colorada, en cuestión de unos metros lo había atravesado y mirando trato de localizar a los chicos que ya no veía y supuso que estaban dentro de la cueva, tomo rumbo hacia esta que estaba justo en frente y al entrar un aire caliente, el olor a humedad y a algo más la calmaron y se sintió muy atraída por aquel lugar; camino más allá y todo se tornó más oscuro y aun así siguió caminando, el lugar se comenzó a achicarse cada vez más, hasta el punto que debió arrodillarse para pasar, siguió siendo hipnotizada por un rojo resplandor que más allá se veía, un par de metros más la cueva volvía a hacer grande, más profunda y alta, miro sorprendida el rio de lava que la atravesaba, tomo su celular y le tomo unas fotos para luego mostrarle a su amiga.
Llevaba la mitad de una hoja escrita con lo que parecía una Sonata De Amor, cuando escucho un extraño sonido como de golpes en las rocas que provenían de la lava, se levantó a investigar busco por todos lados el origen del sonido hasta que a lo lejos, en el rio de lava vio a una chica que golpeaba dos rocas muy fuerte, estaba parada encima de una piedra no muy grande que poco a poco se iba hundiendo en la lava, estaba pálida y cada vez golpeaba más las rocas, se notaba que estaba asustada, ya que el líquido hirviente subía cada vez más y en cuestión de segundos llegaría a sus pies.
- ¡Hey, oye tu chica! -Grito la pelirroja.
Pero no hubo respuesta, y se le ocurrió arrojarle una pequeña piedra para llamar su atención, funciono, la chica la miro y desesperada comenzó a mover los brazos y haciendo señas le dijo que la ayudara, Fayna miro y se dio cuenta que desde la orilla habían 4 piedras pequeñas luego una más grande y más lejos estaba la chica en otra, no alcanzaría a saltar, era demasiado lejos y caería, mientras pensaba que hacer con cuidado camino hasta la piedra más grande y se quedó pensando que hacer mientras se ataba el cabello en un moño para que no le molestara, una idea se le vino a la cabeza y aunque era arriesgada era lo único que podía hacer así que la puso en marcha.
- Hey mírame, ¿Puedes leer mis labios?
La chica que la miraba atenta asintió.
- Bien, tengo un plan, es arriesgado, pero es lo único que podemos hacer, debes saltar a la cuenta de tres lo más lejos que puedas ¿Sí?
La chica abriendo grande los ojos comenzó a negar con la cabeza.
- ¿Quieres salir sana y salva de aquí?
La muchacha no titubeo movió la cabeza diciendo que sí.
- Entonces, haz lo que te digo- Trago saliva, sabia lo peligroso que seria, y lo que estaba en riesgo, pero no la dejaría allí.
La chica la miro con el miedo reflejado en sus ojos, tomo un poco de coraje y fuerzas y salto lo más lejos que pudo, al mismo tiempo Fayna también salto hacia arriba y tomándola de los brazos y dándole impulso logro que ella cayera en la gran roca, aunque el cálculo le fallo y ella cayo partiéndola y haciendo que los pedazos se separasen dejándola muy alejada de cualquier lugar seguro.
Miro a la muchacha que ahora en la orilla caminaba de aquí para allá, intentando ayudarla.
- Vete a buscar ayuda, yo estaré bien mientras tanto.
La muchacha, la miro y supo que debía hacer y salió corriendo hacia la salida.
Fayna miraba otras posibilidades, cuando un sonido parecido a un rugido, y mirando hacia atrás se dio cuenta de que una ola de lava se aproximaba hacia ella, palideció y con desespero miro a todos lados no había nada que hacer, ni donde ir estaba rodeada y con un gran nudo en la garganta sonrió tristemente, había ayudado a aquella chica y sabía que podía costarle, pero lo había hecho y eso la ponía feliz.
La lava la cubrió, enviándola a la oscuridad más desoladora.
 


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