•La niñera•
Por su reacción noté que no se esperaba eso, ¿pero qué importaba? Se acomodó para no aplastarme y me abrió sus labios, dejándome el paso para explorar su boca, su textura y su sabor delicioso. Mordí su labio inferior y él gimió mi nombre despacio, sonreí y lo volví a besar, mientras el ambiente subía de temperatura cada vez más.
El celular de Tristan sonó, interrumpiendo todo. Él gruñó y tomó el celular.
—¿Diga?... Oh, mierda lo olvidé completamente… sí, ya sé, lo siento… voy para allá—Y cortó.
—¿Qué sucede?—Pregunté extrañada.
—Tenemos 3 meses de vacaciones en la universidad pero el equipo de fútbol solo tiene uno. Olvidé que hoy era el primer día de entrenamiento.
—¿A qué hora?
—Empieza en media hora.
—La universidad está como a cinco minutos, si te apuras llegas.
—No alcanzaré a calentar.
—Mejor que nada.. Oye, tengo que ir a revisar unas cosas en la universidad, ¿te importa si te acompaño?
—Por supuesto que no, solo no te demores en arreglarte.
—No hay problema.
—Quizás te puedas pasar al entrenamiento un rato
—Claro, me encanta el fútbol.
Tristan me miró con una sonrisa perfecta.
—Yo sabía que me gustabas por algo—Dijo y yo me reí. Nos levantamos al mismo tiempo pero yo me metí a mi pieza a cambiarme.
Lo primero que saqué fue una playera con la bandera de Reino Unido, así que me decidí por ponerme unos short negros y unas converse rojas. Me puse unos aros y un anillo con la bandera de Inglaterra y unas gafas porque no tenía ganas de maquillarme y aunque ni siquiera me había mirado al espejo, anoche me había acostado tarde y yo probablemente tenía unas buenas ojeras. Lo único que me maquillé fueron los labios de un color rojo que era uno de mis labiales favoritos. [http://www.polyvore.com/british_style/set?id=51610123#fans]
Cuando bajé Tristan estaba sentado en el sillón.
—¿Te hice esperar mucho?
Se veía condenadamente bien con el uniforme de fútbol puesto; Era lo que siempre me decía Vanessa cuando íbamos a los partidos de fútbol en la Universidad, y le encontraba toda la razón. Ella solía molestarme con Tristan ya que sabía que me gustaba cuando era pequeña y solía meterlo en más conversaciones de las que yo desearía.
—Te diría que te ves jodidamente ardiente, pero vas a golpearme lo sé.
—Lo acabas de decir—Murmuré arqueando ambas cejas.
—No es cierto—Se cubrió la cara a juego, yo me reí—. Solo dije que lo diría, pero no lo dije por decirlo.
—Vale como sea, muévete no vas a llegar—Lo empujé por la espalda hasta que estuvimos afuera. Abrió la puerta automática del garaje y nos metimos en el lujoso Audi del padre de Tristan—¿Por qué no usas tu auto? Es bonito.
Tristan se rio y miró hacia atrás para comprobar que era seguro sacar el auto.
—Porque éste es mucho más bonito.
—Yo MATARÍA, por tener un auto como el tuyo.
—¿Por qué no te compras uno?
—Porque soy mala ahorrando.
—Pídele a tus padres, no creo que le digan que no a la hija perfecta.
—Pues resulta que la hija perfecta, hace tres años cuando sacó la licencia, el mismo día su padre le prestó el auto y lo chocó en la esquina.
Tristan rio.
—Eso se llama mala suerte.
—No me daría otro ni aunque me lo regalaran.
—¿Qué es lo que tienes que revisar en la universidad?—Preguntó cambiando de tema.
—La matrícula.
—¿Para qué?
—Porque soy precavida y tengo que comprobar que todo esté en perfecto estado.
—Ah, claro, debí habérmelo imaginado—Rodó los ojos divertido—. ¿Quieres ir a comer afuera luego del entrenamiento?
—¿Adónde?
—Adonde tú quieras.
—¿McDonald’s?
—McDonald’s será.
Lo que siguió después fue más de conversación trivial. En cinco minutos ya estábamos en la Universidad. Al llegar Tristan me besó en la cabeza y se fue trotando a las canchas, mientras que yo entré por la puerta principal hacia las oficinas.
Comprobé que mi matrícula estaba bien y que tenía todo pagado responsablemente. Comprobé también el día de entrada que era en dos semanas.
Me había demorado como ¿Dos horas? Porque me había encontrado (para mi mala suerte) con Amy Newpert, una exasperante chica de la clase de Juicio Oral que jamás cierra la boca, tuve que fingir dolor de cabeza (lo que no era tan falso en realidad) para poder irme.
Mi celular sonó.
—¿Dónde estás, preciosa?
—Estoy en cinco minutos contigo, la cosa se alargó.
—Espérame en al auto, para que no tengas que venir.
—Vale.
—Extráñame.
—Engreído—Murmuré y supuse que había cortado.
Llegué al auto y saqué las llaves que Tristan me había pedido que guardara, entré en él y me senté a hacer absolutamente nada. Busqué la radio en los compartimentos para escuchar música pero Tristan la había escondido en alguna parte, así que cogí el teléfono para llamarlo. Estuve apunto de apretar una tecla cuando me di cuenta de que estaba prendido: Tristan no había cortado su celular luego de llamarme.
—¿Tristan?—Dije para ver si me escuchaba y se le ocurría apagarlo o se le iba a gastar todo el saldo.
Iba a cortar, pero entonces algo llamó mi atención.
—¿Y qué hay de lo que acordamos?—Preguntó una voz conocida, pero no estaba muy segura de quién.
—¿Qué cosa?—Esa era la voz de Tristan.
—Lo de la apuesta, ¿Ya conseguiste acostarte con _________(TN)?
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Voten!