6.

169 24 21
                                    

Alexander.

Fuimos conducidos a lo que había escuchado se llamaba Auschwitz 1, en ese lugar había un gran número de barracones*. Aún sintiendo el frío traspasar por mí pies descalzos, caminé hasta la entrada del barracón para escuchar las indicaciones que se nos daban.

- Mañana se les asignará el trabajo que deberán realizar en su estancia aquí. - dijo el guardia.

A pesar de ser separado de un grupo de personas, seguía habiendo muchísima gente. Me adentré al barracón mirando con cuidado cada parte del lugar, era largo pero estrecho con una pequeña barda de medio metro de altura separando la mitad del lugar. Rodeado por, aproximadamente 60 paredes divisorias, entre ellas se situaban, lo que parecían, literas de tres alturas cubiertas con una fina capa de paja.

En las literas ya se hallaban personas, tal vez habían llegado no mucho antes que nosotros o tal vez ya tenían años, no lo sabía, pero todos se veían tan delgados y sucios como yo. Caminé hasta las últimas literas, ya que las demás estaban ocupadas. Alcé la mirada, solo pude ver a una persona en la tabla más alta y decidí que iba a dormir ahí.

Las personas de la misma litera fueron amables conmigo dandome espacio para subir hasta la última tabla. Deslicé mis débiles manos y pies por las frías tablas trepando, una vez que lo hice, la única persona que estaba ahí me miró y esa fue mi perdición.

Tenía unos hermosos ojos verdes, pero había un toque de color ¿Amarillo? ¿Dorado? eran raros, pero hermosos, muy hermosos. Y resaltaban con su piel acaramelada y a pesar de que su pelo había sido cortado igual que el mío, puedo decir que era negro. Sus pómulos definidos le daban un aspecto elegante y sus pequeños labios eran provocativos.

Mi boca se secó y mi corazón bombeó con rapidez, él estaba mirándome, tal vez no cómo yo lo hacía, pero él me veía y eso era suficiente. Suspiró como si estuviera reteniendo el aire por unos segundos.

Me ofreció su mano, la cual tomé y era tan suave. Subí mi cuerpo por completo a las tablas con paja. Un aire extraño me rodeó, solté su mano y agradecí. Él sonrió y fue entonces que me dí cuenta de que podría ser mi debilidad, pero ¿qué si él no era homosexual? ¿qué si era homofóbico?  no podía simplemente sacar conclusiones tan rápido.

Quería conocerle, hablar con él, saber si estaba igual de aterrado que yo. Quería saber el por qué estaba aquí, quería saber su historia y tal vez unir nuestras historias. Ugh, no podía andar por la vida siendo un romántico sólo por creer que un hombre es agradable.

Quité todos esos tontos y apresurados pensamientos de mi cabeza. Lo miré y sonreí. Él dijo: - Soy Magnus, Magnus Bane. - y su voz era como un canto de ángeles.

Magnus.

Terminando el tedioso registro y el cambio de ropa y estilo, terminé en un lugar que iba a ser mi cobijo mientras esté aquí. Con cada hora que pasaba llegaban más personas y para mi suerte aún nadie se había acercado a compartir cama, o debería decir tablón, conmigo.

Eso fue hasta que casi al anochecer entró otro grupo de personas, escogiendo un lugar donde pasar las noches. No le dí importancia y me giré acomodando la paja para formar una pequeña almohada, entonces las tablas de sacudieron y crujieron.

Oh, ya era hora de que invadieran mi espacio personal. Estaba dispuesto a ser amable con la persona, tal vez podríamos llegar a ser amigos, pero cuando lo ví pensé en todo lo que podíamos ser excepto amigos.

Sus perdidos ojos oceánicos me miraron, eran tan bonitos que aún siendo él el perdido, me terminé perdiendo también. Su boca rosada y labios gruesos eran como algodones de azúcar, su piel pálida hacía contraste aún teniendo suciedad en el rostro. Nunca me dí cuenta en qué momento dejé de respirar, así que dejé ir el aire, sonreí y ofrecí mi mano para que pudiera trapear por completo. Él también sonrió y en sus ojos noté un pequeñito brillo, pero con eso bastaba para iluminar la oscuridad de este lugar.

- Me llamo Alec, Alexander Lightwood. - se presentó una vez que yo lo hice.

Su voz era suave, pero grave y firme. Me gustaba.

- Alexander me gusta. - las palabras salieron sin permiso y casi me arrepentí, pero no lo hice.

Sus mejillas regordetas se sonrojaron y por un momento él me recordó a alguien... me recordó a Max. Oh, Max. Mi corazón dolió y no pude evitar llorar. Alexander se acercó a mí, pero se notaba que no estaba seguro de lo que hacía, sin embargo no me dejó. Sus cálidos brazos me rodearon y comenzó a hacer sonidos bajos tarareando una melodía que desconocía por completo.

Dolía tanto recordar que hace unas horas sostenía a un niño de corta edad en mis brazos. Te quiero, él había dicho antes de irse para ya ni volver nunca más. Lo extrañaba tanto.

- Tranquilo, Mags. - su dulce voz me trajo de vuelta.

Mags. El había dicho Mags y solo mamá me decía de esa manera. Lloré con más fuerza al recordar lo que había perdido, me prometí ser fuerte, pero esto era demasiado y no podía con tanto dolor.

No fuí consiente del tiempo que el chico de ojos bonitos me sostuvo hasta que dejé de llorar. Me aferré a su cuerpo antes de separarme de él, sorbí y con la manga de su playera limpió mis lágrimas. Un gesto tan tierno que mi corazón latía con rapidez.

- ¿Mejor? - preguntó con una jodida y hermosa sonrisa.

Incliné mi cabeza un poco para después mirarlo. Porque él estaba sentado a lado mío con nuestras espaldas contra la pared fría, gris y desgastada.

- Mejor. - me esforcé por levantar las comisuras de mis labios.

Parpadeó un par de veces y suspiró dejando caer su mano en mi mejilla acariciándola. Su toque envió una extraña electricidad a todo mi cuerpo, me acorruqué en su mano que, por alguna razón, me tranquilizó.

- Estaré aquí. - balbuceó y me soltó.

- Gracias, Alexander.

Oh, Alexander. Ese nombre iba a quedar grabando en mi mente por siempre porque sabía que iba a ser mi perdición.

...

Barracones: Caseta grande donde se alojan las personas. *

¡Por fin se conocieron! Un encuentro un poco triste, pero bueno... toda la historia será triste.

Nos leemos después galletitas. 💙

Amor en guerra. (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora