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~ Los hombres malvados obedecen por miedo, pero los buenos lo hacen por amor. - Aristóteles. ~


Alexander.


Un ligero olor a quemado llega a mi nariz, suspiro y sacudo la cabeza. Las sirenas comienzan a sonar, mamá corre con Max en sus brazos y se dirige al sótano con Isabelle pisándole los talones.

- ¡Alec, entra ya! - mi hermana me apresura y con pasos rápidos entro al sótano y trabo la puerta con tablas.

Bajo las escaleras de madera y veo a mi hermano pequeño, Max, aferrándose a los brazos de mamá. Izzy sacude su cuerpo y me abraza cuando las bombas comienzan a caer no muy lejos de casa. Gritos desesperados se escuchan desde las calles y me hacen estremecer. Abrazo con fuerza a mi hermana y comienzo a tararear una canción para calmarla un poco.

Siempre hacia eso, era como una rutina, cada vez que sucedía esto, yo comenzaba a tararear. Desde que papá fue asesinado por los hombres de la SS*, me he dedicado a ser el pilar de mis hermanos y de mi madre.

• Hace un año él se fue, recibió un correo solicitando su presencia en su antigua empresa, sabíamos de que iba, él era un grandioso médico y sus servicios iban a ser usados de la manera más inadecuada posible, él se negó y a la semana nunca regresó de su trabajo, Luke un compañero de él nos avisó sobre la terrible noticia. Todos habíamos estado destrozados •

Dos horas después el ruido por fin cesa, mamá y Max se han quedado dormidos. El estómago de Isabelle gruñe y me mira con sus mejillas rojas, sonríe y se disculpa.

- Descuida yo voy por comida. Quédate aquí, ya vuelvo. - ella asiente y salgo del sótano.

Un olor desagradable llega desde afuera, recorro un poco la cortina cafe y miro por la ventana. Hago una mueca al ver a la señora Miller llorando sosteniendo el cuerpo de su hijo, Cameron. Aprieto mis labios y cierro la cortina, no imagino el dolor que debe sentir aquella mujer, y por un momento agradezco tener a mi familia en mis brazos aún.

Reviso los estantes, abriendo las puertas de madera y una enorme tristeza se apodera de mí. Ya no quedan alimentos, nada, más que solo una barra integral la cual tomó y llevo hasta Isabelle.

Ella me mira con sus enormes ojos cafes llenos tristeza y niega. - Esto es para Max, yo puedo aguantar un poco más.

- Izzy, no puedo... - suspiré. - Saldré a buscar algo para comer.

Mi hermana me tomó del brazo. - No, Alec. No sabemos que hay afuera, es muy peligroso y no puedo...

Ah, mi hermana. Ella es tan bella por dentro como por fuera. Un cuerpo escultural, su piel blanca y nivea, ojos grandes de iris cafe y enormes pestañas. Cabello negro rizado por las puntas cayendo sobre su espalda hasta la cintura como cascada obscura. Tan hermosa, sin embargo yo, con azules grandes y despistados ocultos por mis espesas pestañas, piel pálida, cabello negro como la noche, largo y despeinado. Cuerpo delgado, pero fuerte, alto y voz suave, pero grave (según Isabelle) soy considerablemente promedio.

Max es una pequeña copia de mi con enormes lentes y mamá es tan hermosa como Isabelle.

- Alec, por favor no te vayas. - sostuvo con fuerza mi brazo y sonreí. Ella era tan fuerte.

- Izzy, tengo que hacerlo. No puedo dejar que Max, mamá y tú pasen hambre. Prometo que no tardaré. - sus ojos se llenaron de lágrimas y me abrazó.

- Te amo, Alec. - susurró y mi corazón dolió. - Júrame que regresarás.

- También te amo y juro que regresaré con ustedes. Son todo lo que tengo. - besé su frente y me separé de ella.

Amor en guerra. (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora