13.

175 26 9
                                    

Alexander.

Mientras Magnus estaba mirando al techo perdido en sus pensamientos, me dí la libertad de hacer lo mismo, aunque lo más sensato sería estar durmiendo, pero también son los momentos en lo que tienes un poco de paz tanto mental como física. Las manos me sangraban igual que los pies, era una horrible desventaja no usar zapatos, y fue ahí cuando me puse a pensar en que no valoraba lo que tenía hace unos meses, en estos momentos yo daría lo que fuera por unos zapatos y comida. Tanto Magnus como yo necesitábamos más comida, pero era claro que no podíamos exigir absolutamente nada, aquí éramos prácticamente esclavos y me dolía profundamente ver cómo Magnus sufría.

Oh Magnus, ese hombre que a pesar de las circunstancias siempre ve la manera de mejorar las cosas a la vista, todas las mañanas trata de verse por la ventana y pasar sus manos por la ropa como si fuese a quitar las arrugas y es curiosa la manera en la que pasa las manos por su cabeza repetidas veces a pesar de tener el pelo tan, tan corto.

A pesar de su delgadez me parece la persona más atractiva del mundo, adoro el tono de su voz, cuando sus ojos brillan para mí, cuando ríe bajito para que no nos escuchen o cuando susurramos cosas sin sentido. Mi admiración y afecto hacia él cada día crecen más y con ello la atracción, necesitaba saber si él se interesaba en mí o tan siquiera saber sus preferencias.

Pero tenía tanto miedo de que me rechazara o me mirara mal por preguntar ese tipo de cosas, no era tan fácil decir: - Magnus, ¿Te atraen los chicos?

Cuando él me miró supe que lo había arruinado. ¡Lo había dicho en voz alta! Qué tonto, era un tonto por decirlo sin siquiera darme cuenta, ahora no sabía si se alejaría de mí o qué pasaría. Sin embargo él no tardó en contestar.

- Lo hacen, y a tí Alexander, ¿te atraen los chicos?

Sus palabras hicieron que mi corazón acelerara su latir, la sangre se calentaba dentro de mi cuerpo queriendo explotar de adrenalina, y ahora tocaba decirlo.

- Lo hacen, pero específicamente... me siento atraído por tí.

No estoy seguro de dónde, pero tuve el valor de mirarlo, sus ojos brillaban y hacia ya unos días que no les veía con ese brillo tan hermoso que los hacía lucir como dos lunas llenas. Y. Maldita. Sea. Él sonrió como nunca, pequeñas arrugas se formaron en las esquinas de sus ojos por la sonrisa, se arrimó hacia mí con cuidado de no hacer tanto ruido. Tomó mi mejilla en su mano derecha y con el pulgar la acarició con ternura y yo me recargué en su mano disfrutando del toque, piel con piel.

- Me atraes. Demasiado. Tanto que si no lo hubiera dicho tal vez exploraría. Eres como un ángel, Alexander. Todo en tí es tan puro y bello, y sé que sin tí yo ya hubiese perecido en este lugar. Tú me das vida, tu presencia me da vida, luz, calidez, me das todo lo que a muchos les hace falta aquí y me siento afortunado de tenerte.

Si antes sentía que mi sangre se calentaba, ahora me siento hirviendo, todas mi células se han vuelto locas antes su palabras y yo no sabía que responder, estaba tan embelesado por él. Toda esa vibra de calidez y amor rodeaban su ser, su cuerpo, nuestros cuerpos. Mi cuerpo no cedía a moverse, así que él lo hizo.

Se acercó a mí, sus labios se posaron en mi frente y se quedaron ahí por unos segundos, segundos en los cuales todo en mi interior era un caos, él desató el caos en mí, pero era un honor que él me convirtiera en un desastre. Todos mi sentidos estaban fuera de sí por su toque.

Sus labios tocaron mis párpados, luego mis mejillas, mi nariz, mi barbilla y después... él se separó de mí, pero solo unos segundos para después posar su nariz sobre la mía y moverla con suavidad. Mis manos por fin pudieron moverse, y a pesar de que estaban temblando tomé sus mejillas y junté nuestras frentes, se sentía tan bien, tan correcto, tan mío, tan nuestro.

Su aliento se mezclaba con el mío y estoy seguro que su corazón latía con la misma rapidez que el mío, estábamos sincronizados. Quería más de él, pero no ahora y no aquí y él pareció entenderme.

Nos quedamos así. Entonces él subió con cautela su pierna encima de las mías, lo tomé por la cintura, sus labios fueron a mi cuello donde después enterró su cabeza, oliendome y respirandome se quedó dormido mientras mi piel se encontraba erizada.

Y yo repetía una y otra vez lo que habia sucedido esta noche y cómo iba a ser por la mañana, ¿Qué cambiaría entre nosotros? Yo esperaba que todo siguiera igual, o tal vez haya un poco más de confianza entre nosotros.

Estar con él me recordaba a cuando estaba con mi familia, recordaba como Izzy siempre quería hacer la comida, pero Max y yo la deteníamos mientras mamá traía la comida haciendo que Izzy puchereara.

Me recordaba a la manera en la que mi papá me abrazaba, su agarre fuerte y protector me hacían sentir tan seguro. O cuando mamá me daba un beso de buenas noches en la frente, cuando Max me decía; te quiero. Cuando Isabelle y yo discutíamos por querer dormir con mamá después de que papá se fue. Me recordaba a todo el amor que Max, Izzy, mamá y papá me dieron.

Estar con Magnus se sentía como estar en casa. Él era mi nuevo hogar.

...

Capítulo corto, pero me gustó, fue tierno y nostálgico. ¿Se imaginan cuanto sufren? ¿Cuánto han perdido?

Y bueno, aún faltan un par de capítulos para el primer beso.

Espero les haya gustado, y nos leemos después galletitas. ❤

Amor en guerra. (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora