Las Vegas, Nevada
Un sudor frío corría por su frente mientras esa pequeña bolita blanca bailaba sobre la ruleta sin decantarse por un número ganador. Harry bebió otro trago de su cuarta copa de la noche sin despegar la mirada de aquella bola, ni siquiera cuando sintió como el ron ardía al deslizarse por su garganta.
Solo necesitaba un número y un color. Un número y un maldito color, nada más. La ruleta llevaba girando siglos para él, aunque puede que hubieran sido solo unos minutos para alguien que no estuviese tan malditamente ebrio.
Pero es que había apostado al rojo todo lo que le quedaba, y Harry necesitaba seguir jugando. No podía perder ese dinero. No podía perder todas las fichas solo porque esa estúpida bola decidiese caer en el negro.
Veinticuatro. Negro.
—¡¡Hija de p-!! —una mano tapó su boca antes de poder terminar la frase dirigida a la maldita bola que ahora descansaba sobre el número veinticuatro en la ruleta.
Sus sentidos no recogieron mucha información sobre lo que estaba pasando a su alrededor. Lo único que sabía era que había perdido sus últimos cincuenta dólares, que Nick estaba tapando su boca mientras acariciaba su cabeza como si fuera un perro, y que su diadema de princesa cumpleañera estaba resbalándose de su pelo.
—No pasa nada, Harold —escuchó la voz de Nick muy lejana, a pesar de estar hablándole prácticamente al oído —. El dinero va y viene. Lo importante es que tienes salud.
Con un movimiento brusco Harry pudo zafarse del agarre, tambaleándose y revelando el hecho de que Nick también estaba en su mismo nivel de embriaguez, porque él también se tambaleó a su lado.
Ajustó su diadema de plástico de nuevo en su cabeza, y con toda la dignidad que le quedaba observó como el croupier retiraba sus fichas de la mesa de apuestas y las alejaba de él para siempre.
Pudo escuchar también una risa que no consiguió ubicar a la primera. Miró hacia todas partes, dando con el objetivo: un chico a su izquierda era quien estaba riéndose de él mientras recogía las ganancias que había recaudado tras una apuesta no tan fallida como la suya.
—¿De qué te ríes? —la pregunta salió de su boca antes de poder pararla, apretando la copa en su mano y preparándose para vaciarla sobre aquel individuo de ojos azules si tenía que hacerlo.
Pero él solamente volvió a reír, negando con su cabeza.
—De nada —fue todo lo que dijo, mirándole con diversión mientras guardaba sus fichas recién adquiridas en una bolsa de terciopelo entre sus manos —. Es solo que no puedes apostar todo a un color, quiero decir, ¿quién en su sano juicio hace eso?
—Es su primera vez en un casino, deja a mi amigo en paz —Xander tomó la palabra entonces, posicionándose a un lado de Harry en un intento de salir en su defensa, probablemente tan borracho como el resto.
El individuo ganador de ojos azules volvió a reír sobre el borde de su copa de cristal.
—Sí, lo he supuesto —se burló antes de darle un trago a su bebida.
—¿Ah sí? —Harry volvió a hablar en su propia defensa, apoyando su mano sobre su cadera con decisión —. Supones que va a salir el negro, supones que es mi primera vez en un casino... ¿es que lo sabes todo?
—No —él alzó una ceja, dando un paso hacia Harry y desubicándole ligeramente cuando subió una de sus manos hasta agarrar la diadema en su cabeza para colocarla recta —, pero imagino que el veintiuno de piedras rosas en tu corona de plástico son los años que acabas de cumplir —se burló, consiguiendo que Harry frunciera el ceño —. Por eso he supuesto que es la primera vez que te dejan entrar en un casino. Y, ¿la primera vez que bebes alcohol, quizás? —concluyó, estirando su brazo hasta conseguir brindar su copa con la de Harry.
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Vegas Lights
FanfictionEs el vigésimo primer cumpleaños de Harry y sus amigos deciden llevarle a Las Vegas. Por supuesto que se casa con un desconocido y por supuesto que le olvida a la mañana siguiente. Lo recuerda cinco años más tarde, cuando tiene un anillo de compromi...