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Tal vez quieras matarme cuando te enteres
que narro estos recuerdos sin tu permiso,
ojalá tengas interés
de leer de principio a fin mi versión
de como aún te pienso.

Desentierra la navaja de mi espalda, arrepientete y pídeme perdón. Llora cuando sea momento de llorar y deja las armas en la mesa para decorar.

Busca excusas extintas como mi amor en tempestad, arrullame con tu canto como el de un pájaro enfermo. Enfrentó caricias debajo de mis pies que siento como cosquillas dolorosas con una sierra, que chilla como tu canto y sobresalen como tu manto.

Qué escribo esto pensando en ti,
manteniendo vivo tu recuerdo
esperando a morir
huyendo lejos de ti, aunque
siempre quiero que estés cerca mío.

Repite las mismas palabras que cuando estaba en frente tuyo para quedarme paralizado, sonreír como lo hiciste en ese lugar pequeño, pídeme un favor como aquél, déjame verte pasar como cuando iba por el 399 y tú del otro lado de los dos carriles.

Sube a tu auto y abre la puerta de atrás, pídeme que suba contigo para saber donde vives, llévame a mi casa y despídete con un abrazo fuerte que lastime mi espalda. Mira como muerdo mis uñas, es porque estoy nervioso de verte con alguien más; desechare esa idea hasta que en realidad te vea y hasta que no suceda aún seguiré buscando un lugar nuevo para mi amor.

Tal vez ahora ya no quieres matarme, tal vez quisieras buscarme, tal vez quisieras adorarme o tal vez solo quisieras olvidarme.

MELANCOLÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora