Seis:

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No dejaba de pensar en mi pasado y eso me atormentaba cada segundo del día.

Gancho derecho y después izquierdo. Patada lateral y luego dos golpes rectos.

No podía creer que gaste pensamientos en ese imbécil, es solamente eso, un idiota con sonrisa perfecta y hermosos ojos.

Más de 10 combinaciones sin parar.

Suspire y sequé mi sudor con mis manos. Saqué el vendaje de estas. Meses sin practicar me la hacían difícil, muy difícil. Tendré que venir seguido.

Tomé varios tragos de mi botella con agua y agarré mis cosas.

–Adiós Tony.– me despedí de mi entrenador. Tiene sus años de más pero un físico de adolescente.

–Ven mañana, tienes bastante entrenamiento.
– me apunta con su dedo índice y yo solo sonrío.

-Misma hora mañana, no te preocupes.

Me sorprendió ver que habían pocos rayos de sol, la noche se acercaba.

¿Toda una tarde en aquél gimnacio?.

Veía a lo lejos mi hogar y sonreí. Mi móvil vibró en mi bolsillo delantero. Lo saqué y estaba el nombre de mi mellizo. Rode los ojos.

"-¿Qué?.

-Algo sucedió. ¿Dónde estás?.

-Ve a mi habitación y quedate ahí."

Corté la llamada y apure el paso. Entré a casa y sentí un suave olor. Mamá estaba cocinando. Un recuerdo se avecinó.

«-¡He llegado!.

Mamá estaba haciendo pizzas caseras, se huele desde la cuadra.

-¡En la cocina, cariño!.- grita mi padre. Me acerqué corriendo y lo abracé. -¿Cómo te fue en el entrenamiento?.

-¡Genial!. Tengo nuevos movimientos y pasos.- sonreí aun más grande. Estaba orgullosa de mí.

-¡Oh! me habéis pegado un susto.

Y ahí estaba, hermosa como siempre. Sonrisa impecable y ojos con un brillo particular.

Estaba feliz, o eso aparentaba.

Tenía guantes de cocina en sus manos y un gorro cocinero, no se le veía ni un cabello rebelde.

-Guarda tus zapatos y luego ven a comer.- me dio un beso en la frente. -Boo,- di media vuelta. -Te amo..»

Malditos recuerdos que veían una y otra vez. No vuelvas Skye, no caigas, no te dejes, no ahora.

Subí las escaleras con enojo, no quería que nadie me vea así. Tiré las cosas en algún lado de mi habitación. Quise llorar. Tiré mechones de mi cabello y sostenía mi cabeza entre mis manos mientras gruñía. Hasta que me dieron vuelta y sostuvieron mis hombros.

-Respira.- Dominik. -1, 2..

-3.- terminé yo.

-Ve a ducharte, tenemos que salir.
- extrañamente seguí sus ordenes y me duché.

«-¿Me dejarás en éste lugar?. Hay vidrios y cuchillos filosos. ¿Tornillos también?. ¿Mami, dónde estamos?. ¿Por qué te alejas? ¡no cierres la puerta! ¡duele, mami! duele..»

Cerré los ojos con fuerza y me sostuve en las paredes. ¿Qué coño me sucede?.

Me envolví en una toalla y miré mis ojos. El llamativo azul ahora es un aburrido pero lindo grisáceo. Debo estar muy cansada y veo alucinaciones.

Mi Dulce Tormento©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora