Catorce:

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—¿Te sentiste cómoda?.— acaricia mi cabello, mi cabeza reposaba en su pecho escuchando sus palpitaciones aún agitadas. Asentí, no quería responder ni gastar aliento. Me sentía bastante bien en ésta posición. Cerré los ojos.

Pasó bastante tiempo desde algo raro conmigo.. empezaba a preocuparme.

—¿Skye?.— su pregunta hace que vuelva al mundo. Lo miré y achine un poco los ojos por su rostro. —Tengo que irme.— suelta sin rodeos y yo vuelvo a asentir. Corrí mi cuerpo a un lado para que pueda irse. Tape mi cuerpo, mientras mis ojos estaban en el techo.

Dave empieza a vestirse para luego dar un corto beso en mis labios como despedida.

Encendí un parlante de música que tenía, dejé que cualquier canción aparezca, pero tocó una de Beret.

Mi mirada seguía ida, hasta que caminé al baño de mi habitación. Me miré y respiré profundo. Entré a la ducha y agua tibia fluyó, sacando todo rastro de sudor en mi cuerpo. Enjabone mi cuerpo y luego, me dejé caer en el piso.

Me siento tan vacía, estoy tan sola..

Rompí en llanto, después de tanto la soledad no era mi mayor fuerte, no puedo ni nunca podré acostumbrarme a eso, a estar sola..

Después de minutos, pude reaccionar y salir de la ducha con el mejor rostro que pude. Una toalla envuelve mi cuerpo y otra en mi cabello.

Vestí ropa de dormir, ya que no tenía energías de nada. Oscuridad era lo único que mis ojos veían, música era lo que único que escuchaban mis oídos y tristeza era lo único que sentía mi corazón. Tu puedes Skye, ¡tu puedes!.

Bailé, me dejé llevar por la melodía, mis pensamientos estaban en nubes pero eso era lo que hacía mis movimientos únicos. Salté sobre mi cama y empecé a reír, yo puedo con todo.

Hasta que sucedió, sentí agujas en mi pecho e ojos, todo mi cuerpo empezó a vibrar y doler. Me puse de pie lo antes posible, intenté correr pero caí al suelo de forma abrupta. No..

—Por favor, no..— susurré y solté algunos gritos por el dolor, mi cuerpo se arqueó de un lado a otro causando más dolor en mis gritos. Puse una mano en mi armario y lentamente me levanté, caminé agarrandome de las paredes hasta el baño y otra vez grité. Que horror..

Otra vez esos ojos rojos, con colmillos destripando mis labios. Mi espalda amenazaba en dejar salir esas cosas horrendas pero puse todas mis fuerzas en no permitirlo, tanto que todo se volvió negro, luego de caer al suelo.

(...)

Suave cantar de pájaros y ardillas, abrí mis ojos de forma lenta. El sol lastimaba todo en mí, arañaba mi rostro. ¿Estoy en el bosque? ¿qué demonios hago aquí?. Lloré al ver que a mi alrededor había sangre, mucha grande. Bajé mi vista a mis manos y sí, también tenían sangre.

No podía moverme pero puse mis fuerzas en eso, caminé arrastrando los pies, topándome con un ciervo muerto, un charco de sangre y mordidas por todo su cuerpo.

No puede ser, no, no y no. Me niego, no es posible, yo no podría hacer algo así.

Mis pensamientos desesperados hacía mi llanto más ruidoso, más desastroso.

Corrí lejos de allí, no quería volver a ese bosque. Nunca.

A lo lejos vi mi casa, abrí la puerta y al estar en mi baño, vomité. No pude resistir las ganas de soltar las náuseas que tuve al ver esa escena.
Pero al verme en el espejo fue peor. Mi boca llena de sangre seca, hasta en mis mejillas. Vi mis colmillos más grandes de lo inusual y eso significa que si lo hice, maté a ese animal.

Me duché de nuevo, cepille mis dientes como 3 veces y luego peiné mi cabello. No iré al instituto, eso lo tengo más que claro. Mi atuendo de anoche estaba lleno de sangre y arañazos, por lo que vestí otra vestimenta de dormir.

Salí del baño, vi a Dominik recostado en mi cama y lo abracé, me rompí al sentir sus brazos cálidos. Mi respiración se volvió agitada y sentí que iba a desmayarme en cualquier momento.

—¿Qué sucedió Skye?.— pregunta preocupado y pude responder, ya que mi desesperación me lo evitada. —Respira,— intenté. —exhala.

—Algo sucedió anoche, maté un ciervo, no recuerdo nada.— lágrimas aún salían de mis ojos, su mirada me hacía sentir peor.

—Tranquila, no fuiste tú, fue esa cosa que tenemos dentro de nosotros.— su tranquilidad me mataba, su seguridad al hablar.

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo?.— lo miré fijamente y miró el suelo.

—Tuve un sueño raro,— intenta explicar pero su voz le fallaba. —un hombre apareció, dijo que no éramos iguales, para ti sería más difícil. No me fío mucho en un sueño, pero es lo que está pasando justo ahora..

¿No éramos iguales?, en realidad la pregunta es, ¿qué somos?. ¿Sería más difícil para mi?..

—Compraré maruchan para cenar, intenta descansar.— se pone de pie y desaparece. No me costó mucho conciliar el sueño, en minutos caí rendida en un sueño profundo.

Mi Dulce Tormento©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora