Cinco:

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—Matalo.— suelta, fría.

—Mami, no puedo, n-no...

—¡Matalo!.— grita entregándome una navaja.

—¡He dicho que no!.— grité de igual forma y en impulso... Apuñale a mi madre una, otra, otra, y otra vez. 18 veces. Sus ojos estaban vacíos mirando los míos fijamente y no...

—Mami... ¡Mami!. ¡Despierta! no, no, no, abre tus ojos, ¡abrelos!.

(...)

Me senté en la cama y miré por toda la habitación, agitada. Gotas de sudor caían en la cama y yo trataba de tranquilizar mi respiración.

—Ni muerta desapareces...— susurré recordando el demonio interno que acabo de soñar.

Miré a mis costados y estaba en mi habitación.

¿Cómo llegué aquí?...

En la tarde después de dar un paseo en el bosque me recoste en mi cama y quedé dormida, ahora recuerdo.

¿Por qué iría al bosque?.

Tenía aún puesto el atuendo de esta tarde y ya era de noche, otra vez. ¿Dormí toda la tarde?, soy una morsa.

—¡La cena está lista!.— escuché el grito de Marisa y reí, ya era costumbre de ella gritar.

Con los pies descubiertos, salí de mi habitación y bajé las escaleras. Intenté divisar la sala de estar y estaba a mi lado derecho. Luego la cocina. Me acerqué a buscar una manzana sin prestar atención a los demás.

—¿Dónde estabas?.— pregunta Dominik.

—¿Durmiendo?.— respondí soltando varias carcajadas.

—Pero, ¿no estabas en el patio trasero?, en ningún momento entraste por la puerta principal o trasera...

Sus palabras me hicieron pensar seriamente qué había pasado pero era algo ilógico, recuerdo ir al bosque y luego volver a casa pero no recuerdo cómo...

—Falta menos de 3 dias para tu cumpleaños, cariño.— habla Thomas cambiando el tema y callando todos mis pensamientos. Asentí sin ganas y le di un mordisco a la manzana.

—68 horas y 32 minutos, exactamente.— Cara toca su sien mientras piensa y me sorprendí por su gran cerebro.

—Empezaran las clases en 1 semana.
— todos asentimos sin protestar, teníamos 1 semana para adaptarnos y por suerte, era nuestro último año.

—Buenas noches, familia.— saludé con la mano y subí las escaleras. Nunca presté atención a que la segunda planta era tan oscura.

Y sí, tenía miedo. 17 años y tengo miedo a la oscuridad.

Caminé con inseguridad el largo pasillo hasta que escuché ruidos raros. Corrí a mi habitación cerrando la puerta tras de mí. Cerré los ojos con fuerza y solté un largo suspiro.

Abrí los ojos y parpadeé varias veces. Chillé y agarré una lámpara.

Había un extraño bulto en mi cama.

Fruncí el ceño y me acerqué. Saqué las sábanas con rapidez y tenía a un gato en mi cama.

—¿De dónde coño saliste?.—miré mi ventana y estaba abierta. Rodé los ojos y la cerré soltando un largo suspiro.

Me saqué mi ropa y mi amigo estaba mirando fijamente mis movimientos. Hice una mueca y lo volví a tapar con las sábanas. Su mirada me ponía nerviosa.

Mi Dulce Tormento©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora