EDMUND
Mis ojos marrón oscuro se cegaron apenas la dislumbrante luz del sol tocó mi rostro, debido a la falta de sol que había tenido ya que había estado encerrado por varios días en aquel edificio de Panem. Pero, finalmente, estaba ahí, estaba subiendo a los juegos y, cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, pude ver un gran campo verde que se extendía en frente de mí, junto con algunos árboles y a los 23 tributos alineados en un círculo alrededor de todo el campo, mirando al centro donde se encontraban varias armas, entre ellas habían espadas, y ese fue mi objetivo principal cuando la voz de alguna instructora sonó por los altavoces.
Diez.
Comenzó a contar de reversa.
Nueve.
Sabía lo que me esperaba, sabía que la mitad de los tributos correrían hacia las armas primero, y así lo haría yo también.
Ocho.
No estaba nervioso, sabía cómo defenderme con la espada por si alguien llegaba a atacarme por la espalda.
Siete.
Pero algo falló dentro de mí al darme cuenta de que me faltaba algo.
- ¡Lucy!
Seis.
No la encontraba por ninguna parte, no estaba entre los demás tributos.
Cinco.
Me quedaba poco tiempo, tenía que encontrar a mi hermana, si no, no podría complir la promesa que le había hecho a Peter de protegerla.
Cuatro.
Mis manos comenzaron a temblar, estaba preocupado por Lucy, preocupado de no encontrarla a tiempo y que alguien la asesinara porque no fui lo suficientemente rápido.
Tres.
Comencé a desesperarme, tal vez Lucy estaba fuera de mi alcance de visión y no podría correr hacia ella.
Dos.
Así que, en los últimos dos segundos, me dispuse a ponerme e posición para correr, porque, si no lo hacía, iba a terminar muerto.
Uno.
Apenas sonó el cañón del inicio de los juegos, corrí hacia las armas como nunca antes lo había hecho en mi vida.
Sentía el viento soplar contra mi rostro, sentía cómo mis piernas pisaban fuertemente el pasto y cómo mi respiración comenzaba a acelerarse con cada paso que daba, tenía que llegar a las espadas antes que los demás tributos que se dirigían hacia las armas, si no, no tendría con qué defenderme y todo mi esfuerzo habría sido en vano.
Me quedaban pocos metros para llegar a las armas, la mitad de los tribuos se había dirigido hacia el bosque a ocultarse, un cuarto se adentró a unas largas aperturas de la muralla de piedra que estaba alrededor de todo el campo y el resto se dirigió hacia las armas.
Una vez que llegué a mi objetivo, me preparé para luchar contra quien sea que se atreviera a desafiarme, y, el primero en hacerlo fue Nico Di Angelo, quien no dudo ni por un solo segundo en desvainar su larga espada negra de la cual parecían salir sombras y oscuridad; justo en su primer ataque contra mí, rozó el filo de su espada en mi hombro izquierdo, hiriéndome en el intento y haciendo que soltara una pequeña expresión de dolor, pero, antes de que me lanzara un segundo ataque, se detuvo, ya que Thomas apareció y lanzó una larga lanza hacia la pierna derecha de Nico, lanstimándolo y soltándole un quejido al ver su herida al rojo vivo de su pierna y, cuando vio que ya no podía seguir batallando, desapareció en una nube hecha de sombras.
Observé al corredor que se había quedado frente a mí, mirándome, como si estuviera tratando de ver lo que había en mi interior.
- ¿Podrías dejar de verme así? - Le dije, algo brusco.
- Lo siento - Se disculó, bajando la cabeza. - ¿Eres Edmund, verdad? - Asentí con la cabeza.
- Y tú eres Thomas... - Fue más una afirmación que una pregunta. - ¿Tienes alguna idea de cómo salir de este campo de batalla? - Le pregunté al ver que varios tributos ya habían empezado a luchar entre ellos.
- Sígueme - El corredor me jaló del brazo, corriendo nuevamente en el campo verde de batalla, pero él no fue hacia la lucha por las armas, sino que empecó a correr donde se encontraba el muro de piedra.
- Espera... - Traté de detenerlo, pero él ya iba demasiado rápido para mi gusto y, si no apuraba mis pasos, iba a perderlo de vista. - ¡Thomas! - Le grité, intentando llamar su atención. Fue inútil.
- ¡Corre, Edmund, las puertas están por cerrarse! - ¿Puertas? No había ninguna puerta en las paredes de piedra que se alzaban hacia las nubes, solo habían unas inmensas aberturas que llegaban hasta el punto máximo de la muralla.
- ¡¿Qué puertas?! - No pudo responderme, ya que un ruido de metal contra metal rasgó el aire, incluso los tributos que seguían en una batalla en medio del campo se detuvieron sólo para desifrar la fuente de aquel sonido.
- ¡Vamos, no tenemos tiempo! - Thomas jaló mi brazo con más fuerza de la necesaria, podía ver cómo este poco a poco iba tomando un color rojo intenso que terminaría convirtiéndose en un moretón.
- ¡No puedo, Thomas, detende! - Jalé el impulso que Thomas me estaba dando para atrás, acto que sólo logró hacer que nos balanceáramos y perdiéramos el equilibrio cayendo de cara contra el pasto.
- ¡¿Qué haces?! ¡Tenemos que llegar al laberinto antes de que las puertas...! - Fue interrumpido nuevamente cuando vi por mis propios ojos cómo las inmensas aperturas comenzaban a cerrarse, como si fueran unas puertas de piedra con engranajes.
- No puede ser posible... - Solté a la nada, más para mí mismo, pero Thomas logró escucharme.
- Lo es, y tenemos que entrar si no quieres que los tributos te maten mientras duermes, ¡vamos, ya estamos cerca! - Me levantó, agarrando el cuello de mi camisa. No quería seguirlo, no pensaba que fuera buena idea entrar en ese lugar oscuro en donde quién sabe qué criaturas nos eperarían para atacarnos. Si más bien recuerdo, Thomas lo había llamado "Laberinto".
Y, justo cuando Thomas y yo atravesamos apenas las grandes puertas de piedra de la muralla, nos quedamos completamente a oscuras, sin poder ver absolutamente nada.
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The 76° Hunger Games (Multicrossover)
FanfictionCuatro años después de la caída del capitolio, el nuevo presidente da la noticia de la apertura de unos nuevos juegos del hambre, pero estos no serán como los demás puesto que en ellos los mejores de cada mundo serán seleccionados y deberán enfrenta...