Parte 15: Corre

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KATNISS 

Iba a dispararle. 

En serio que iba a hacerlo. 

- Baja el arco, Katniss - Dijo con voz firma Alec Lightwood, que me apuntaba con su arco directamente a mi pecho -. Los dos sabemos que solo uno de nosotros saldrá vivo de esto, y pienso ser yo el que lo haga. 

Lancé una flecha de mi arco en su dirección, pero el cazador logró desviarla con éxito sin sufrir ninguna herida agachándose y acercándose más a mi dirección, quedando así a diez centímetros de mi rostro. 

- No quiero matarte, Katniss - Alec no me apuntaba con su arco, pero yo sí a él, y eso me ganaba una gran ventaja en la pequeña batalla que estábamos por tener. 

- No lo harás - Alec se vio algo confundido por mi respuesta - Porque tú estás desarmado, y yo no. 

Alec sonrió y, de la nada, sacó una daga de su traje, apuntándome al cuello. 

- ¿Quién dijo que estaba desarmado? 

Me rendí, bueno, no me rendí del todo, pero sabía que tardaríamos años en salir de esa batalla. 

- No hay salida, Katniss - continuó, presionando la daga contra mi cuello. Sentía a la perfección cómo la daga del cazador reposaba sobre mi piel con firmesa mientras sentía su filo en él y el frío que la daga había cautivado. 

- Siempre hay una salida, Alec - Le dije en un pequeño susurro, porque sabía mil formas de salir de una situación como esa, porque habían sido muchas las veces en las que me había enfrentado a una. Pero, justo antes de que Alec me enterrara la fría daga de metal en mi cuello, un fuerte rugido proveniente del bosque desvió nuestra atención. - ¿Pero qué demonios...? 

Las hojas de los árboles se movieron con brusquedad debido al fuerte rugido de lo que sea que hubiera sido eso. 

- Corre. - Apenas dijo esa única palabra, Alec volvió a sacar una flecha de su carcaj, al igual que yo, y corrimos a la primera cabaña de palitos más cercana que habíamos encontrado y, apenas pusimos un pie en su interior, cerré la puerta a nuestras espaldas para que la criatura no lograra encontrarnos, sin embargo, algo o, mejor dicho, alguien lo hizo antes que él. 

- ¡¿Pero qué creen que hacen?! - La voz de una chica a nuestras espaldas llamó nuestra atención, haciendo que me Alec y yo nos pongamos en forma de defensa de inmediato, quedando cara a cara de la chica rubia y el chico sin un ojo. - ¡Nosotros ocupamos la cabaña de primero!

Alec corrió hacia la chica apenas comenzó a gritar palabras lo suficientemente alto como para que la criatura que andaba por el bosque nos oyera. 

- Shhh - Susurró el cazador. 

La chica rubia tenía los ojos abiertos como platos debido a la sorpresa que le había lanzado Alec. Su compañero tenía la misma mirada confundida que la chica, pero él había actuado con agilidad y sacó su pistola de su mochila, apuntando a dirección de Alec en modo de defensa de la rubia y, apenas sacó el arma, lo apunté con el arco. 

- Bien - comenzó el chico - No queremos hacerle daño a nadie, ¿verdad? - La tensión se podía sentie en el ambiente, de eso estaba segura - Nadie quiere morir hoy, hay que demostrarles a los creadores de los juegos que no tienen control sobre nosotros y no somos unos asesinos y, en vez de matarnos entre nosotros, matar a la criatura que sí quiere matarnos - Sus palabras no lograban convencerme, pero, al escuchar los rugidos de la bestia más cercanos a la cabaña, todos los que estábamos armados nos alejamos de la puerta y apuntamos hacia ella por si la criatura decidía aparecer. 

***

NEWT 

Mis piernas me quemaban. 

Llevábamos más de media hora corriendo por el bosque del dragón que lanzaba fuego de sus tres cabezas que casi lograron alcanzarnos la primera vez. 

- ¡Corre, Mellark! - Le grité al rubio que intentaba sostener mi peso porque, al tener la pierna herida desde hace ya varios años, no podía correr por mi mismo, o al menos no con facilidad, porque, aquella vez en el desierto luego del laberinto, casi caía al suelo de no ser por Minho que estaba pentiende de que no cayera. 

- ¡Eso intento! 

Nuestras respiraciones estaban agitadas, subiendo y bajando mientras inhalaban el humo del fuego que se extendía por los árboles y el suelo del bosque, fuego que había sido lanzado de la cabeza media del dragón o lo que sea que hubiera sido esa criatura. Peeta y yo no dejábamos de toser el humo del fuego que nos rodeaba peligrosamente cerca, no lograríamos correr mucho más tiempo. 

- ¡Hay que ver cómo escapar del fuego! - Decía entre tosidos Peeta - ¡Hay que subir al árbol! - Una llama de fuego nos rozó el brazo. El fuego naranja crecía cada vez con más rapidez y ya casi no habían salidas. - ¡Vamos!

Peeta me llevó al árbol más cercano que estuviera lo suficientemente alto para que el fuego no nos alcanzara, aunque en cierto motivo tampoco era una buena opción subir a un árbol porque, al final, el fuego terminaría alcanzándonos. 

Al llegar al árbol, Peeta me asentó en el suelo contra el tronco. 

- Si me ayudas, podré subirte - Me dijo, mirándome con sus ojos azul cielo - Pero si no, ninguno podrá hacerlo. 

No quería ser un peso para él, era mejor que me dejara ahí para que él viva y yo muera. 

- No... - Dije con un hulo de voz - Sube tú, Peeta, déjame aquí. 

Peeta pareció desconcertado ante mi petición. 

- ¿Qué? - Negó ligeramente la cabeza - No pienso dejarte aquí a morir, Newt - Tomó con fuerza uno de mis brazos y me levantó, apoyando todo mi peso sobre sus hombros nuevamente. 

- Mellark... déjame aquí... sobrevive, tienes algo por lo qué vivir, yo ya no tengo nada. 

Los ojos de Peeta parecieron cristalizarse y hundirse en un pequeño mar de lágrimas. 

- No, tú vendrás conmigo - Y, dichas estas palabras, comenzó a trepar el árbol cargándome en sus hombros. 

***

HARRY 

Escuchaba atentamente cómo se deslizaba entre el piso de piedra del laberinto. 

El Basilisco. 

La gigantesca serpiente que nos asechaba entre las sombras a mí y a Ben Parish. 

- Harry... - Antes de que Ben siguiera hablando, le hice una pequeña negación con la cabeza para que guardara silencio, a menos que quiera ser convertido en una estatua de piedra. 

El sonido de serpiente que soltaba el Basilisco cada vez que su gigante y largo cuerpo lleno de escamas que pasaba entre una de las paredes hacía que mi piel se me ponga de punta, y es que no era la primera vez que me topaba con un Basilisco, pero tenerlo ahí de frente nuevamente sin que yo tenga ningún tipo de defensa contra él, me ponía nervioso hasta tal grado donde mis manos comenaro a temblar por el miedo, y es algo ilógico ya que los Gryffindors deberíamos de ser valientes y enfrentarnos al peligro, no como ahora que ni siquiera podía mover un músculo de mi cuerpo por el miedo que se me había acomulado en mis venas y se extendía por todo mi cuerpo hasta ponerlo a temblar. 

El Basilisco siguió arrastrándose por las paredes, estando cada vez más cerca gracias al buen olfato y oído que este tenía, y eso lo hacía más aterrador, pero, justo antes de que el Basilisco asomara su cabeza en el lugar donde Ben y yo nos encontrábamos, un fuerte sonido que provenía a pocos metros de nosotros resonó por todo el lugar, como si hubiera sido alguien o algo que cayó en el frío suelo de piedra, y solo eso bastó para atraer la atención del Basilisco y hacer que este cambiara de rumbo hacia el sonido. 

Solté un suspiro de aliviación y dejé caer mi cuerpo ligeramente por la pared. 

The 76° Hunger Games (Multicrossover)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora