THOMAS
No habían pasado muchas horas desde que la imagen del chico que reconocía como Sam se había mostrado en el cielo, lo que tal vez significaba que el chico de Ohio había muerto.
- Ahora somos 23... - Soltó en un pequeño susurro Edmund a mi lado. - La primera muerte en tan poco tiempo... ¿Cómo es posible? ¿Cómo crees que haya muerto?
Negué con la cabeza.
- No lo sé, y no quiero averiguarlo.
Ruidos de maquinaría sonaban por todas partes en el laberinto, tal vez era el inicio de un cambio de sección, pero no era tan experto en ese tema como lo era Minho.
- Perdí a mi hermana en el campo... - Dijo el chico pelinegro con un hilo de voz, aunque se mostró fuerte en todo momento y eso fue algo que admiré de él, que, a pesar de la situación, mantuvo su cabeza en alto y nunca lloró en todo lo que llevábamos en el laberinto. - Solo espero que no le pase lo mismo que a Sam...
Solté un suspiro de cansansio.
- Creo que hay que dormir un poco, mañana debemos de buscar la salida de aquí para regresar al Área.
Edmund me miró con cara de confusión y con el ceño fruncido.
- ¿La qué?
Era cierto, él no había vivido lo mismo que yo en ese lugar y, por tanto, no tenía mi misma experiencia.
- Lo siento, olvidé que era tu primera vez aquí. El área es el campo donde nos pusieron al inicio de los juegos, así lo llamaron los habitantes de mi área.
- ¿Habitantes? ¿De qué estás hablando?
- Creo que te debo un par de explicaciones...
Edmund sonrió.
- Sí, creo que sí, Thomas... ¿Habían estado antes aquí tú y Newt?
Asentí.
- Sí, yo estuve solo tres días...
Se formó un silencio de unos segundos.
- ¿Y el rubio? ¿Cuánto tiempo estuvo él aquí?
- Tres años.
Edmund me miró con cara de asombro, sin creerse la cantidad de tiempo en la que mi amigo rubio había estado encerrado en este laberinto.
- ¡¿Tres años?! ¡¿Sin encontrar una salida?!
- Es más difícil de lo que crees... El laberinto cambia en las noches, cuando se cierran las puertas, y la secuencia cambia al mismo tiempo, los muros y las curvas dejan de ser las mismas, por lo que existían unos chicos que se llamaban corredores que tenían que entrar al laberinto todos los días en las mañanas para encontrar una salida del lugar, por eso tardamos tres años, porque el laberinto cambiaba constantemente, y no la encontramos hasta que yo llegué tres días antes que una chica que se llama Teresa que, junto conmigo, descubrió la salida de este lugar.
- Wow... - Edmund bajó la cabeza, aun sin creer en mis palabras. - Y es que yo y mis hermanos provenimos de un mundo mágico donde los animales hablan y una reina de la nieve me quería matar, un rey malvado quería asesinar a mi hermano mayor, mi otra hermana casi termina casándose con un tipo y Lucy casi muere ahí incontables veces.
No pude evitar reirme por las experiencias que había vivido Edmund, porque, ¿desde cuándo los animales hablan?
- Sin duda lo tuyo le ganó a lo mío en cuanto a la rareza - Ambos reímos por mi comentario.
Pero aquel momento fue interrumpido cuando un chico pelinegro de estatura alta para su edad apareció corriendo de una de las esquinas de piedra y se detuvo frente a nosotros. Apenas se nos acercó, Edmund y yo sacamos nuestras armas, él una espada y yo una lanza.
- ¡Detente ahí, chico! - Le gritó Edmund - ¡¿Quién eres?!
No lo había notado, pero parecía como si el chico pelinegro hubiera estado llorando, porque tenía los ojos rojos.
- ¡Soy Mike! ¡Soy Mike! - Alzó ambas manos - ¡Bajen las armas, no voy a hacerles daño!
- No tienes pruebas de eso... - Le espeté, mientras me acercaba a él con la lanza que le apuntaba a su cuello - Mejor empieza a retroceder y volver por el camino en el que veniste.
Las lágrimas comenzaron a caer del rostro de Mike.
- Por favor... estaba con Sam... pero... él... - Sabía cómo terminaría su frase, pero lo detuve antes de que se armara un mar de lágrimas en sus ojos.
- Sí, lo sabemos, vimos su imagen en el cielo...
- No puedo estar aquí solo... no tengo ningún arma, ni siquiera tengo la mochila... no podré sobrevivir por mucho tiempo aquí sin nada, por favor dejen que me quede con ustedes.
Miré a Edmund y lo jalé del brazo a un lugar apartado de Mike para comenzar a decidir qué hacer a continuación.
- No podemos aceptar que se quede con nosotros, Thomas, es una locura, no sabemos de lo que es capaz de hacer... - El chico pelinegro miró detenidamente a Mike, analizándolo de pies a cabeza sin quitarle los ojos de encima.
- Ed... no podemos abandonarlo, ¿acaso no ves cómo está? No sobrevivirá si lo dejamos solo, y no creo que nos haga daño...
- Él estaba con Sam, ¿no se te hace raro que aparesca justo luego de que Sam muera? Pudo haberlo matado él, ¿cómo estás seguro de que no seguiremos nosotros?
Me encojí de hombros, Edmund tenía razón en eso, no estaba seguro de que Mike no fuera peligroso, pero de lo que sí estaba seguro es que él no podía quedarse solo.
- No voy a abandonarlo, no lo dejaré morir.
Edmund y yo tuvimos una pequeña batalla de miradas para ver quién caía primer, pero ninguno lo hizo, ambos nos quedábamos firmes, mirándonos y penetrándonos el alma.
- Bien - Se rindió finalmente Edmund - Se quedará, pero apenas vea algo sospechoso en él, no dudaré en sacarlo del grupo.
Asentí estando de acuerdo con el chico. Luego de nuestra pequeña discusión, nos acercamos hacia Mike que ya estaba un poco más calmado.
- Puedes quedarte con nosotros - Le dije, Mike suspiró aliviado.
- Gracias, en serio.
Me extendió su mano y se la estreché.
- ¿Cómo murió Sam? - Soltó Edmund de la nada, sin tener la más mínima sensibilidad hacia lo que pudo haber pasado Mike tras la muerte de Sam.
- Las arañas gigantes...
- Penitententes - Lo corregí, Mike me miró confundido. - Se llaman penitentes, viven aquí en el laberinto, nunca van al área, solo salen en el laberinto por la noche.
Mike asintió, entendiendo.
- Los penitentes nos alcanzaron, habíamos llegado primero a un lugar con puertas de metal y justo en donde las puertas terminaban nos encontramos con una gran sala con una computadora extraña que tenía números en ella, pero no tuvimos tiempo de escribir una clave porque la apertura que llevaba al pasillo donde estábamos se comenzó a cerrar y los penitentes comenzaron a aparecer y luego... capturaron a Sam... él salvó mi vida.
No podía creerlo.
Las placas, los números...
Era la salida.
Todo seguía igual.
- Mike acababas de salvarnos a todos, encontraste la salida del laberinto.
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The 76° Hunger Games (Multicrossover)
FanfictionCuatro años después de la caída del capitolio, el nuevo presidente da la noticia de la apertura de unos nuevos juegos del hambre, pero estos no serán como los demás puesto que en ellos los mejores de cada mundo serán seleccionados y deberán enfrenta...