Capítulo 3

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Haberse quedado despierto demasiado tarde, con tantos pensamientos conflictivos girando alrededor de su cerebro naturalmente provocaron que Arthit se durmiera más tarde de lo que en un principio pretendía. Así que cuando los brillantes rayos del sol golpearon directamente en sus ojos cerrados, se despertó con un sobresalto, convencido de que seguramente habia dormido todo el día.

Cuando vio a un Kongpob acurrucado aún dormido en su colchón soltó un suspiro de alivio al darse cuenta de que, si Kongpob seguía ahí, un era temprano por la mañana.

Pero pronto toda aquella tranquilidad se convirtió en confusión cuando se dio cuenta de que ya era casi mediodía, algo que hacia todo más raro. Era bastante típico para él levantarse tarde, pero que Kongpob siguiera ahí a esa hora todo un sacrilegio a todos sus valores. En realidad, Arthit no podía recordar la última vez que vio a Kongpob durante el fin de semana. ¿Por qué todavía estaba él en cama? ¿Qué había pasado con sus innumerables trabajos?

Arthit se preguntó unos segundos mientras seguía contemplando el cuerpo de Kongpob echado en el colchón si debía despertarlo. Después de pensarlo un poco llegó a la conclusión de que no lo haría. Con lo ajetreada que ha sido su vida el año anterior, era un milagro que durmiera profundamente ya que nunca tenía tiempo. Y ese era un fin de semana en el que Nam no iba a hacerles la vida incómoda a ambos, así que era mejor, Kongpob se merecía descansar todo lo que pudiera.

Y con respecto a Nam, Arthit aún tenía que lidiar con esa enorme carga sobre sus hombros. Estaba muy molesto con su novia, tanto que no quería pensar en ella, aunque tuviera que arreglar las cosas tarde o temprano. Seguramente ella había pasado toda su noche molesta, maldiciéndolo a él y a Kongpob. Arthit tampoco quería llamarla, se dio a sí mismo la excusa vaga de que estaba muy cansado por tener que ir a buscar a Kongpob y que necesitaba dormir antes de pensar en que era lo que iba decirle a Nam.

Pero ya era de mañana y tenía que resolver el problema. Por lo tanto, dejó a Kongpob durmiendo, escondido bajo las sabanas y esperó a que durmiera lo suficiente, o al menos, lo común para un humano cualquiera. Arthit hizo un poco de café y un desayuno básico que dejó sobre la mesa. Tomó sus llaves y se dirigió a la casa de Nam, listo para tener la confrontación del siglo.

Después de un pequeño debate interno pasó a comprar un almuerzo para ambos y un enorme ramo de flores. Tenía que ir preparado con un soborno vistoso, eso siempre parecía funcionar. También se aseguró de repasar lo que diría, a pesar de que sabía que cuando comenzaran a discutir se desviaría y olvidaría del tema.

Para sorpresa de Arthit no fue una expresión amarga la que lo recibió al abrir la puerta, sino una sonrisa inesperadamente agradable. Nam incluso se acercó a él para darle un beso de bienvenida. No se quejó o insinuó que Arthit había dejado pasar más de unas horas para disculparse. Ni siquiera parecía recordar que estaban peleados.

Y mientras él caminaba al interior de la habitación envuelto en una confusión silenciosa, ella comenzó a preparar la mesa para servir el almuerzo. Poco después ella inició una conversación que no tenía nada que ver con su discusión anterior. Y como usualmente hacía, Nam evitó notablemente mencionar el único tema que ha sido una espina de discordia constante en su relación. Pero después de varias horas en las que Arthit trató de reprimir sus emociones, no pudo soportarlo más y finalmente la interrumpió.

–Escucha Nam, sobre Kongpob...

–Si, lo sé, voy a ayudarlo. –ella lo interrumpió de golpe.

Arthit no pudo evitar abrir la boca ante la sorpresa, estaba totalmente asombrado.

–¿Lo harás?

–Sé lo que vas a decir y entiendo que es tu amigo de la infancia. También me puse a meditar en la cuestión de que él, por alguna razón, no puede costear un lugar donde quedarse, menos uno tan caro como el tuyo. Se que tú sólo lo estás ayudando porque, por supuesto, eres una persona increíble. Así que sí, he decidido que lo ayudaré. Yo no soy monstruo, Arthit.

Si el mañana nunca llegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora