Arthit miró su teléfono por enésima ocasión en los últimos cinco minutos, algo que seguramente repetiría apenas unos segundos más tarde. Él sabía exactamente a qué hora regresaba Kongpob a casa todos los lunes por la noche y, sin embargo, había pasado una frustrante hora sentado sobre su cama mientras fingía trabajar en su proyecto, dando miradas furtivas entre la puerta y reloj en su teléfono, se maldiciéndose una que otra vez por su preocupación. Aunque esta era entendible. No había sabido nada de Kongpob desde el día anterior.
Arthit no se despertó lo suficientemente temprano el domingo por la mañana para interceptar a Kongpob dejando los paquetes de comida en el refrigerador, ni fue capaz de quedarse despierto hasta tarde cuando él finalmente regresó de sus mil trabajos diferentes, uno de los tantos que tenía durante la semana. Así que, cuando Arthit finalmente logró abrir los ojos ese día por la mañana, con el aroma del desayuno flotando y entrando en sus fosas nasales, supo de inmediato que se había perdido de ver a Kongpob una vez más.
Por lo que, básicamente, ese día sin importar lo tarde que Kongpob llegara a casa, iba a forzarse a permanecer despierto para poder evaluar con sus propios ojos la reacción de Kongpob al verlo.
Arthit pasó muchas horas pensando antes de decidirse en enviar ese mensaje a Kongpob el viernes pasado. Y aunque sabía que estaba perfectamente justificado el que lo hiciera, siempre le dolía un poco decirle a Kongpob que no fuera al departamento, más porque sabía que él no tenía literalmente ningún lugar más a dónde ir. Kongpob casi siempre terminaba buscando refugio en la universidad, escondiéndose en la oscuridad para pasar la noche.
Aun así, ¿Qué se suponía que debía hacer exactamente? Arthit tenía una novia de exigencias bastante altas que disfrutaba mucho pasar los fines de semana en su apartamento. Además de que esa era una de las condiciones de las que ambos habían hablado cuando Kongpob comenzó su vida universitaria un año atrás.
Kongpob apenas podía pagar sus gastos de subsistencia aun incluso después de realizar todos los trabajos posibles durante el día, sin importar si estos eran o no bajo el sol. Por lo que, al enterarse de que él tendría que pagar por una habitación, una que sería demasiado cara sí esta estaba cerca de la universidad, Arthit estuvo más que dispuesto a ofrecerle un lugar para dormir todas las noches sin cobrarle un centavo. Después de todo, se conocían desde siempre. Siendo amigos casi toda su vida.
Además, ya que Arthit y Kongpob habían crecido juntos, los padres de Arthit estaban más que felices de patrocinar los gastos universitarios de Kongpob. Y si era totalmente justo, a Arthit le beneficiaba tener a Kongpob manteniendo el apartamento limpio. Arthit necesitaría un milagro para poder recordar la última vez que tuvo que lavar su propia ropa o limpiar su habitación, excluyendo el resto del apartamento. Él consideraba que era la forma en la que Kongpob le pagaba el alquiler, por lo que no veía problema en ello. Kongpob era un excelente compañero, y se encargaba de respetar el único acuerdo que habían alcanzado a establecer antes de su mudanza. Y ese era, que se harían saber el uno al otro cuando llevaran un acompañante a su habitación.
El único problema que Arthit encontraba en su sistema de mutuo acuerdo era que Kongpob nunca llevó a nadie. Y quizás la razón se debía a que estaba demasiado ocupado con sus interminables trabajos, ya que, ciertamente, y aunque él no lo reconociera, era muy popular entre las mujeres. Lo que dejaba a Arthit como el único inconsciente compañero de apartamento que repetidamente echaba a Kongpob por la noche. Y eso lo hacía sentirse inmensamente culpable.
¿Por qué Kongpob simplemente no regresaba a casa esos fines de semana en donde a Arthit no le quedaba otra alternativa? Con Nam cada vez más y más exigente, apareciendo en el departamento cada dos fines de semana, Arthit estaba seguro de que no pasaría mucho tiempo antes de que Kongpob finalmente se rompiera.
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Si el mañana nunca llega
RomanceKongpob y Arthit han sido amigos toda la vida, algo que hizo que inevitablemente Kongpob creciera admirando a Arthit, y que con el tiempo se enamorara de él. Después de un tiempo de haber estado separados, sus destinos han vuelto a unirse. Y ambos l...