Capítulo 19

671 117 29
                                    

— ¿Arthit? ¿Qué estás haciendo aquí?

—Yo...

Arthit aún se tambaleaba por la impresión de ver a Dey allí de pie en lugar de Kongpob. Por su parte, ella claramente tampoco lo esperaba, ya que, después de unos pocos segundos Dey repitió su pregunta usando un tono más autoritario y fuerte.

Pero, era evidente que sólo lo hacía para advertir a alguien en el interior sobre la presencia de Arthit en aquel lugar. Y justo en el instante en que Day gritó el nombre de Arthit, Kongpob emergió del interior de la casa de campo, corriendo hacia la puerta. Él tenía la camisa mal abrochada, una que seguramente se había puesto con rapidez para salir cuanto antes.

Arthit apretó la mandíbula, imaginando la razón de que Kongpob estuviera sin camisa y con Dey, evitando conscientemente sus llamadas y mensajes. Hubo incluso una fracción de segundo en la que Arthit quiso sólo dar media vuelta y marcharse. Pero no había conducido tan lejos para rendirse a la primera señal de una pequeña competencia. Así que simplemente se cruzó de brazos y levantó las cejas inquisitivamente, esperando que Kongpob comenzara con sus excusas.

— ¿P'Arthit? ¿Por qué... por qué estás aquí?

Los dedos de Kongpob todavía temblaban cuando desvió sus manos hacia los botones mal abrochados de su camisa, lo que hacía que más rastro de piel quedara a la vista. Su mal aspecto incluía una barba de una semana alrededor de su rostro, con sus ojos aturdidos viéndolos con confusión. Como si acabara de despertarse de una larga siesta, o acabara de terminar alguna especie de actividad que drenara todas sus energías. Y entonces al pensar que quizá Kongpob había tenido sexo con esa mujer, la mandíbula de Arthit se tensó un poco más.

—Así que todavía estás vivo.

— ¿Disculpa?

—Me alegro de que no estés muerto en alguna zanga.

— ¿Yo? ¿Por qué?

— ¿Perdiste tu teléfono?

—No... No entiendo, ¿de que estas hablando?

— ¿Bromeas, Kongpob?

Pero en lugar de comenzar a disculparse, Kongpob se quedó callado. Arthit estaba completamente preparado para seguir interrogando a Kongpob, pero este no dejaba de darle una mirada confundida. Así que con el enojo subiendo por su garganta, Arthit se volvió hacia Dey buscando respuestas. Ella inmediatamente se acercó a él y le dio una sonrisa que Arthit no pudo entender.

—Creo que Arthit perdió un poco la paciencia porque no le has respondido en seis días.

— ¿Seis?

Kongpob volvió a enfrentar a Arthit, pero esta vez, la culpa en su rostro era mucho más evidente. Pero sin quitar su frustrarte expresión de confusión. ¿Por qué estaba tan confundido Kongpob? Arthit apretó los puños, cuando ellos dos se miraron, Kongpob y Dey, ignorándolo descaradamente.

—Sí, Kongpob. Seis días, ¿o ya ni siquiera recuerdas la última vez que hablamos?

—No. No, P'Arthit, no es eso. Es...

— ¿Es qué? ¿No encontraste dos malditos segundos en seis días para contestarme?, ¿sabes? Estaba preocupado. No tenía idea de dónde estabas o si algo andaba mal, así que vine a buscarte. Y te encuentro aquí... durmiendo.

El veneno con el que escupió la última palabra, mientras miraba brevemente a Dey antes de volver a mirar a Kongpob, con rencor, fue evidente. Arthit estaba furioso, e iba a tener que escuchar una excusa verdaderamente convincente para perdonar a Kongpob por lo que estaba pasando.

Si el mañana nunca llegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora