Capítulo 17

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Los dos se miraron el uno al otro. Aturdidos en el momentáneo silencio. Ambos reviviendo en sus cabezas la sorprendente declaración que Kongpob acababa de hacer, y una para la que ninguno de los dos estaba preparado.

Arthit seguía sorprendido, con una sonrisa naciendo en sus labios, mientras que Kongpob tenía más conmoción mezclada con miedo, algo que era notablemente visible en la expresión aterrada de su rostro. Él, en definitiva, no estaba listo para que su sucio secreto fuera expuesto de esa manera.

Arthit seguía abriendo y cerrando la boca, aun tratando de asegurarle a su cabeza que lo que acababa de escuchar era cierto. Kongpob intentó dar medio paso hacia él para explicárselo, y con suerte, encontrar una manera de retractarse en lo que había dicho en esos últimos minutos, cuando fueron estruendosamente interrumpidos por el ruido de su teléfono sonando a través de la habitación.

Ambos giraron la cabeza hacia el objeto vibrando ruidosamente sobre la mesa. Rompiendo la tensión aun palpable sobre la habitación. Kongpob se giró hacia Arthit por un breve segundo antes de caminar hacia la mesa y contestar el teléfono. Susurrando respuestas silenciosas y cerrándolo en cuanto terminó la llamada. Él se dio la vuelta para enfrentar a Arthit, poniendo en su rostro la expresión más suave que jamás haya aparecido en su cara, fingiendo una sonrisa y ahogando todos sus sentimientos en el fondo de su corazón. Pero antes de que pudiera abrir la boca, Arthit se adelantó, exclamando bruscamente una negativa, como si él le leyera la mente.

— ¡No! ¡Ni si quiera lo pienses!

—Pero P'Arthit, yo...

— ¡No! Y no hay nada que discutir, Kongpob. Si crees después de arrojar esa bomba sobre mí simplemente vas a salir huyendo de aquí, estas mal de la cabeza.

—P'Arthit, escúchame, yo...

— ¡No, no, no! No. No lo harás. No, esa es mi última palabra. No te voy a dejar ir. Especialmente no después decirlo... no después eso... de, de... ¡No, no te vas a ir y ya! ¿Entiendes?

—Realmente necesito...

—No...Kong.... por favor.

Arthit puso su mejor expresión tierna, casi al punto de poder ver la duda naciendo en la cabeza de Kongpob, vacilando y cayendo a su manipulación. Pero, por desgracia, cuando Arthit creyó que Kongpob cedería, él se sacudió la cabeza para despejarse, y volvió a insistir.

—P'Arthit, tengo que volver a casa.

— ¿Por qué? Vamos, sólo... solo quédate por ahora. Recuperarte de tus heridas y luego volveremos juntos. Yo mismo de llevaré a casa. Lo prometo.

Arthit sabía que podía convencer a Kong. Incluso sospechaba que estaba cerca de romper sus defensas. Y ganarle. Arthit estaba seguro de poder hacer que Kongpob se retractara. Podía hacer que Kongpob se quedara y lo amara. Él sabía que podía.

O eso creyó, hasta que Kong susurró en voz baja la razón de su insistencia.

—P'Arthit, tengo que ir a ver a mi mamá.

Todos los argumentos de Arthit se fueron por el drenaje. Esa fue la segunda vez que se quedó sin palabras en menos de diez minutos. Arthit se maldijo a sí mismo.

¿Kongpob tenía mamá?

Por supuesto que tenía que tener una mamá.

Kongpob no había salido de la tierra, pero Arthit nunca había sabido de ella, ni si estaba... viva.

Pero, ¿cómo podía ser posible que en todos estos años nunca hubiera visto ni oído hablar de ella? Y claramente nunca vivió con él en su casa. Arthit recordaba vagamente que su madre le había contado algo sobre las visitas de Kongpob a su madre, pero eso había sido hacía mucho tiempo atrás, y insiriera recordaba si era a un panteón, hospital, o si estaban separados sus padres.

Si el mañana nunca llegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora