M&M.

Capítulo #3; Relaja la raja.

Capítulo #3; Relaja la raja.

Sábado.

—¡Sándwich!

—¡Aaaah! —gritó el niño, y salió huyendo.

—¡No huyas, niño! —gritó Melanie—. ¡Eres el jamón de mi sándwich!

—¡Y el queso también! —completó Mason.

Los mejores amigos rieron y chocaron cinco, como ya les era costumbre. Observaron a su alrededor, buscando a su próxima víctima. Melanie hizo una seña con la cabeza, apuntando a unas ancianas que caminaban tranquilamente.

Mason asintió y ambos se separaron, caminando por caminos separados.

—¡Hola, señoras! —gritó Melanie, con entusiasmo—. ¿Cómo las trata la vida?

—Umh… bien —contestó una de ellas.

—¡Perfecto! —dijo—. ¿Puedo hacerles una pregunta?—. Las señoras asintieron—. ¿Saben lo que es un sándwich?

Las mujeres se miraron extrañadas por la pregunta, pero asintieron.

—¿No les gustaría ser parte de uno?

—¿Parte de uno? —preguntó una de las señoras.

—¡Si! —contestó—. ¡Sándwich!

Mason salió de sabrá-Dios-donde y junto con Melanie, se acercaron a las ancianas y las apretujaron, figurando formar un sándwich.

—¡Ah! —gritó una de las mujeres.

—¡Mocosos malcriados!

—¡Escuincles del demonio!

—¡Corre, Mason!

Melanie comenzó a correr y su mejor amigo intentó hacer lo mismo, pero una de las ancianas tomó su pie con el bastón que portaba, provocando que Mason cayera al piso boca abajo.

—¡Mason!

—¡Huye! ¡Vete sin mí! ¡Salvante!

Melanie se detuvo y rodó los ojos. A veces su mejor amigo era demasiado dramático. Ese chico iba para actor, definitivamente.

—¡Niño irrespetuoso!—. Y le dieron un bastonazo.

—¡Ah, señora, no!

—¿Qué pasó con respetar a los mayores?—. Y otro bastonazo.

Le dieron otros cuatro bastonazos y luego una Melanie metida en una botargade rebanada de pan saltó a su rescate.

—¡Eh, señoras! —gritó—. ¡Paren que me lo dejan tonto!

Las ancianas se detuvieron y miraron a Melanie aun enojadas. La peli-azul sonrió nerviosa.

—Tranquilas—. Puso sus manos frete a ella.

Mason aprovechó que la atención de las ancianas se concentró en su mejor amiga y se escabulló lentamente en su disfraz de pan.

—¿Cómo pudieron ser tan groseros? —preguntó una de las ancianas mirándola a los ojos.

—Pues… verá… nosotros…

—¡Corre, Melanie! —gritó Mason, vaciando un vaso de agua de sabrá-Dios-que sabor sobre las ancianas.

Las mujeres soltaron un chillido alarmadas y Mason tomó la mano de Melanie, jalando de ella para que empezara a correr y dejara de ver a las mujeres empapadas.

Al parecer Mason no se había dado cuenta muy bien de que era el agua, porque las mujeres estaban manchadas de un color verde… ¿O era azul?

Corrieron unas cuantas calles, siendo la atracción principal de muchas miradas de las personas. Pero claro, ¿quién no miraría a un par de rebanadas de pan que corrían por la calle, tomados de la mano?