Capítulo #5; Te lo dije.

438 32 51
                                    

Capítulo #5; Te lo dije.

Negrita: Mason.

Cursiva: Melanie.

Capítulo #5; Te lo dije.

Melanie caminó entre el tumulto de personas, intentando no tirar nada de la bandeja con comida que traía en las manos. Como habían pasado la tarde haciendo bromas por teléfono a varias personas (entre ellas su mamá), no habían comido, así que decidieron ir a comer hamburguesas.

—¡Cuidado! —gritó, cuando un niño de doce años casi le tiraba los alimentos al suelo.

—¡Vieja bruja!—. El niño le sacó la lengua.

Melanie abrió la boca indignada. ¿Cómo se atrevía a llamarla vieja bruja? ¡Si solo tenía dieciséis años!

Tomó una papa frita y se la lanzó al niño en la cabeza, luego le hizo un movimiento como de: “¡Pégate el tiro, niño!”. El infante retrocedió y salió corriendo con el rabo entre las piernas. Melanie asintió, orgullosa y siguió su camino.

Unas cuantas mesas de llegar a la suya que compartía con su mejor amigo, pudo observar a una peli-negra de tetas grandes y trasero más operado que el de Nicky Minaj y Louis Tomlinson juntos (aunque este último parecía tener su retaguardia real y no prótesis).

Apretó la bandeja a los costados con sus manos, enojada porque siempre las zorras se acercaran a su amigo cuando ella no estaba. Sabía el buen físico que Mason poseía y que era muy coqueto a veces —siempre—, pero también estaba al tanto de cómo era su personalidad y no quería que terminara saliendo con una zorra como lo había hecho con Cinthia.

Las zorras solo lo lastimaban, ya lo tenía bien aprendido, y no iba a dejar que alguna otra puta de quinta en tiempos de hambre, le hiciera llorar.

Contó hasta diez y tomó una respiración profunda antes de empezar a caminar de nuevo.

—Mason —dijo.

Los ojos de su mejor amigo se posaron en ella y los de color miel de la zorra también, aunque esta última la miró con algo de enfado por haber interrumpido su momento con el lindo chico de ojos azules.

—Hola, Mel —saludó—. Ella es Candy.

La peli-plateada puso sus ojos verdes sobre el cuerpo de la susodicha, empezando desde sus pies, hasta su cabeza, dejando en su rostro una mueca de asco y repulsión en todo momento.

¿Qué acaso no tenía más ropa? Ese short negro le dejaba ver media nalga y parte de su raja-de-canela, además, la blusa de tirantes pegada —demasiado— que portaba, casi dejaba ver sus pezones, además de su ombligo perforado. Y a parte de todo, tenía demasiado maquillaje, casi parecía que un niño de cinco años había coloreado sobre su rostro.

—No me interesa el nombre de la zorra, que se vaya o le termino de estropear la cara —dijo, acomodando la comida sobre la mesa y sin mirar a nadie.

—¿Pero cómo te atreves, naca de cuarta? Ósea, ¿qué te pasa? —contestó la peli-negra, con una voz chillona y un tono fresón que daban ganas de engraparle los labios operados que tenía.

—Mira, zorrita de quinta en tiempos de hambre, porque si, estas esquelética, no delgada, maldita anoréxica —dijo, mirando directamente a la chica a los ojos—. Puedes seguir aquí intentando ligar con mi novio, lo cual no vas a lograr, por cierto. O puedes regresarte al burdel de donde viniste, antes de que te regrese yo.

La chica pegó un chillido de esos que dejaban sordos a las personas y renegó con los brazos, luego, miró a Mason, esperando a que la defendiera.

M&M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora