Capítulo #1; Plátanos creciendo del suelo.

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Capítulo #1; Plátanos creciendo del suelo.

—¡Mason! ¡Melanie! —gritó Grace.

—¡Nos vemos después de la escuela, mamá! —gritó Melanie.

—¡Adiós, Grace! —siguió Mason.

—¡No, no, no! ¡Vuelvan!

Melanie rápidamente cerró la puerta y ambos empezaron a correr, para que su mamá no los alcanzara. Mason cargaba con su mochila y la de su mejor amiga… y Melanie cargaba con el pastel de su mamá.

El par de amigos se conocían desde que usaban pañales, eh incluso antes, cuando sus madres estaban embarazadas y se juntaban entre ellas. Así que digamos que eran amigos de pre-nacimiento.

Vivían en el mismo vecindario e iban a la misma escuela, desde siempre. De toda la vida.

Después de correr un par de manzanas para que la madre de Melanie no se le ocurriera perseguirlos, pararon en una esquina. Tomaron aire y limpiaron las pequeñas gotas de sudor que se habían formado en sus frentes. Después de un par de minutos, sonrieron orgullosos por haber logrado su cometido y chocaron cinco.

—Tu madre nos va a matar cuando regresemos de la escuela —dijo Mason.

—Por eso mismo es que iremos a la tuya —contestó Melanie, abriendo la bandeja en que reposaba el pastel de chocolate.

Mason sacó un par de cucharas de su mochila y le tendió una a su mejor amiga, quien la aceptó gustosa. El pastel no era muy grande, pero era más que suficiente para los dos. Después de terminar el delicioso postre, guardaron las cucharas sucias dentro de la bandeja vacía y, ésta, en la mochila de Melanie, asegurando que la guardaría en su taquilla más tarde.

—¿Hoy es martes? —preguntó Melanie, intentado acomodar un mechón de su pelo color azul.

Cuando ambos tenían catorce años, la, en ese entonces, castaña, había llegado a casa de Mason, diciendo que el cabello castaño era muy típico y que ella no lo era. Así que el chico fue arrastrado hasta una peluquería, donde su mejor amiga se tiñó el cabello de rojo.

Con el tiempo se fue cambiando el color; verde, plateado, negro, rubio, morado, azul, entre otros. Cada que un color le aburría, cambiaba a otro y así sucesivamente.

—Si —contestó él—. Nos toca historia y química.

—Ya haremos algo para no entrar.

[…]

Eran apenas las diez con quince de la mañana y ambos chicos se encontraban en su aburrida clase de historia, con la señora Turner, quien explicaba sabrá­-que-cosas sobre personas que estaban muertas y a nadie interesaba.

Melanie le dio un pequeño golpe en las costillas a Mason y éste asintió, sacando una pequeña bolsa de color verde de su mochila. La profesora estaba de espalda a ellos, escribiendo cosas para nada interesantes en el pizarrón. El chico se levantó de su asiento, llamando inmediatamente la atención de algunos de sus compañeros.

Cuando uno de esos dos se levantaban en medio de las clases, era porque iban a hacer una estupidez que les provocaría risa. Así que todos se mantenían en silencio, pero prestando atención a los movimientos del par de mejores amigos.

Mason caminó silenciosamente hasta el escritorio de la maestra, asegurándose que ésta no lo atrapara. Dejó la bolsa en su asiento y dio media vuelta, regresando a su lugar.

—¡Mason! —gritó la profesora—. ¿Qué haces levantado?

El peli-negro se quedó quieto en su lugar, de espaldas a la mujer. Después de unos segundos, dio media vuelta, para encontrarse a la señora Turner con las manos en la cintura y el ceño fruncido.

M&M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora