Epílogo

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Este era un día especial, hoy, 1ro de septiembre, los gemelos comenzarían su primer día en Hogwarts. Estaba nerviosa, cualquier madre lo estaría en esta situación. Los gemelos habían crecido mucho y estaban cada día más inteligentes

—Se parecen mucho a ti— dijo Draco. Ambos veíamos a los niños desde la puerta de la habitación de Scorpius donde Jane se encargaba de que llevara todo lo necesario

—Muy bien— exclamó la niña— ¿Cambios de ropa completos?— preguntó y Scorpius asintió revisando su baúl—¿Libros para el aburrimiento?— preguntó de nuevo, levantó la vista del papel y vio una enorme pila de libros acomodadas perfectamente en el baúl

—Saben que en Hogwarts hay biblioteca ¿Verdad?— los interrumpió Draco entrando a la habitación y sentándose en la cama del pequeño mientras tomaba a Jane y la sentada  en su regazo de manera protectora. La relación de padre e hija era demasiado, solían ser igual de tercos, audaces y decididos

Mientras que Scorpius; era una réplica de mi actitud, era inteligente, tranquilo y usualmente tenía más razón que uno

Me acerqué a ellos y deje un beso en la cabeza de Scorpius quien se sento al lado de su padre dejándome un espacio en la cama

—Si sabemos papá, pero en Hogwarts no hay libros muggles— dijo Jane viendo a su hermano el cual asintió

—Bien, espero que se diviertan tanto en Hogwarts como nos divertimos su padre y yo— dije sentándome cerca de ellos y abrazando ligeramente a Scorpius

Llegamos al andén encontrándonos con Luna y Theo, quienes acompañaban a Lissander en su tercer año en Hogwarts. Harry y Pansy de encontraban en la misma situación que nosotros, ambos acompañaban al pequeño Sirius en su primer año

—Bien chicos— dijo Draco mientras ambos nos agachabamos a su altura— Que sea el mejor año de sus vidas

—Disfruten y hagan lo correcto. Escríbannos seguido y no olviden que los amamos mucho— los cuatro nos unimos en un hermoso abrazo que terminó de dejar salir mis lágrima

—Los amamos— dijeron los gemelos al unísono para luego correr a la entrada del expreso. Esa imagen siempre quedará en mi mente, los niños subiendo al tren tan alegres que me era imposible sentir felicidad, tan entusiasmados por empezar su aventura que tenía el corazón hecho añicos

Antes de que el tren emprendiera su viaje ambos buscaron una ventana por dónde sacar sus manitas y agitarlas hacia nosotros

—¡DILE A PAPÁ!— gritaron y antes de que desaparecieran de nuestra vista me voltee hacia Draco

—¿Qué tienes que decirme?— preguntó alzando una ceja, se veía tan hermoso que no pude evitar sentirme nerviosa, trate de regular mi respiración antes de sacar un hoja de mi bolsa

Se la entregué con mi mano temblorosa y al verlo soltar una sonora carcajada

—¡Sorpresa!— chille riendo. Sentí sus brazos rodearme y levantarme ligeramente por los aires

—¡Tendremos otro bebé!— dijo. Sus labios buscaron los míos y dejamos que el momento fuese fluyendo por si solo. El tren desapareció, el andén fue quedando vacío cada vez más y en un abrir y cerrar de ojos ambos íbamos de la mano caminando por el Londres muggle

Entramos a una cafetería donde solíamos tomar el café todas las tardes, nos sentamos en una de las mesas mientras disfrutábamos del delicioso Capuchino, los grises ojos del amor de mi vida no dejaban de ver mi marrón mirada, su mano dejaba pequeñas caricias en la mía al mismo tiempo que a nuestro alrededor no existía nada más que el amor que ambos sentíamos

El tiempo se detuvo, música arrullaba nuestros oídos al son del lento movimiento del amor, su perfecta sonrisa se hizo presente haciéndome imitar su acción. Los minutos entre conversaciones pasaron más rápidos de lo que hubiese querido pero aún así, todo era perfecto

Su teléfono sonó y pude verlo gruñir, rodee mis ojos ante su infantil acción mientras el sacaba el aparato del bolsillo

—Es de SanMungo— informó— Me necesitan ahora— ambos nos levantamos y caminamos a la salida del café al mismo tiempo en qué mi teléfono sonaba

—Me necesitan en el ministerio— dije. Ambos quedamos frente a frente, sus manos rodeaban mi cintura mientras que yo las descansaba en su pecho

—Creo que celebraremos en la noche—. Su tono pícaro me dio escalofríos que hicieron a mi corazón volar

—Hasta la noche Dr Malfoy— dije dejando un beso en sus labios

—Hasta la noche Ministra de Magia— devolvió mi beso y en ese preciso momento todo mi mundo recobro más color del que tenía

El cielo era perfecto, al aire era puro, la gente sonreía y los pájaros cantaban

La maldición de los MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora