_2 Capítulo_ Regalo para el sultan

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Mientras iba en el carruaje solo podía ver la luna, que estaba llena.
No tenía miedo pero necesitaba entender que sucedía, hasta el momento solo supe que morí y reviví en otro sitio, con otra ropa puesta y me vendieron. Suena completamente falso pero es lo que está sucediendo.

El viaje era largo y sentía que era interminable, el hombre que nos vigilaba no dejaba de mirarnos y eso me ponía incómoda, sin embargo aquel hombre, que parecía rudo y molesto, no nos tocó ni un pelo.
Conforme íbamos avanzando y el tiempo pasaba, me iba dando cuenta de que estaba olvidando detalles de mí vida.
¿A dónde estaba yendo en el auto? ¿A qué escuela fui? ¿Donde vivía? ¿Cómo se llama mí padre o mí madre? Ahora sí comenzaba a asustarme, quería aferrarme a mis recuerdos pero me deje llevar.
Pensé que solamente estaba teniendo una amnesia temporal por el golpe que me di al caer al agua.

El carruaje paro y nos hicieron bajar  aquellos hombres, que parecían ser guardaespaldas.
Bajamos ante un palacio que también podría ser una mansión, que no era tan grande ni tan ostentoso.
Entramos a aquella mansión y por dentro era bastante cálida, allí nos recibió una mujer que parecía ser una sirvienta, junto a otra que parecía ser la esposa de aquel señor poderoso.

La señora se nos acercó y al igual que su esposo, nos observó una a una, al verme comenzó a hablar con la sirvienta en aquel idioma que no entendía.
Intento hablarme pero no pude entender ni una palabra.

Habló con todas las muchachas excepto conmigo, pero más o menos entendí que quería que nos bañaramos.
Yo en todo momento estuve callada y siguiendo a las chicas, confundida, sin miedo pero sin entender que sucedía.
Mientras nos bañabamos sentía que eso era lo normal, me estaba olvidando de que antes me bañaba en una ducha, ahora me tiraba agua con un plato.
Las cosas eran diferentes pero igual yo no recordaba como era antes, termine por olvidar completamente todo, hasta mí propio nombre.
Lo único que recordaba era hablar en mí idioma y canciones que solía escuchar.

Nos llevaron a todas a una habitación con muchas camas, al parecer nos vendieron como sirvientas.
Pero las personas que nos habían comprado nos trataban bien, nos cuidaban al parecer.

Pase unos días allí, sirviendo, limpiando, sin entender bien aún, pero a este Punto ya no me importaba, porque ni siquiera recordaba quien era.
El tiempo pasó, y comencé a aprender algunas cosas. Sabía que estaba en Estambul, que era la sirvienta de un Pasha, y que el sultán actual estaba muy enfermo.

Mucho no me interesaba, ya que mí vida dependía del Pasha y su esposa.
La señora, que al principio parecía ser muy seria, termino siendo muy cariñosa conmigo, me dio un nombre, Kamra, que significa Luna, ya que siempre me quedó colgada mirando a la luna.
Entonces ella me educó, durante los meses siguientes, ella me enseñó a hablar su idioma, a escribir y a leer, a cantar y a dibujar, también me enseñó a servir mejor.

Constantemente me decía que yo era hermosa, nunca le creí, mí cabello es negro y mí piel muy pálida, no tendría mucha gracia.
Sin embargo ella opinaba que el contraste que hacia mí cabello con mí piel era perfecto.
Me enseñó a maquillarme y a vestirme, tenía la ilusión de casarme con un Pasha, ya que me había hecho muy amiga de ella.

Mis compañeras, solían pelearse conmigo porque yo era la favorita de la señora, eso les causaba cierta envidia, ya que yo tenía mejor educación que ellas y a mí aveces me dejaban hasta cenar junto a ellos.

Llegó un día, el sultán actual había muerto y su hijo mayor debía ascender al trono, el sultán Ayhan.
Era un hombre joven, quizás de unos 25 años, pero tenía experiencias gobernando provincias.

Esa misma noche, la señora se acerca a mí y me mira muy seriamente.
- Debo decirte, Kamra, que serás un regalo para el sultán Ayhan.
- ¿Cómo? No la entiendo señora... Si hice mal mí trabajo sepa disculparme, mejoraré...
- No, no es eso, con mí esposo, el Pasha, sabíamos que este día llegaría, te eduque durante un buen tiempo, para cuando el sultán Ayhan ascendiera poder ofrecerle un gran regalo.
- Pero...disculpe el atrevimiento pero ¿Porque justamente yo?
- Porque tu eres, la joven más hermosa de entre todas, lo hemos visto desde un principio.
- Realmente cree usted eso?
- Si Kamra, serás un regalo especial para el sultán.

Así que el día llegó, me despedí de mis pocas amigas y de mis enemigas, y con las manos vacías y un hermoso vestido que fue un regalo de la señora, fui hacia el palacio.
En el camino fantaseaba que quizás el sultán me notaría, lo cual era muy difícil pero soñar es gratis.
Llegué hacia tales grandes puertas, era un palacio enorme, era como un palacio de mármol, todo era bello.
Tenía la impresión de que muchas cosas sucederían dentro de aquellas paredes.

Sultana KamraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora