_7 capítulo_ Collar Esmeralda

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Al llegar a la puerta del sultán, mis piernas temblaban, tenía la sensación de que me iba a interrogar o me iba a castigar, esperaba lo peor.
Casi a Punto de largarme a llorar entre y el estaba dándome la espalda, en una posición de interrogatorio.

Al darse la vuelta me observó de arriba a abajo. No parecía enojado pero si muy atento.
Por dentro mío también estaba arrepintiendome de no haberme arreglado nada, quizás lograba escapar de una muerte con encantos femeninos, ¿Quien sabe?

-Ven, siéntate - Me dijo mientras movía un almohadón en el suelo, al lado de una mesa con platos y comida.
-Si... Majestad.
Rápidamente me fui a sentar a donde el me había mandado, caí de golpe y me golpee un poco el brazo.
-Eres un poco torpe- Me dijo riendo.
-Perdon -Dije mirando al suelo, muy nerviosa.
-No temas, ya me explicaron todo lo que sucedió, quería cenar contigo para conocerte mejor, actuaste de una manera muy valiente Kamra y tendrás una recompensa.
Lo mire sorprendida y volví a bajar la mirada, no estaba permitido mirar a los ojos al sultán.
- Come,Kamra, Para eso te invite aquí.
Comencé a comer junto con el, mientras comenzábamos a hablar.
-Tienes algún talento?- me preguntó.
-Se hacer algunas cosas majestad, se me da bien cantar y bailar, también dibujar y... Otras cosas...- Dije nerviosa, recordando las clases de erotismo que me daba la señora, esposa del Pasha.
-¿Que otras cosas?- Dijo intrigado.
No sabía cómo explicarle, me dio mucha timidez.
-No es nada majestad
-Quiero saber, dime.
-Es solo que... No es importante...
Comenzaba a notar que se estaba poniendo algo inquieto, y molesto por no querer hablar.
-Asi que no me dirás... - me dijo en un tono amenazante.
Me quedé en silencio mirando hacia la mesa y él se levantó con fuerza dando un golpe.
-¡¿Como te atreves?! Vete al harem ahora. -Dijo empujando su propio almohadón y yendose hacia su terraza.
Me levanté rápidamente y casi corriendo me fui al harem, al llegar mí corazón latía muy rápido, entre el susto y los nervios, parecía que iba a explotar.

No sé porque simplemente no le dije lo que había aprendido y ya, pero me salió naturalmente no querer decirle, me olvidé por un momento que el era el sultán.
Turhan me ve y se acerca a mí.
-Te estuve buscando, ¿Estás bien?
-Si, algo nerviosa, el sultán me echo enojado de sus aposentos.
-¿¿Pero que hiciste??
-Nada solo no le conté algo, que el me pedía que le dijera.
- ¿Porque? Te gusta meterte en problemas Kamra.
- Parece que si, ahora está muy enojado conmigo.
-Mira el lado bueno, al menos sabe de tu existencia, estará enojado pero aquí de ¿200 mujeres? Conoce a muy pocas.
- Tienes razón, al menos pude conversar con el, aunque lo arruine.

En ese momento, otra vez interrumpe Ayse, la jefa del Harem, pero venía con un collar, con una joya verde, esmeralda en forma de un círculo en el centro.
-El sultán me pidió que te diera esto, dijo que es su forma de agradecerte.
Era una joya muy hermosa, no lo podía creer, pero se notaba que estaba enojado, si no, me lo hubiera dado el en el momento.
- Kamra, eso significa que aún tienes oportunidad.
- Pero es obvio que está enojado, ¿Que haré?
-Ya se dará la oportunidad.

Luego los días pasaron y no volví a ver al sultán, pero según el jefe de los eunucos, el sultán estaba muy ocupado con su campaña y dentro de poco iría a la guerra.
Entendí entonces porque ni siquiera se estaba viendo con otras mujeres, con sus favoritas las cuales siempre me miran de muy mala manera.

Las mujeres del harem me odiaban, excepto Turhan, quien se había vuelto mí mejor amiga. También logré la confianza de la mayoría de los eunucos, dejé de espiar para el jefe de los eunucos momentáneamente y comencé a estudiar más.
Aprendí a tocar el arpa y a cantar mejor en ese idioma.

La otra novedad es que encontraron a las mujeres que se querían escapar junto con los hombres que las ayudaron y gracias a esto comenzó la guerra, al parecer los guardias eran infiltrados de un rey de otro lugar.
En teoría fui parte del comienzo de una guerra y me sorprende mucho haber estado del buen lado.

Intentaron robar mí joya un par de veces pero no lo lograron, ya que siempre la llevo encima, porque es mí único objeto de valor y tambien mientras más me ignora aquel sultán, más valor sentimental le doy a aquella joya.

Llegó el día, todas nos enteramos que este día el sultán se iría a la guerra y no se sabría cuando volvería. Las favoritas estaban llorando desde un lado y las concubinas probablemente preocupadas.
Otras se veían despreocupadas, como por ejemplo Turhan, y otras parecían estar planeando algo oscuro.

-En fila- dijo Ayse con ese tono agresivo que suele poner.
El sultán iba a pasar por el harem para salir de palacio.
Al llegar, se veía más bello que lo que yo recordaba, estaba con un traje que era bellísimo.
Todas las mujeres en fila mirando al suelo, mientras el caminaba en medio de aquella fila, yo también debía mirar al suelo pero no pude evitar levantar la mirada y observarlo.
Al pasar enfrente mio, se quedó mirandome, hicimos contacto visual unos segundos y siguió su camino.
Se fue y luego todas las mujeres del harem suspiraron.

La Sultana madre, Sila, comenzaba a poner orden y mientras más envejecia más estricta y agresiva se volvía.
Aunque dentro de todo siempre me lleve bien con las sultanas, ella parecía no querer a nadie.

Sultana KamraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora