Sábado 5:00 pm

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Aun disgustado por todo lo que había ocurrido, Lemy se había encerrado en la van colocándose sus audífonos a todo volumen en un intento de evadirse de los problemas que a sí mismo se repetía, sólo debían corresponderle a su padre.

Tan pronto reprodujo el CD del viejo walkman, los dientes le castañearon por la ronca y estruendosa voz a grito de la intérprete, la que por reflejo lo hizo ponerse de pie rápidamente de un salto golpeándose la cabeza con el techo de la van.

Molesto se arrancó los audífonos y sacó el disco que había pensado era uno de sus grupos favoritos que había olvidado sacar, pero sólo se trataba de un disco casero con la leyenda: "Sólo tus favoritas para que no me extrañes, mi pequeño fanático rebelde".

—Maldición, mamá. —Murmuró entre dientes sobándose la cabeza.

Tocaron la puerta de la van varias veces con el puño, pero él ignoró esto mientras en la guantera buscaba algún CD que valiera la pena. Seguramente sus discos favoritos estaban en su maleta. No tenía ánimos de entrar de regreso a casa. Los golpes se hacían más y más insistentes, de continuar así terminarían por abollar la van.

—¡No hay nadie!

Furioso esperaba amedrentar con eso a su padre o a cualquiera de las chicas que intentara hablar con él, en especial no tenía ánimos de escuchar a Lyra en particular.

—Lamy soy yo, Lacy. Déjame entrar.

Avergonzado por haberle gritado a sí a su prima, se apresuró a abrir la puerta de la van para dejarla pasar. Su contento de ver a Lacy se perdió apenas notó al lado de ella a su tío.

—Gracias, cariño.

Lincoln le agradeció a su hija el que fuera ella quien le pidiera al chico abrir, pero tan pronto iba a entrar, Lemy trató de volver a correr la puerta. Entre ambos comenzaron un forcejeo.

—¡Hijo, sólo quiero hablar contigo un momento!

—¡No me llames así, bestia!

Lacy miraba alternativamente a uno y al otro. Con un poco de duda, se situó al lado de su padre y terminó de ayudarle a abrir el vehículo lo suficiente, para que de un salto éste entrara al interior. Al hacerlo, sin querer Lincoln empujó al chico al fondo, cuando éste se recompuso volvió a dedicarle una expresión disgustada.

—De nuevo gracias, cariño.

Le sonrió agradecido a su hija. Apenada, ella agitó su mano intranquila antes de cerrar finalmente la puerta.

—Sí, no hay problema papá.

A pesar de sus intentos de aparentar que todo seguía como siempre, hasta por su voz Lincoln comprendió que ella se sentía tan incómoda como el resto de las chicas a causa del estado de la tía Lily. "Un problema a la vez", se dijo a sí mismo.

Lemy cruzado de brazos parecía aguardar a que hiciese algo. Bien, Lincoln pensó que era un comienzo el que estuviese dispuesto a escucharlo.

—¿Te puedes levantar? Estás aplastando con tu trasero mis walkmans.

Lincoln sacó el aparato debajo de él, parecía haberse arruinado. Lemy se lo arrebató de las manos y se puso los auriculares de vuelta. Prefería escuchar a su madre cantar nanas de cuna versión rock pesado a escucharlo a él. Por mucho que presionó el botón del reproductor no sirvió de nada.

—Perfecto.

—Oh... lo lamento, Lemy. Te compraré otro.

—¿Otro walkman de CD? Por supuesto, con lo fáciles que son de encontrar.

Tres días de CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora