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Carlos:

Julia se retorcía entre mis dedos, echaba la cabeza hacia atrás y gemía, gemidos controlados, aún cuando yo quería sentir su garganta desgarrada, quería darle ese placer, quería hacerla llegar a tal punto donde olvidara ser esa chica retraída y tímida. Mis manos dejaron ese punto y subieron por sus caderas, cintura, rocé sus increíbles pechos, incitándola, y terminé el recorrido acariciando esa fina espalda, llámenme extraño pero a mi lo que me atraía mucho en una mujer era una bonita espalda, la de Julia era perfecta, suave, sensual, fina y era tan delgada que si se movía podía visualizar algunas vértebras, desvié mi boca hacia su clavícula y me entretuve con esa erógena zona de ella.Julia gimió mi nombre y yo me sentí en el paraíso, cerré los ojos y me concentré en su piel y su aroma, era exquisita. Julia enganchó una pierna a mi cintura y aproveché de acariciar sus largas piernas, otra de sus características que eran mi perdición.

Estaba apunto de comprobar qué tan flexible era cuando todo se acabó, abrí los ojos, estaba oscuro, acababa de tener un maldito sueño erótico y me sentía increíblemente frustrado por despertar en la mejor parte, miré hacia abajo y vi mi polla levantada como una puta torre. Gruñí frustrado.

- La puta madre...

Había tenido un maldito sueño con Julia, y no cualquier sueño, ¿cómo demonios de un momento para otro se evidenciaba tan claro que estaba colado por esa chica? Restregué mi cara tratando de calmarme antes de pararme e ir a solucionar mi problema al baño, porque estaba claro que la única forma de bajar a mi amigo era terminando lo que había empezado en mi sueño.

- Cambio de planes, cariño, tú no te vas con Javi...- murmuré para mi mientras entraba al baño.

Estaba decidido, no iba a ser tan imbécil como para dejarla marchar cuando estaba física y mentalmente enganchado por ella, y por muy... marica que sonara no era que quisiera tenerla en mi cama –aunque lo quería- era toda ella, su compañía, sus preguntas que me exasperaban pero en cierta forma me entretenían, su ingenuidad que yo podía burlar, su mirada curiosa, sus ya clásicos "Oye,Carlos"... era imbécil perder el tiempo preguntándome cómo demonios Julia Medina había logrado engancharme, tenía que ser práctico, además no me iba la mierda de pararme a pensar en sentimentalismos, las cosas eran fáciles: si me gustaba la chica entonces iba a por ella y ya, lo mejor de todo es que... en teoría nosotros ya éramos novios, ¿qué mejor que utilizar eso para hacerlo todo más fácil? Debía encontrar la forma de convencerla de alargar todo esto de la farsa un poco más y ya, estaba seguro que si me lo proponía podía gustarle, además tenía la seguridad que al menos físicamente, Julia si reaccionaba a mi, lo había comprobado en los últimos días.

Después de salir del baño con mi problema ya solucionado miré el reloj del velador, las cinco y media de la mañana, ya no servía de nada echarme a dormir, estaba demasiado... activo, además en un par de horas debía estar en la escuela, por lo que decidí ir a hacer algo de ejercicio, siempre me hacía bien cuando estaba mentalmente jodido por algo, y había que reconocer que estar por primera vez atraído de verdad por una chica entraba en la clasificación de "oficialmente jodido".

Llegué a la escuela lo suficientemente temprano como para encontrarme completamente solo en la sala antes de iniciar las clases, me senté, estaba apunto de sacar los audífonos para conectarlos y escuchar música en mi celular cuando la puerta de abrió y Alba Reche  entró, nos observamos y ella me sonrió a forma de saludo, alcé las cejas de vuelta. Lo cierto es que con eso de la farsa, era Julia la que pasaba más tiempo con mis amigos, en realidad yo jamás había pasado un recreo o descanso con sus amigas, ella tampoco me lo había pedido, supuse que sabía que yo no soportaba a las chicas más de dos minutos con su parloteo estúpido e incesante, aunque debía reconocer que Alba se salía un poco de ese grupo, al menos lo poco que había hablado con ella –al ser la mejor amiga de Julia- me parecía una chica inteligente, lista y madura... y por supuesto se había ganado muchos puntos de admiración con eso de mandar a la mierda a Joan, aún no podía entender cómo había pasado, pero sí, cuando parecía que Alba sería una más en la lista, fue la primera chica en toda la escuela en darle de patada en el culo a mi amigo, y de paso patearle el ego, desde entonces siempre que Joan se ponía muy hincha huevos podía sacarle en cara eso y dejarlo callado.

CUANDO FUIMOS NADA||JulrightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora