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Narrador en 3ª persona:

Cinco años después...

- Tus manos...

Él sonríe mientras siente ese tacto suave de las manos de ella.

- ¿Qué? – pregunta él observando ambas, la suya se ve masculina y grande al lado de esa fina y delicada de mujer.

- Me gustan...

Se ríe.Julia siempre encuentra un momento para decirle algo que le gusta de él, y eso le agrada, le hace sentir más especial a sus ojos, más de lo que ya sabe que es, cinco años de relación parecían demasiado pocos para todo lo que sentía había vivido y experimentado con ella.

- A mi me gusta todo de ti...- replica.

- Pero hay algo que te gusta más, ¿A que sí, Carlos?

Sonríe. Júlia y sus eternas preguntas. Se mueve y logra hacer que la chica quede cobijada en un abrazo, acurrucada en todo su costado.

- Tus ojos, tu sonrisa, esa que sólo me das a mi, me gustan tus piernas esbeltas, me gusta tu cabello y tu aroma a...

- Pero esas son muchas cosas, sólo di una.

- No puedo.

- ¿Por qué?

- Porque tú eres perfecta.- replica como si fuese lo más obvio del mundo.

Y ella se sonroja, años recibiendo ese tipo de comentarios inesperados de él y continúa sonrojándose como la chiquilla de 16 años que alguna vez fue, y ya no son adolescentes, ambos ya están a un par de años de terminar sus carreras universitarias en Madrid.Júlia Medina y Carlos Right viviendo juntos en un apartamento, estudiando ambos en la misma universidad, ¿quién lo diría?

Un beso en la mejilla que él logra se transforme en un roce de labios que termina en un apasionado beso. Siente su pecho latir inmediatamente fuera de ritmo normal, esas finas curvas de mujer lo vuelven loco, loquísimo, inmediatamente esas mismas manos que ella antes alababa se encuentran tocando mucha más piel que la que alguna vez pensó podría tocar y ella lo permite porque es él, porque es el hombre que ama.

Y aunque sigue siendo el mismo Carlos con el ceño fruncido y algo parco ha cambiado en muchas cosas, no tiene problemas en admitir sin reparos que la femina a su lado lo vuelve loco, que se marea con esa esencia de mujer, se hipnotiza con ese perfume que no es artificial, que proviene de ella, se droga con toda ella y le gusta, le gusta sentirse perdido por ella porque algo dentro suyo repite con una convicción visceral que se pertenecen.

Y el saborea su clavícula y se entretiene acariciando esa estrecha cintura mientras las piernas de ella lo rodean,Julia se estremece ante el tacto de él, sus manos recorriendo su espalda, esa fina espalda que sabe –porque él se lo ha dicho muchas veces- es la perdición de Julia. Y a pesar que han pasado casi toda la noche juntos, haciéndolo y amándose y llenando la habitación de suspiros y gemidos aún así vuelven a unirse en aquella incitante danza. Ella echa la cabeza hacia atrás y Carlos sonríe al notar que ella está apunto de llegar al orgasmo, él sujeta esas piernas que le parecen deliciosas y las levanta un poco más intensificando el embiste, Julia gime y él se traga ese gemido con sus labios, ambos están al límite y él se deleita con esos pechos perfectos, bañados en sudor.

Y pasan los minutos y el sol les da de lleno a ambos, porque la noche anterior ni siquiera se dieron el tiempo de cerrar las cortinas al llegar a desnudarse y amarse en la oscuridad. Entonces ella se desploma sobre su pecho, porque en algún minuto fue Julia la que terminó moviéndose sobre él, entonces Carlos la abraza y la acoge en su pecho, los cabellos castaños de ella le hacen cosquillas.

CUANDO FUIMOS NADA||JulrightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora