One Shots - McDanno

//Vuelve//

Las lágrimas llenan sus ojos hasta desbordarse por completo sobre sus mejillas dejando un camino hasta su mentón para finalizar cayendo y mojando sus pantalones en un acto sumamente molesto, pero lo ignora. Las limpia una y otra vez mientras maneja en la oscuridad de la carretera a quién sabe dónde. No lleva rumbo, sólo sabe que no puede seguir a su lado, ya no.

Sólo su presencia le lastima, esa que lo enamoró, que lo atrapó. Le duele ver que sus ojos no lo ven a él, que sus manos no lo tocan a él, que su corazón no es para él. Los recuerdos de lo que acaba de pasar asaltan su mente enviando fuertes punzadas a su corazón ya hecho trizas por tantos golpes que le han atacado y esto ha sido el golpe certero que lo ha mandado a lona.

– ¿Qué dijiste, Steven? – Dijo el rubio creyendo haber escuchado mal al otro.

– Lo que escuchaste, Danny –. Repitió el castaño soltando un suspiro –. Elijo a Catherine.

Esas simples palabras se sintieron como si descargaran miles de balas en su cuerpo a la vez. Sintió como su corazón se detuvo por un milisegundo, como su mundo se derrumbaba por esas simples tres palabras.

La había elegido a ella y no a él. Él, que estuvo siempre cuando a Catherine se le antojaba irse dejando al comandante con el corazón roto y cuando volvía era como si nada hubiera pasado.

– Pero... creí que... – Las palabras se habían escapado de su boca. Él, que no paraba de hablar nunca, ahora no sabía que decir.

– Lo siento, pero yo la amo a ella.

La respiración del rubio se volvió errática, sus manos se volvieron puños mientras cerraba sus ojos para evitar llorar frente al moreno al que creyó le amaba.

– ¿Y todo lo que pasó entre nosotros? – Le reclamó haciendo uso de sus manos y viéndolo fijamente –. ¿Los besos, las caricias? ¿Esa noche? – Enfatizó lo último como si fuera lo más importante que ocurrió entre ambos hombres.

– Eso... – Negó el otro desviando la mirada del detective – ...fue un error.

Por segunda vez en la noche, el corazón de Danny fue roto por la misma persona. Esa persona a quien ama como loco, esa persona a quien se le entregó hace un par de días en cuerpo y alma demostrándole que le amaba.

– ¿Qué? – Dijo apenas en un susurro.

– Lo siento, Danny –. Steve se animó a levantar su rostro encontrándose unos ojos azules llenos de lágrimas –. Nunca fue mi intención llegar tan lejos, pero... estaba ebrio, dolido por la ida de Catherine y una cosa llevó a la otra...

– Eso no fue lo que me dijiste esa noche –. Dijo Danny tomando todas sus fuerzas para no llorar –. Me dijiste que me amabas, que todo este tiempo te sentías confundido por tus sentimientos hacia mí. Que estar con Catherine no se sentía igual que conmigo.

– Perdón, Danny –. Repitió –. Ella estuvo conmigo desde mucho antes de conocerte, ella me ha demostrado que me ama así como yo la amo a ella.

– Entonces, lo nuestro, ¿no fue nada? ¿Yo no valgo nada?

Silencio es lo que le precede a sus palabras.

Steve bajó la mirada y eso fue más que suficiente para entenderlo todo. Es entonces que Danny dejó salir sus lágrimas. Sin esperar nada más, se largó de la casa de su jefe y se subió a su Camaro con la intención de conducir hasta que el camino se le acabara.