Desde hace mucho tiempo he estado pensando en querer volver a escribirte. No en hacerlo, sino solo en "querer". Y es que siempre digo que no tengo el tiempo ni los medios necesarios, aunque lo único que realmente me falta es un alguien.
Las cosas han cambiado mucho, aunque si me pongo a analizarlas, aún siento que no han pasado ni dos meses. Estoy en una eterna broma de la que no puedo escapar. Alguien hace un chiste sobre mí, reproduce todo a máxima velocidad, y luego, de pronto, la velocidad normal vuelve, y eso casi siempre sucede los fines de semana.
Hablé con tu cadáver hace unas semanas. Me contaste que finalmente la vida te trata bien, y es que ya era hora, porque sentía que moría cada vez que te veía llorar.
Ahora colecciono flores. La primera que guardé fue la tuya. Las guardo en una caja de regalo, como si en algún momento me fuera a atrever a abrirla. Tiene estampados de estrellas y constelaciones, y no te sientas tan honrando, solo es que tú fuiste quien me enseñó a detenerme y apreciar el cielo de vez en cuando.
¿Cómo se siente allá arriba? Donde mis recuerdos no te lloran y mis ojos no te ven. Donde mis manos no te tocan, ni tampoco mis pies. Lo digo porque, y me avergüenza, una vez intenté ser como tú. Porque si no te podía tener, al menos me tenía a mí mismo. Y así sería como si siempre estuvieras conmigo.
Antes me encantaba ahogarme en mis propias mentiras; creo que ahora solo intento respirar un poco más. El aire de esta ciudad es tan dificil de inhalar desde que ya no estás, y, créeme, esto no lo digo como un "te extraño", lo digo más como una medida de tiempo. Más como un "hasta que" o incluso un "desde aquí".
Así de importante fuiste para mí. Y sigo sin entender por qué todos mis escritos siguen hablando sobre ti. Es casi como si mi mano quisiera decirme algo que no quiero escuchar, o que, en su defecto, no quiero aceptar.
Quiero hacer cosas nuevas, de hecho, querer ya es algo nuevo para mí de por sí.
Me sigue gustando imaginar cosas que nunca van a pasar, y otras más que yo mismo impido que ocurran.
Me desespera que no haya nadie que entienda el significado oculto detrás de estas palabras, porque me hace pensar que no he sido lo suficientemente claro. Ojalá, algún día, logre regalar mis recuerdos... soy demasiado cobarde como para desprenderme de ellos.
Atte: Axel Mtz
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Nota adicional: Esta es una de las muchas cartas que le escribí a Mercurio. Las mismas que menciono en mi poema "Refugio". Y por si aún no lo descubrían, el Mercurio del que hablo es una persona, no un planeta.
Supongo que por fin tengo la valentía para compartir mis recuerdos y mis memorias, lo poco que me quedan de ellas.
