1. Drunk Jihoon

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Beanie96 había cambiado mi vida, de eso no cabía duda; sin embargo, si había algo que ansiaba era mantenerla bajo raya y lo más normal que una persona con millones de seguidores pudiese ser.

No sabía qué había hecho para merecer tanta gente que amaba escuchar mi voz y verme jugar, al principio, comencé a grabar mis partidas como un entretenimiento, al cual se unieron primero diez personas –la gran mayoría formaban parte de mi grupo de amigos –a los que a los pocos meses se sumaron cien y, así, hasta celebrar los tres millones de seguidores como lo estaba haciendo en ese momento en solo dos años. Todo estaba pasando tan rápido que a veces, mi mente me exigía que borrase mi cuenta en Youtube y hacerme desaparecer pero, cuando lo pensaba en frío, me daba cuenta que eso no era necesario porque, en realidad, Beanie96 no existía. Nadie me gritaba por la calle, como había escuchado en alguna entrevista de otros youtubers, tampoco nadie se acercaba a mí por interés –al menos no en persona pues mensajes a mi correo del trabajo llegaban a patadas –y mucho menos me seguían hasta el portal mientras se escondían tras los coches para no ser vistos cuando volvía de la tienda de la esquina para comprarme algunas cervezas.

El querer vivir tranquilo y, especialmente a salvo, no era la única razón por la que mantenía mi identidad en secreto, sino también porque la única razón por la que podía disfrutar realmente de mis videojuegos era porque nadie veía mi rostro, en caso contrario, estaría tan rojo que lo único que mis seguidores podrían ver a través de la pantalla sería un enorme tomate tartamudeando. Patético. Sin embargo, Beanie96 podía ser lo que sea que la persona que estuviese viéndome quisiera que fuera. Normalmente, las chicas imaginaban a un interesante y atractivo joven, mientras que ellos creían que era el típico estereotipo creado en Twitter de otaku que no se duchaba y, aunque no podía confirmar o no si era atractivo, sí que había respondido en algún vídeo que, al menos, una ducha diaria era obligatoria. Al principio creí que sería estúpido tener que aclarar aquel detalle, pero llegado un momento comencé incluso a sentirme atacado. Detalle que a Jun y a Hoshi pareció hacerles mucha gracia.

Como dije, había quedado con todos mis amigos para celebrar que había llegado a los tres millones al fin y, aunque no sé qué os estaréis imaginando por "celebrar" pero, la realidad es, que simplemente estábamos en un bar tomando unas copas hasta que Jihoon estuviese tan borracho que tuviésemos que volver a casa. Aquello se había vuelto un ritual; sin embargo, ese cabrón estaba tan ocupado componiendo música que nunca tenía tiempo para nosotros, por lo que el estar todos juntos hacía que aquel día pudiese ser marcado en nuestro calendario de fechas importantes.

―Dios, qué vergüenza de colega. ―murmuró Seungcheol mientras que veía como Hoshi convencía a Jihoon para que se subiera en la barra del bar a bailar.

―¿De qué estás hablando, abuelo? ―gritó Jun entre carcajadas. ―Y cállate de una vez, quiero grabarlo para mi historia de Instagram.

―¿Estás loco? ―dije yo intentando no subir demasiado el volumen para no molestarlo. ―Cuando mañana lo vea te matará.

―Te juro que merecerá la pena. Siempre pasa lo mismo, Jihoon se pone hasta el culo, yo lo grabo, él se enfada y jura darme la paliza de mi vida la próxima vez que nos veamos pero, como eso está en un rango de mes y medio a dos meses, se le acaba olvidando y, no te lo vas a creer, pero vuelve a emborracharse y vuelta a empezar.

―¿No te da pena? ―preguntó Seungcheol señalándolo con las manos mientras que Jihoon pedía a la camarera que pusiera la intro de Código Lyoko. ―El pobre está encerrado todo el día y, para colmo, el único contacto que tiene con el exterior es cuando el friki va a verlo.

―Friki tu padre, gilipollas. ―dije mientras que le tiraba una patata frita a la cara. ―Lo que pasa es que te da envidia que yo sea su vecino y pueda ir a molestarlo, a ti ni siquiera te abre la puerta.

I'm not your fan! [MEANIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora