20. Regrets

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―¡Espera, espera! ―chilló Jihoon masajeándose la sien. ―Recapitulemos porque creo que uno de los dos se ha vuelto loco y, o eres tú si todo lo que mi cabeza está asimilando es cierto, o yo por estar escuchando historietas sin sentido. ¿Me estás diciendo que ayer besaste a Mingyu después de que él te pidiese que imaginaras que él es Min? ―Yo asentí, sintiendo como se aceleraba el corazón en mi pecho sin pedir ni siquiera permiso o sin traer un aviso que me preparase para la sensación burbujeante que me atravesaba por todo el cuerpo. ―¿Y me estás diciendo que prácticamente declaró sus sentimientos por ti? Quiero decir, primero te dice que le gusta un chico –Recalcó sus palabras, recordando la conversación que mantuvimos hace un tiempo en la que él ya veía esto venir y yo simplemente no lo escuché. ―Que hace chistes de mierda y luego te dice que te estaba invitando a una cita y lo de "¿ahora es cuando tengo que mentirte?"... Quiero decir, con lo de las bromas ya está bastante claro que se trata de ti pero... Luego es que te lo ha dejado en bandeja de plata y aun así tu... ¿¡Lo besaste!? Pero, ¿a ti no te gustaba Min? ―gritó aún sin comprender y, no lo culpaba, yo había pasado toda la noche intentando comprender y a lo único que había llegado era a un buen dolor de cabeza.

―Me gusta Min. ―Lo corregí. ―Simplemente no sé lo que me pasó, en ese momento pensé que sería buena idea.

―¿El qué te pareció buena idea, Won? Ilumíname, por favor. ¿Besar a un chico por el que no tienes sentimientos y que está coladito por ti? ¿Tengo que recordar que es tu vecino? O quizás... ¿Te refieres a la parte en la que de repente tu grandioso cerebro se da cuenta de la cagada que acaba de hacer mientras estáis semidesnudos en la jodida azotea por lo que huyes a tu casa y, a pesar de los mensajes y llamadas, no respondes? ¡Porque no lo entiendo! ―dijo enfadado. Suspiró, haciendo que su flequillo –demasiado largo ya –volase durante un segundo y dejase libre su frente. ―Escucha... Sois mayorcitos pero creo que te estás metiendo en la boca del lobo, si es que no te has metido ya.

―Lo sé y yo... ¡Lo siento!

―¿Por qué diablos me pides a mí perdón?

―No lo sé. ―chillé. ―No lo sé. ―Volví a decir en un simple susurro mientras me quitaba las gafas y comenzaba a masajear mis ojos.

―Won a quien tienes que pedirle perdón es a él... Es Mingyu quien se merece una disculpa y... ―Comenzó a mover sus manos en todas las direcciones como si estuviera buscando las palabras adecuadas. ―Aclaréis lo que sea que pasó ayer. ―Terminó rápidamente.

Jihoon tenía razón, no debí haber huido de aquella forma mientras que nos besábamos, joder simplemente tomé mi camiseta y salí corriendo como un desgraciado. Pasé toda la noche imaginándolo, Mingyu con su labio inferior sobresaliendo, sus ojos brillantes y sentado sobre la manta de picnic en la que habíamos pasado horas, rodeado por los restos de lo que había comenzado como una noche perfecta, para más tarde limpiar todo como si aquello fuese un borrón y cuenta nueva. Incluso en algunos momentos llegué a ponerme melodramático y lo imaginé llorando, preguntándose qué diablos había hecho mal, en qué momento se había equivocado conmigo o qué movimiento fue excesivo cuando en realidad el único imbécil aquí era yo.

Yo fui quien besó a Mingyu a pesar de que en mi mente estaba Min; sin embargo, había una parte que no había dicho, ni siquiera a mi mejor amigo pero, la verdad era que en ningún momento imaginé a Min mientras sus labios acariciaban mi cuello, mis manos sabían que allí por donde se arrastraran le pertenecía a la piel bañada por el sol de mi vecino no de un desconocido que sabía más de lo que debería.

Necesitaba aclarar mi mente, quizá haría un guión como cuando me preparaba para uno de mis vídeos y, entonces, lo buscaría y le diría todo. Con suerte, todo se solucionaría. Solo necesitaba tiempo pero, por supuesto, Mingyu me estaba esperando.

Estaba sentado en el suelo, apoyando su espalda en la pared y encogía las piernas hasta que chocaban contra su pecho. Sus ojos estaban cerrados y, al tener su cabeza inclinada hacia el techo, su flequillo se encontraba despeinado. ¿Era posible encontrarse extasiado por una frente?

Mingyu pareció escucharme a pesar de que intenté bajar los escalones lo más despacio que pude y, joder, aquellos ojos brillantes que tanto había imaginado ahora no eran una simple invención, estaban ahí y me estaban partiendo el alma.

―Hola. ―murmuró con la voz ronca como si no hubiese hablado en horas o, quizá, hubiese gritado tanto que simplemente acabó con esta. ―¿Podemos hablar? ―Me había acercado poco a poco y, entre el color rojizo en sus ojos, pude ver y sentir el dolor, casi palpándolo en el aire a pesar de que prácticamente no había hablado.

―Mingyu... Yo... ―Necesitaba pensar, aclarar mi mente primero, no podía cagarla más de lo que ya lo había hecho.

―Por favor. ―Suplicó y yo simplemente no pude negarme.

―Está bien. ―Introduje la llave mientras que él se ponía de pie. ―Entra.

El sonido de la puerta cerrándose a mis espaldas fue como esos vídeos que usan para publicitar  móviles o cámaras para demostrarnos su gran calidad en los que se ve como se pincha un globo a cámara lenta con una aguja brillante pero, sobre todo, afilada. La tensión se podría haber cortado con un cuchillo; sin embargo, no fue a manos de un arma blanca, sino por un sollozo. Mingyu me daba la espalda pero, aún así, podía ver el temblor de sus hombros mientras se escapaban de su boca algún que otro hipido.

―Mingyu. ―Toqué su brazo, un simple roce, pero este quemaba tanto que tuve que eliminar el contacto tan rápido como llegué hasta él. ―T-tú n-no llor-

―No. ―Negó rápidamente y de forma rotunda. Sus manos se movieron rápidamente a su cara para quitar las lágrimas y, aunque había hecho un desastroso trabajo en conseguir un buen resultado, acabó encarándome aún entre pequeños gemidos. ―Aunque sea muy grandullón soy un verdadero llorica, no te preocupes, lo hago todo el tiempo. Perritos o despedidas en películas, ¿has visto alguna vez las que aparecen en televisión por navidad? Siempre necesito una caja doble de pañuelos. ―parloteó rápidamente.

―Lo siento. Dios, Mingyu, todo esto es mi puta culpa, debería de haber pensado qué estaba hacien-

―¿Te arrepientes? ―Me interrumpió y, a pesar de que su rostro se había visto como el de un pobre perrito abandonado, de un momento a otro se volvió frío y sin sentimientos aunque yo lo sabía mejor, el que estaba hablando era el dolor por él mismo.

―No, Mingyu, en ningún momento me he arrepentido de lo que pasó entre nosotros. ―Él asintió, pensativo mientras que observaba sus pies.

―Posiblemente, yo sí que lo haga. ―murmuró más para sí mismo que para mí.

―¿En serio?

―No lo sé, ¿por qué no me lo dices tú?

No entendía nada, al menos, no hasta que me besó. 

Aquí tenéis un nuevo capítulo, espero que lo disfrutaseis porque es posible que no pueda actualizar de nuevo hasta el lunes ya que me vuelvo a ir de viaje. ¡Intentaré encontrar algo de tiempo para escribir y subir uno más antes de irme pero no prometo nada! Hasta entonces, ily.

I'm not your fan! [MEANIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora