24. Honey

691 84 21
                                    

¿Era posible que el baño se estuviera volviendo más y más pequeño? ¿Las paredes podían moverse por sí solas? Encerrándome y robándome el poco oxígeno que me quedaba.

―¡Beanie, sal de ahí! ―Se volvió a escuchar, habiendo perdido la cuenta de cuántas veces había escuchado aquel maldito nombre.

Os preguntareis cómo es que acabé con, ¿era esto un ataque de ansiedad? Encerrado en el baño de un restaurante de comida rápida. La cosa fue que, una chica sonriente y que podía en un principio llegar a parecer amable, no pareció gustarle que le negase que yo era Beanie96.

―¿Crees que soy idiota o qué? Todos te hemos visto, se ve claramente que eres tú. ¡Ey, el de la camiseta azul! ―chilló, haciendo que si había alguna persona en aquel lugar sin observar la escena, se girase también. ―¿Piensas que este chico es este? ―preguntó enseñándole la imagen que apareció en televisión desde su móvil en la que -claramente -se veía que era yo.

―Mmm. ―murmuró mientras que paseaba su mirada de una a otra. ―¿Por qué preguntas una tontería así? Es evidente que es él. ―Ella alzó sus pobladas cejas hacia mí como si yo le debiera algún tipo de explicación.

―Escucha... No soy esa persona, es posible que sí que conozca a Beanie pero...

―¿Y quién es? ¿Tu hermano gemelo? ¡Incluso tú maldita voz es la de Beanie!

―¿Beanie está aquí? ―Se escuchó la voz de un chico al fondo del restaurante.

Fue entonces cuando la gente comenzó a levantarse, acercándose y haciendo que mis extremidades temblasen sin parar.

Por favor, Mingyu, llega pronto.

―¿Puedo hacerme una foto contigo?

―¡Yo también!

―¡Callaos, yo llegué primero!

Gritos sin parar me rodeaban, mi visión simplemente se había emborronado, caras sin expresión y voces sin sentido cada vez más y más cerca.

Me levanté tan rápido que mi silla cayó al suelo y, gracias al ruido que dejó a todo el mundo quieto por un momento, pude correr hasta el baño a través de una pequeña puerta en el lado izquierdo. Golpes sin parar exigiendo que abriese a pesar de los gritos de la pobre señora mayor que atendía en la barra para que me dejaran solo.

Después de minutos que se hicieron demasiado largos, lo escuché, alto y claro.

―¿Wonwoo? ¿Wonwoo, estás ahí? ―gritó tan fuerte que obligó al resto a callarse. ―¡Quitaos de en medio! ―Y por la serie de quejas que lo siguieron, posiblemente empujó a todos aquellos que se encontraban en su camino. De repente, unos suaves golpes con sus nudillos sonaron en la puerta, como si tuviera miedo de asustarme. ―Wonwoo... ―susurró. ―Ábreme la puerta, te prometo que nadie más entrará conmigo, por favor, déjame pasar.

Y, si había algo de lo que estaba seguro era de que podía confiar en su palabra, a pesar de que los hechos podían decirme todo lo contrario sabía que Mingyu haría lo que fuera para mantenerme a salvo, al menos, eso me gustaba creer.

Con palmas sudorosas y temblando incluso más que en un principio, desbloqueé el pestillo rápidamente y, antes de que pudiese darme cuenta, Mingyu estaba dentro cerrando la puerta a sus espaldas.

Si antes pensaba que el baño era pequeño era porque no había imaginado en lo que sería aquel gigante en un sitio tan pequeño como este. Nuestros pechos se rozaban levemente, hasta que sus brazos rodearon mi menudo cuerpo en un abrazo que se sintió como si hubiese vuelto a la tranquilidad de mi hogar.

I'm not your fan! [MEANIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora