El espacio es tan extenso y tan cambiante que nunca podrías aprender todo de él, por ello las anoditas sienten tanta atracción por conocerlo. Una joven anodita de apenas unos 14 ciclos solares estaba vagando por el cielo, había escapado de su planeta siguiendo su instinto y no podía estar más emocionada. Pero al ser una completa novicia, el espacio estaba lleno de peligros: mercenarios, agujeros negros, novas y supernovas, etc.
Luego de varios días vagando por cierto sector aterrizó en la superficie de un planeta para descansar, era un lugar muy curioso a su parecer, las plantas eran de un color violeta mientras que el cielo era anaranjado, una combinación extraña ya que usualmente las plantas seguían el espectro de colores del cielo.
La joven Verdona paseó por el bosque hasta llegar a un claro en el cual algunos animales bebían de un brazo del río, ella sonrió y se acercó a uno el cual parecía un jabalí con dos cabezas y plumas, este se encontraba con dos de sus crías y sin pensarlo tomó una de ellas levantándolo en el aire.
- miren que cosita más linda – sonrió acariciando las plumas del cachorro, el cual chillaba llamando a su madre la cual gruñía desde el suelo muy enojada con verdona – tranquila, no pienso hacerle nada – dejó al extraño animalito en el suelo y este corrió a esconderse detrás de su madre.
Verdona dejó escapar una leve risa y miró hacia las copas de los arboles murmurando:
- estas hojas se ven suaves, podía hacerme una cama provisional con ellas – aunque claro primero debía encontrar un lugar para dormir, no sabía qué tipo de clima tendría el planeta así que lo mejor era buscar un refugio.
Luego de volar un rato encontró una cueva, la cual sobresalía de un acantilado y su mente se llenó de ideas sobre cómo hacerla más cómoda, empezando por colgar antorchas ya que apenas si podía ver algo allí dentro. Salió para recoger algo de madera, cosa fácil si estas rodeada de un bosque, solo un poco de maná con forma afilada y ya tenía una pila de leña en la entrada. Lo segundo en su lista fue recoger esas hojas suaves que había visto y las tendió juntas en una zona de la superficie, era una lástima que no hubiera vida inteligente en el planeta, podía haber conseguido algo de tela y unas almohadas.
Se dejó caer sobre las hojas estirándose, en verdad estaba muy cómoda, podría dormir un momento y luego busca algo que comer.
Cerró sus ojos y calló en un sueño profundo.
Cuando volvió a abrir los ojos ya había pasado un día completo, no había pensado que estaría tan cansada. Con sus energías renovadas se levantó saliendo de la cueva y estirando sus brazos y piernas para quitarse el entumecimiento por no haberse movido casi dos días.
Sin pensarlo dos veces se dejó caer del acantilado sintiendo el aire en golpeando su rostro y al estar a punto de chocar se alzó en vuelo dejando tras de sí una leve estela de luz.
- si hay animales aquí debe haber comida en alguna parte – murmuró para sí misma, en los cuatro años que llevaba en soledad se le había hecho costumbre hablar sola. Y no se equivocaba, al poco andar se topó con unos extraños frutos de color anaranjado y sin pensar si era venenoso o no, lo mordió. El frutó estalló cubriéndola de su jugo y soltó un bufido molesta, sabía bien pero si eso iba a pasar cada vez que intentaba comer una, iba a ser una molestia.
- ¡eríasbed porbra etos Key! Mi drema los donma praa dosto nostroso – al escuchar otras voces no se escondió en la copa de un árbol sujetando su cabello para que no flotase fuera del follaje.
Eran unos seres extraños, cubiertos de un pelaje violeta, ojos rasgados muy parecidos a los felinos, pero con esas marcas más parecían mapaches. Eran siete en total todos conversando animadamente mientras arrastraban la madre y sus dos crías con una red, la criatura gritaba desesperada moviéndose furiosamente para librarse de sus captores y los bebes lloraban por su madre.
- no se preocupen, yo los liberaré – y de paso les jugaría una broma a esos seres.
De forma veloz voló hacia los aun no conocidos ravonnianos tomando ambas redes y escapando con su contenido antes de que siquiera lo notaran.
- ¡Al Zaca on Ates! – oyó gritar a uno, cosa que le hizo gracia; pero no había terminado con ellos.
Luego de soltar a las criaturas cogió tan rápido como pudo algunos de esos frutos explosivos y volvió a esconderse. Los cazadores se habían separado en grupos para encontrar la presa que se les había escapado, cosa que facilitaba su pequeña travesura.
Se escondió entre los árboles en cuanto encontró al primer grupo, la trampa estaba lista, hizo sonar unas ramas y los cazadores corrieron al lugar donde ella deseaba y entonces usando sus cabellos como extremidades extra arrojó las frutas hacia ellos llenándolos de aquel pegajoso jugo.
Los ravonnianos arrojaron maldiciones al aire a quien fuera que estuviera haciéndoles eso. Y eso se repitió con todos hasta que a Verdona se aburrió de ellos, pero para cuando ella ya había acabado el pelaje violeta ya no se notaba por la capa anaranjada que tenían encima.
Muy enojados y humillados los cazadores no tuvieron más remedio que volver a su aldea para poder quitarse todo ese ámbar ogia de encima.
- conque aquí es donde viven – sonrió Verdona mirando la aldea con una sonrisa traviesa y soltando una risa junto a los demás habitantes cuando vieron el estado de los cazadores – no se ven muy avanzados.
Apenas si usaban flechas y unos intentos de espadas, si una raza como los Galbangs los invadiera estarían fritos, por suerte muchas de las razas que conocían sobre el viaje interestelar eran pacíficas y no se entrometían con otras. Claro que habían exepciones, pero aun así.
- creo que encontré mi entretenimiento - se recostó sobre una rama como lo haría un gato. El resto de la tarde exploró su rutina diaria llegando a una conclusión - ¡Son muy aburridos!
Y vaya que lo eran, arar, recolectar, cazar, lo único que le pareció interesante en la vida de esos hombres-mapache eran esas peleas que realizaban en la arena. Escuchó a uno de ellos nombrarlo Ramakai, los guerreros se movían muy ágilmente y con destreza para esquivar y bloquear, esperando el momento indicado para atacar a los puntos débiles. La anodita joven intentaba imitar los movimientos de combate que veía y digo intentar, pues cada vez que intentaba hacer esos giros más de una vez estuvo a punto de delatarse por las caídas que sufría al tropezar con sus pies.
Ya cuando el sol empezó a bajar robó algunos panecillos que se enfriaban en la ventana de una de las chozas (junto a algunas almohadas) y se retiró a su escondite en el acantilado, no podía acercarse de noche ya que su cuerpo brillaba mucho por el maná, sería como poner una luciérnaga en una habitación oscura.
- Me pregunto cómo jugaré mañana – se dijo a si misma mientras le daba una mordida a uno de los panecillos anaranjados – esto está bastante bueno – volvió a darle otra mordida y así siguió hasta acabarse todo lo que había traído.
Con el estómago lleno y con la posibilidad de tener mucha diversión al día siguiente se quedó dormida sobre esas dos almohadas y el montón de hojas.
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El que la sigue la consigue...
Y antes de que me lo digan...NO, Kundo no esta enamorado de Verdona, esos dos se odian a muerte y ya verán por qué
HASTA EL PRÓXIMO LUNES!!
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Libres (Rookben)
Fiksi PenggemarBen Tennyson desde muy temprana edad ha sido un héroe, pero por ser ese heroe ha sacrificado muchas cosas. Rook Blonko, su planeta esta aislado de todo y de todos, no conoce nada más que su propio mundo y su mayor sueño es ir a las estrellas. adve...