Chris manejaba a todo lo que podía hasta la dirección que le habían enviado desde el teléfono de Robert, apretaba el volante y una parte de sí mismo se maldecía por lo estúpido que era al no avisarle a la policía, la otra parte le decía que no había tiempo para eso, que continuara hasta que tuviera en sus brazos a su amado.
Llegó a la dirección indicada, las luces de la casa que se encontraba frente a él estaban encendidas, ¿Eso quería decir que alguien estaba dentro?
Sacó su celular y marcó a la policía dándoles la dirección y explicándoles la situación, tenía que hacerlo. Al colgar, guardó su móvil y se decidió a investigar un poco por su cuenta.
Caminó hacia la casa con sigilo, se asomó por las ventanas pero al no ver a nadie decidió entrar a la casa, se dirigió hacia la puerta y se sorprendió cuando la abrió ya que no estaba cerrada con seguro.
Recorría los pasillos de la casa procurando no hacer ningún ruido pero se detuvo al escuchar sonidos provenientes de la habitación del fondo. Ahora que lo pensaba... ¿Por qué no había nadie?
Se acercó hasta la habitación del fondo, la puerta estaba emparejada por lo que se veía una luz amarilla saliendo del cuarto, de repente se detuvo en seco al escuchar la voz de Robert y de una persona que no conocía.
—¡Pensaba ser amable, pero al diablo con eso! —escuchó a aquél hombre hablar con ira.
—¡No sigas! —escuchó al castaño con desesperación en su voz y sobre todo con miedo.
Solo eso bastó para que sin pensarlo corriera hacia la habitación, ni siquiera se había puesto a pensar en lo que hubiera pasado si ese hombre tuviera un arma de cualquier tipo.
Abrió la puerta de un portazo y lo que vio solo hizo que su sangre hirviera en ira, un desconocido estaba a punto de violar a Robert, al amor de su vida.
No supo de dónde sacó mucha fuerza, pero sujetó al tipo por los hombros y lo arrojó hacia atrás, quería alejarlo de Downey.
Una vez que John cayó al piso desconcertado, Evans se le dejó ir como si de un animal se tratara y comenzó a golpearlo como si no hubiera un mañana. —¡No lo vuelvas a tocar en toda tu maldita vida! —gritó con enojo.
—¿Chris?
Evans finalmente se detuvo cuando notó qué John había perdido la conciencia, respiró hondo y de inmediato abrió los ojos por completo. —¡Robert! —giró su cabeza y ahí lo vio; recostado en el frío suelo con los pantalones abajo. —¡Robert! —repitió su nombre nuevamente y se acercó hasta el más bajo con preocupación. —¿Estás bien? —se arrodilló y ayudó a RDJ a levantarse, pero como ambos quedaron de rodillas Chris no pudo soportarlo y lo abrazó con cuidado, teniendo miedo de que se lo fueran a arrebatar.
—Chris... —dijo en un susurro, admitía que todavía temblaba un poco pero estar en los brazos de Evans lo ayudaban a calmarse. —Gracias...
El rubio rompió el abrazo y al instante observó todo el cuerpo de Robert buscando alguna herida, por suerte no había ninguna. —Gracias al cielo... —nuevamente abrazó a su castaño, agradecía haber escuchado sus instintos de no haber sido así hubiera llegado muy tarde.
—Chris... No quiero ser aguafiestas pero... ¿Podrías desatarme? —le habló con suavidad, sabía que el rubio estaba un poco alterado.
—¿Eh? —cuando Chris cayó en cuenta de que Robert tenía su pantalón y su ropa interior abajo, se avergonzó, por Dios, podía verle todo. Sacudió su cabeza mentalmente, no era momento de apreciar la vista o de pensar en cosas pervertidas, primero estaba Robert. —Ah, si... —lo desató.
—Gracias... —el más bajo se subió los pantalones y se acomodó la ropa. —Gracias, Chris...