Que esto nunca acabe.

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Terminé de comprar y me dirigí hacia mi casa con muchas ganas de estrenar lo nuevo que me había comprado. No solía ponerme vestidos pero esta era una ocasión especial y qué menos que ponerme algo femenina, maquillarme y peinarme decentemente.

***

Se pasó la tarde lo más deprisa que pudo, tal vez sería por los nervios o porque no quería que llegase la hora. Me vestí, maquillé y peiné. Me perfumé con la colonia más dulce que tenía y cerré la puerta.

Bajé por el ascensor, no tenía las piernas como para bajar escaleras, ahora mismo mis piernas son como dos gelatinas.

Esperé impaciente en la puerta y apareció Alex con su coche, me sonrió.

Salió de él y me abrió la puerta, todo un caballero.

Me senté cómodamente y olía a un perfume que me resultaba muy familiar, no le dí mucha importancia.

Entró en el coche y nos dirigimos hacia el restaurante.

Tardamos casi media hora, nunca imaginé que estuviera tan lejos.

En esa media hora estuvimos hablando y riéndonos mucho. Puso un disco de rap. Como era de imaginar, no ha cambiado nada en este aspecto tampoco, me empezaba a sentir bien y cómoda.

***

Sonó nuestra canción Amor y Odio de Natos y Waor. Esa canción me traía muchos recuerdos así que decidí quitarla pero quien iba a imaginar que él tambien fue a quitarla.

Nuestros dedos se rozaron y yo aparté la mano muy rápido, me dio como um chispazo o algo así.

Creo que la conexión si existe -dije riéndome mientras giraba mi cabeza para mirarle-.

Me sonrió y asintió con la cabeza. Se ruborizó, así que aproveché para cogerle de la mejilla y pellizcarle sin hacerle daño mientras le decía a lo ñoño 'que mono que se pone rojo'.

En realidad era bastante adorable, no se puede negar.

***

Llegamos al restaurante. Iba cogida de su brazo como si fuesemos una pareja feliz que lleva tiempo esperando este momento para pedirse matrimonio.

Me acomodó la silla y me senté. Bueno, más bien nos sentamos.

Llegó el camarero y mientras yo miraba la carta, Alex pidió dos Coca-Colas.

¿Qué te apetece cenar? -le dije-.

A ti -me contestó serio, mirandome fijamente a los ojos-

Giré la cabeza hacia un lado y empecé a reirme. Todo a su tiempo, tranquilo -le dije mientras le miraba con deseo-.

El camarero llego y...

¡¡PAAAAM!!

¿Qué cojones hacía este aquí? Le miré con cara de odio y él me miró sorprendido.

Cl-Clara... ¿qué haces aquí? -dijo parpadeando unas dos o tres veces consecutivas-.

Eso debería preguntartelo yo, ¿no crees? -le dije cortante- Pero tranquilo, no quiero tus explicaciones, ahora, como buen camarero que eres y ya nos has servido, puedes retirarte.

Alex me miró sorprendido y a él lo miró extrañado. Cuando el camarero se fue hubo unos minutos de un silencio intimidante.

¿Quién era? -preguntó Alex bastante preocupado-.

Sergio, mi querido y amado Sergio, el que me abandonó por otra -le contesté entre risas- no sé que le ví.

Ahora si me disculpas, voy al servicio.

Me fui sin que Alex pudiera decirme nada, pero no me di cuenta de que Sergio me siguió hasta el baño.

Me empujó para entrar conmigo en el baño y cerró la puerta con el cerrojo.

¿Qué quieres ahora? -le dije mientras me miraba en el espejo-.

La carta que dice que te he dejado por otra no la escribí yo -me giró para que lo mirase a la cara- Clara, creeme, no fui yo.

¿Por qué debo creerte? Era tu letra Sergio, recuerda que estuvimos juntos en la clase a la cual, ME ABANDONASTE. Es que tienes la poca vergüenza de decirme que estas con otra, cuando yo no me abro al amor, cuando sabes que me cuesta y tú fuiste tú quien me abrió los ojos para poder confiar... Antes fuiste tú quien me dejó pero ahora... ahora soy yo la que se va. - salí del baño y pegué un portazo-.

Llegué a la mesa y Alex me recibió con una gran sonrisa.

Que sepas que el portazo se ha escuchado hasta aquí, eh -dijo riendose a carcajadas-.

Me reí mucho con ese comentario. Lo siento, se me ha ido la fuerza por la mano.

***

Terminamos de cenar, todo salió bien, descontando la pequeña discusión que tuve con Sergio.

Nos subimos al coche y nos fuimos al lugar más alto de la ciudad, el cielo estaba despejado y hoy había lluvia de estrellas.

Empezaron a caer una a una y luego tres a tres y así hasta que el cielo se llenase de luz.

¡Pide un deseo corre! -me dijo Alex-.

Cerré los ojos y pedí el deseo.

Vi que Alex hizo lo mismo.

¿Qué deseo has pedido? -le pregunté-.

Ya se está cumpliendo, estoy aquí, contigo, viendo las estrellas. ¿Qué más se suele pedir? -dijo mientras me colocaba un mechón de pelo tras la oreja-.

¿Y tú? -me preguntó-.

Que esto nunca acabe -le contesté susurrándole cerca de la boca-.

Romance a corto plazo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora