Capítulo 12

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Ross y yo no habíamos hablado demasiado el día siguiente. La cosa estaba tensa. Y tampoco había hablado con Monty. Estaba enfadada con él, como si tuviera la culpa de todo.

Sin embargo, cuando me llamó casi por la noche, mientras estaba en el campus, decidí responder para no hacer las cosas peores.

—¿Se puede saber qué te pasa? —pregunté—. Hace dos días que me llamas todo el rato como un loco.

—¡Ya era de que me contestaras, joder!

Puse mala cara cuando noté su tono frustrado.

—¿Qué pasa? —pregunté, irritada—. ¿O no pasa nada?

—¿Por qué no has estado respondiendo? ¿Qué hacías?

—No hacía nada.

—Pues no tienes excusa para no responder.

Intenté no ponerme de mal humor —o de peor humor, más bien.

—Mira, Monty —dije lentamente—. Ahora mismo no estoy de buen humor como para hablar de esto.

—¿Hablar de qué? ¿Qué has hecho?

—¡No he hecho nada!

Porque interrumpiste, maldito Monty.

—¿Y por qué estás así? ¿Por qué te sientes culpable? —sonaba agitado—. ¿Qué has hecho, Jennifer?

—Dios mío —me froté los ojos—. De verdad, ¿qué te pasa? ¿Has hecho algo tú y tienes miedo de que haga lo mismo o qué?

—No he hecho nada, pero me da miedo que tú sí lo hayas hecho.

—¡Pues no lo he hecho, así que enhorabuena, has estado portándote como un acosador durante dos días por nada!

—¿Seguro que no has hecho nada?

—Tengo que irme —le dije, cansada—. Ya hablaremos.

—A partir de ahora, quiero que me respondas a todos los mensajes, ¿vale?

—No tengo que hacer lo que me digas. Eres mi novio, no mi padre.

—¡No es una petición!

Apreté los labios por el grito.

—¿Qué llevas puesto? 

—Voy vestida como siempre, ¿a qué viene eso?

—¿Qué estás haciendo? —preguntó—. ¿Qué harás esta noche?

—Te estás pasando —le advertí.

—¿Vas a ir a ver a ese Jack Ross?

—Eres un paranoico. Voy a colgar.

—Ni se te ocu...

Colgué el móvil y respiré hondo.

Habíamos pasado por fases paranoicas, pero nunca a ese nivel. No entendía qué le pasaba. Ni siquiera yo, que era bastante insegura, había llegado a ese nivel de celos.

Estuve a punto de soltar una palabrota cuando noté que mi móvil vibraba, pero me detuve en seco cuando vi que era Ross. Dudé un momento. Esa mañana apenas habíamos hablado y... ¿ahora me llamaba?

—¿Ross? —pregunté, descolgando.

—¿Tienes algo que hacer esta noche? —preguntó.

Parpadeé, sorprendida.

—Eh... no. ¿Por qué?

—Mi madre nos ha invitado a cenar. Will y Naya vienen. ¿Te vienes?

Antes de diciembre / Después de diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora