Estaba sola en el salón, tomándome una cerveza y repasando mis apuntes Lingüística. Estaba tan centrada en leerlos que no oí a Ross viniendo por el pasillo.
—Cuando te concentras mucho, te sale una arruga en la frente.
Me llevé una mano ahí al instante y él empezó a reírse.
—Es broma —sonrió inocentemente—. Pero ha valido la pena por tu cara.
—Qué gracioso eres.
Se sentó a mi lado y me robó la cerveza sin siquiera titubear.
—¿Qué haces?
—Estudiar Lingüística —murmuré, suspirando—. Tengo un examen en dos días y no me sé casi nada.
—A lo mejor, si te pusieras a estudiar antes... —empezó a insinuar, divertido, sabiendo perfectamente que me irritaría con el tema.
—Gracias por el consejo, papá.
Papi rico.
—Te están llamando.
Suspiré y giré el móvil para no ver el nombre de Monty, que durante la semana siguiente a la discusión había estado llamándome como un loco. Ross no había sacado el tema de lo que había pasado en ningún momento, cosa que agradecía profundamente.
Pero, en ese momento, era obvio que el tema iba a salir.
—¿Has pensado en bloquearlo? —sugirió.
—Si no puede entretenerse llamando, podría darle otro ataque de psicopatía y presentarse aquí —dije, cerrando la tapa del portátil y dejándolo a un lado.
—Yo defendería tu honor —sonrió él ampliamente.
—Intentaremos que eso no sea necesario —murmuré.
Justo en ese momento, llegaron Naya y Will. Ella entró en el salón y se quedó mirándonos.
—¿Ross no está gritando por la casa? —preguntó—. ¿Quién se ha muerto?
—Tu sentido del humor —sonreí, divertida.
Ross empezó a reírse mientras ella me sacaba el dedo corazón. Él y yo chocamos las manos mientras seguía riéndose sin un ápice de vergüenza.
—Bueno —Will sacó su móvil, sentándose en el sofá—. ¿Cenamos? Tengo hambre.
—Podemos pedir algo —murmuró Ross—. ¿Qué queréis?
—Vosotros no sé, pero Jenna y yo estamos a dieta —dijo Naya.
Me quedé mirándola, confusa.
—¿Yo estoy a dieta?
—Sí. Es que he decidido que quiero adelgazar y el trabajo en equipo hace estas cosas más fáciles, ¿no crees?
Me miré a mí misma. Era cierto que había engordado un poquito esas semanas. Era difícil seguir el ritmo de Ross sin engordar. No todo el mundo podía tener la suerte de poder comer lo que quisiera.
—Sí, vale —le dije—. Estamos a dieta. Oficialmente.
Naya aplaudió, entusiasmada.
Los chicos se quedaron un momento en silencio, intercambiando una mirada, como si les acabara de decir que era una espía rusa.
—¿A dieta? —repitió Will—. ¿Por qué?
—Para adelgazar, obviamente —le dije.
Sue había salido de su habitación y se sentó en el sillón, enarcando una ceja al oírnos hablar de dietas.
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Antes de diciembre / Después de diciembre
RomantizmPRIMER Y SEGUNDO LIBRO [Primer y segundo libro ¡publicados en papel! Esta es solamente la primera versión de ambas historias] Para Jenna Brown, su primer año en la Universidad suponía alejarse de su familia y sus amigos y enfrentarse al mundo por pr...