Capítulo 20

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Era raro ver a Mike sin hacer bromas. Había estado sumido en un extraño silencio toda la mañana. Incluso Jack empezaba a mirarlo con expresión extrañada. Creo que todos pensamos que se le pasaría al día siguiente, pero no cambió de actitud. Solo se quedaba mirando la televisión o su móvil. Supuse que sería por su padre y, cuando me dijo que no quería hablar del tema por tercera vez, decidí no insistir más.

Las clases se me habían hecho eternas —para variar— y había quedado con Naya para comer cuando apareció con Lana.

Mi reacción inicial fue de querer irme corriendo, pero lo pensé mejor y me acordé de que me había prometido a mí misma que me llevaría bien con ella. Aunque fuera por Naya o Jack. Así que me limité a esbozar una pequeña sonrisa y a mostrar cordialidad mientras las tres nos sentábamos en la cafetería de mi facultad.

Siendo sincera, creo nunca había oído a Lana hablando de algo que no fueran chicos con los que se había enrollado o sus decenas de viajes a Europa. Fue raro verla comentando algo de un trabajo de su clase. Realmente, cuando hablaba de eso parecía mucho más lista. Igual eso no tendría que haberme sorprendido tanto. Después de todo, Chris me había comentado varias veces que sacaba buenas notas. De hecho, muy buenas.

—¿Qué tal está tu hermano? —le pregunté a Naya al pensar en Chris—. Hace mucho que no lo veo.

—Como siempre —ella suspiró—. Sigue siendo un pesado con las normas. Pero un pesado entrañable.

—Recuerdo cuando estaba en la residencia —Lana sonrió—. Estuvo a punto de darle un ataque al corazón cuando se enteró de que Ross había escalado a mi habitación y había estado toda la noche...

Se detuvo al acordarse de que estaba ahí. Y, honestamente, creo que fue la primera vez que realmente parecía arrepentida de haberme dicho algo de Jack. Sus mejillas rojas me lo indicaron.

—Es decir... —empezó—. Hace mucho de eso.

—Sé que ha tenido otras novias antes que yo —le aseguré—. No me moriré por escucharlo.

Nos miramos la una a la otra un momento y, tras un instante de tensión, ella siguió con su historia. Casi pareció que no había ningún problema entre nosotras. Pero seguía sin tener mucha confianza en ella. Seguía recordando la fiesta de su residencia y todo lo que me había soltado.

Mi móvil vibró. Ugh. Monty. Estaba empezando a odiar su cara. Colgué sin responder. Ellas dos me estaban mirando.

—¿Monty? —preguntó Naya al ver mi expresión de fastidio.

Asentí con la cabeza.

—¿Ese no era tu novio? —preguntó Lana.

Y, por algún motivo, quise contárselo. Es decir, contarle lo que sabía Naya. Los peores detalles estaban reservados para Jack, que era el único que había visto mi moretón —que ya casi había desaparecido, por cierto. Lana tenía la boca abierta cuando terminé.

—¿Por qué no lo bloqueas? —me sugirió.

—Es capaz de presentarse aquí si ve que no puede llamarme —murmuré—. Es... increíble que todavía siga insistiendo.

—Sí, está claro que ya no te interesa —me dijo Naya.

—Lo sé. Pero se cree que estoy con Jack para ponerle celoso.

—Hombres —Lana puso los ojos en blanco.

Sonreí. Ella me sonrió. 

Qué momento más raro.

Y, gracias a ese breve momento, una idea malvada me vino a la mente. Tenía que aprovechar esa oportunidad. No sabía si volvería a encontrarme en una situación así de ideal con ellas dos. Así que hice algo de lo que... bueno... no me siento muy orgullosa.

Antes de diciembre / Después de diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora