Capitulo 14

4.1K 135 13
                                    

Los primeros rayos de sol me empezaron a pegar en los ojos, haciéndome mover de costado para intentar evitarlos, tenia sueño, no quería abrir los ojos aun, y también, tenia miedo de abrirlos y darme cuenta de que todo lo que había pasado anoche era había sido solo un sueño.

Estiré mi brazo, y con la mano empecé a buscar el cuerpo al que creí haber estado abrazando toda la noche, y tal como lo pensé, no estaba. Abrí mis ojos lentamente, para terminar de confirmar lo que ya sabía, Luisita no estaba, había sido todo un hermoso sueño, tan real que aun podía sentir sus caricias en mi piel, podía sentir como mi cuerpo extrañaba el contacto del suyo.

Intentando dejar de pensar, tome la almohada que estaba frente a mí, y la abrace fuerte, escondí mi rostro en uno de los huecos para evitar que las lágrimas comenzaran a salir, pero fue inútil, pronto comencé a sentir como la funda comenzaba a humedecerse. Suspire profundo, pretendiendo así bajar el nudo que me estaba cortando el aire, pero no fue buena idea, no solo mi mente estaba en mi contra trayéndome recuerdos de algo que nunca paso, si no que mi olfato me hizo sentir el perfume de Luisita, ¿acaso me estaba volviendo loca?

Agarre la almohada, y la tire lejos de la cama, un ruido a cubiertos me hizo asustar y sentar de golpe en la cama.

- Perdón, te asuste?

- Luisi? No no, perdóname vos, ¿te pegue con la almohada?

- Por suerte no, si no el desayuno terminaba en el piso.

Ella comenzó a caminar con la bandeja en sus manos hacia la cama, y yo no podía despegar mis ojos de ella, ¿realmente esto estaba pasando?

Se sento a mi lado en la cama con sus piernas entrelazadas, y puso la bandeja adelante suyo – Seguro estas bien?

- Si si, estas... hermosa.

- Que decis! Disculpa que te agarre esta remera, fue lo primero que encontré cuando me levante, y discúlpame también que me tome la atribución de ir a preparar el desayuno, pero me habia empezado a agarrar hambre.

- No tengo nada que disculparte, me encanta que hayas traído el desayuno a la cama, bueno, en realidad exagero, si hay algo por lo que me tenes que pedir disculpas.

- Por qué?

- Porque todavía no me diste mi beso de buenos días.

Ella sonrió, poso una de sus manos en mi mejilla y mientras dejaba pequeñas caricias con su pulgar en el lugar, atrapo mis labios en un beso lento y tierno. Se alejó un poco, yo seguí en la misma posición con los ojos cerrados, con mi cerebro aun debatiendo si esto era tan real como lo sentía.

- Ahora si son buenos días – Le dije, abriendo mis ojos mientras dejaba salir un suspiro.

Ella sonrió de forma coqueta y mordió su labio, volvió su vista a la bandeja y tomo una tostada – ¿Queres con queso? ¿Mermelada? ¿Las dos cosas?

- Con queso por favor – No podía dejar de mirarla, estaba tan hermosa con mi remera holgada, su pelo enroscado en un rodete, y su rostro sin una gota de maquillaje, era... perfecta. Una sonrisa se empezó a dibujar en mi rostro mientras la veía con la paciencia y dedicación con la que untaba la tostada, intentando no dejar ni un solo milímetro sin cubrir con el queso. Cuando termino su laboriosa tarea, me la paso.

- Porque te reis?

- No me rio, me sonrío, y es que me da mucha ternura verte untar una tostada. – Vi como los primeros colores empezaban a tonalizar sus mejillas.

- Tonta, es como un toc que tengo.

- Me encantan tus tocs, y espero conocerlos todos. – Ahora fui yo la que tome su rostro con mi mano libre, y le deje un bastante sonoro beso sobre sus labios.

Enseñame lo que es el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora