Capítulo 34. El equipo más fuerte.

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Capítulo 34. El equipo más fuerte.

Si me lo preguntan, el divorcio es una de las cosas más imbéciles que ha inventado la Humanidad. ¿Por qué? Pues porque no entiendo para qué cuernos se va a casar uno si después se va a querer separar. ¿Cuál es el caso de gastar tiempo, dinero y esfuerzo en una ceremonia tan inútil como lo es una boda para que en unos cuantos años mandes a tu esposa (o esposo, yo que sé) al carajo con una patada en el trasero? Mejor agarra ese dinero para invertirlo en algo mejor, como en mantener unido tu matrimonio, ¿no? Pero bueno, yo qué voy a saber de eso, tengo 14 años y ni siquiera tengo idea de cómo conseguir que la pelirroja de mis sueños me haga caso, mucho menos voy a saber cómo mantener unidas a dos personas casadas.

En fin, retomando el hilo que dejé inconcluso el capítulo pasado, mi madre se peleó con mi padre y tanto Benji como yo tememos que ellos se vayan a divorciar. Justo cuando la doctora Del Valle pasó echa una furia a nuestro lado, el gran Genzo Wakabayashi se dio cuenta de que nosotros escuchamos toda la pelea campal que mantuvieron y suspiró, agotado. En ese momento él lucía muy acabado, como si le hubiesen caído encima los muchos años que el deporte constante le estuvo ahorrando y, sí, tengo que admitirlo, sentí cierta lástima por él. Bueno, no, lástima no, dice mi madre que la lástima no es buena, más bien sentí compasión. Ichimei, el reformado, se quedó paralizado sin saber qué hacer así que estaba a punto de decirle que regresáramos después cuando mi padre nos habló.

– No sabía que estaban ahí, Daisuke e Ichimei –dijo el gran Genzo Wakabayashi, quien hizo un esfuerzo enorme para hablarnos con normalidad–. ¿Qué necesitan?

– Sólo veníamos por jugo –respondí, entendiendo que él quería comportarse como si nada hubiese sucedido. Se me olvidó que Benji quería una soda pero, ¿a quién le importaba en ese momento?

– Claro, pasen. –Mi padre se levantó y abrió el refrigerador para sacar un par de los muchos envases individuales de jugo que tenemos ahí–. ¿Cualquier sabor está bien?

– Sí –acepté. Podría haberme dado jugo de brócoli y lo habría aceptado con mucho gusto–. A menos que Benji quiera otro sab...

– ¿Mamá y tú van a divorciarse? –soltó mi tarado hermano menor, interrumpiéndome.

¡Ay, camarada, buena la acabas de hacer! Tan bien que íbamos, nos quedaban menos de cinco segundos de plática y ahora vamos a aventarnos una terrible charla con nuestro padre, en donde seguramente nos dirá que, sin importar lo que ocurra, él siempre nos va a amar. ¿Para qué llegar a este extremo, caramba?

El gran Genzo Wakabayashi se detuvo a media acción, con dos jugos en la mano y el refrigerador a medio cerrar, y se quedó mirando fijamente a Benjamín durante algunos segundos antes de verme a mí con expresión de desamparo. Yo puse cara de disculpas, como si hubiese sido mi responsabilidad el evitar que Benji cometiera alguna estupidez y hubiera fallado, tras lo cual le di un codazo a mi hermano.

– Siéntense, por favor –nos pidió mi padre, señalando un par de bancos ubicados frente a la mesa central de la cocina– Me parece que tenemos que hablar.

– No pretendíamos espiarlos –me apresuré a decir. No creía que fuera buena idea hablar con mi padre sobre el divorcio–. Creo que sólo aparecimos en mal momento pero no tienes nada qué explicarnos.

– Me parece a mí que sí. –Él volvió a hacer un gesto con la cabeza y Benji y yo lo obedecimos–. ¿Qué tanto escucharon de la plática que tuve con su madre?

– Lo suficiente como para temer que ustedes se vayan a divorciar.- respondió Ichimei, el atolondrado.

– Más de lo que esperábamos –lo corregí–. Básicamente, que no están de acuerdo con el tratamiento de Aremy.

Boku wa Wakabayashi Daisuke: Renewal [Captain Tsubasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora