Capítulo 39. El punto sin retorno.

185 17 144
                                    

Foto de portada: Lily de Wakabayashi.


Capítulo 39. El punto sin retorno.

¿Alguna vez han escuchado decir que, cuando uno está por morir, revive su vida cuadro por cuadro? Bueno, pues puedo asegurar que es cierto. Justo cuando mi padre me hizo la pregunta que yo más temía escuchar, me vinieron a la mente escenas de mi tierna infancia: escenas en donde corría con Mijael por el amplio prado de una casa, ya no recuerdo si la suya o la mía, mientras los dos nos reíamos con la inocencia de quien no sabe lo que le espera. También recordé un día cualquiera en donde estaba sentado a la mesa de la cocina de mi casa, comiendo pan con mermelada de frambuesa y un vaso con refresco de naranja; no habré tenido más de cuatro años porque los gemelos estaban siendo alimentados por mi madre en sus altas sillitas de bebé. Y me acordé también de las muchas ocasiones en las que lloré aterrado por el maldito paraguas embrujado de mi clóset. Y hablando de ese paraguas: ¡habría dado lo que fuera por enfrentarme a un tsukumogami de verdad en vez de a la ira de mi padre, al menos tendría más oportunidades de salir con vida de eso! Por cierto: ¿será que mi papá, al morir, se convertirá en un fantasma gruñón que se paseará por toda la casa diciéndome que "debo jugar para Japón"? ¿Me jalará los pies por ser un mal hijo? ¿Arrastrará cadenas por toda la mansión para recordarme mis pecados hasta que me muera? ¡Maldita sea, no es momento para empezar a divagar, concéntrate, piensa en una manera de salir de este aprieto con todos tus huesos íntegros!

— Daisuke, se hice una pregunta —repitió el gran Genzo Wakabayashi, con tono glacial. Había tanto silencio en la habitación que se podía escuchar hasta el ruido que hacían las hormigas que caminaban en el jardín—. ¿Por qué el entrenador Margus de la Selección de Alemania me ha dicho que te ha invitado a jugar para su equipo?

Y mi maldita lengua se negaba a reaccionar. Yo, que siempre tengo respuestas altaneras y cínicas a la mano para contestar rápidamente, sobre todo cuando se trataba de hacer renegar a mi padre, me quedé en blanco en ese momento. ¡Si tan sólo me lo hubiera visto venir! Además del miedo que tuve (porque sí, lo reconozco, tenía muchísimo miedo de mi padre), sentía dentro de mí una rabia sorda por el hecho de que el entrenador no me hubiese dado tiempo de hablar primero con el gran Genzo Wakabayashi. ¿Por qué no esperó a que yo lo pusiera sobre aviso? Pero mientras me hacía esta pregunta en mi interior, una vocecita odiosa me dijo que todo era culpa mía por haber sido tan cobarde y haber esperado tanto para hablar con papá, porque tuve muchas oportunidades para contarle las cosas al gran Genzo Wakabayashi y no lo hice.

"¡Cállate, maldito cerebro y mejor dime qué vamos a hacer!", pensé.

"¿Vamos? Éste es tu problema, yo ya me voy. Ahí te ves", me respondió mi estúpido cerebro, dejándome una vez más en blanco.

— ¡Daisuke, contesta! —gritó mi padre, haciendo saltar a Jazmín—. ¿Por qué Manfred Margus ha dicho que piensas nacionalizarte alemán? ¿En qué momento sucedió eso y por qué demonios no estoy enterado?

Sentí sobre mí las miradas de mis hermanos: Jaz me contemplaba con lástima y temor, lo cual aumentó mi angustia. Ni siquiera mi hermana mayor, la única que tenía el valor para enfrentarse al gran Genzo Wakabayashi, se atrevió a interceder por mí. Pero entonces mi mirada se desvió hacia Ichimei, el valeroso, y me sentí avergonzado sorprendido a la vez: en los ojos de mi hermano había una notoria recriminación por no haber hecho lo que se suponía que debí de hacer hacía mucho tiempo. Benji parecía estar pensando algo como "¿Por qué no le has dicho nada a nuestro padre, maldita sea? ¿Por qué eres tan cobarde?" (Bueno, esto tal vez me lo imaginé pero me lo merecería de ser verdad), y eso me causó tanto impacto que eso me hizo reaccionar. Una vez más era mi hermano menor el que tenía más aplomo que yo para responder a una situación de estrés y ayudarme a tener valor. Benji, hermano mío, serás grande cuando crezcas, no me queda duda de que alcanzarás todas tus metas, no como tu miedoso hermano mayor que es más gallina que Shinji Ikari, de Evangelion.

Boku wa Wakabayashi Daisuke: Renewal [Captain Tsubasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora