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18. "Polvo de engaño"

La traición siempre había sido sinónimo de placer, de peligro y de bienestar para quien la practica y soledad con tardes mojadas para la víctima, a nadie le interesaba la víctima, tan patética por llorar por algo tan común como la traición, tan inútil por no poder ofrecer más.

O al menos así lo creía la familia paterna de Elizabeth.

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Elizabeth no vio venir el golpe que le habían dado. Abelard no la estaba buscando porque la siguiera amando, la buscaba para poder restregarle en la cara como se había burlado de nueva cuenta de una mocosa que se dejaba llevar por sus emociones. Lo siguiente en la cena fue a todos divididos en facetas, El rey Santiago no sabía que expresar, por un lado estaba su hija a la cual había criado para esto y meses antes de que se cumpliera su destino, llegó su sobrina a la cual por respeto a su hermano debía dejarla tomar su derecho al trono y seguía pensando en cómo decir esto al Consejo y el Parlamento, que seguro harían un arreglo al igual que lo hicieron con su hermano y él. La reina Helena estaba muy frustrada, aunque debería estar alegre puesto que estaban haciendo lo que ella quería, quitarle el lugar a Elizabeth. Carlos miraba a Harry tratando de averiguar qué harían con lo que era su plan de dejar fuera a Elizabeth del plan. La antigua reina estaba más que contenta que su nieta se fuera a casar más rápido que la mismísima Elizabeth y eso claro que se traducía que primero en tiempo, primero en derecho, lo de la alianza con Estados Unidos lo resolvería después.

Mientras que que Elizabeth solo podía fingir prestarle atención a Harry y en como la sopa estaba demasiado deliciosa, ella ya ni sentía el sabor de la comida, veía como Abelard le sonreía a Guadalupe y se le rompía un poco más el corazón.

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Alicia cepillaba el cabello de Liz mientras veía como ella no se movía hace muchos minutos, solo veía al techo y dejaba caer su larga melena para que pudieran darle una forma de ondas más fácilmente. El sol le daba en el cuerpo una vez que ella se levantó desnuda y caminó hacia su vestidor, donde eligió un conjunto de traje negro para verse impotente ante Abelard, el Parlamento y Guadalupe. Después de la cena bochornosa, ella decidió que quitarle la corona no iba a ser fácil para quien la quisiera. Colocó sus lentes negros al salir del castillo, Eleazar la acompañaba detrás de ella para poder manejar la camioneta que la llevaría al centro donde se tomaban las decisiones de este rango. Miró por la ventana a las personas que cruzaban la avenida cada vez que paraban en un semáforo, tenía su mano en puño debajo de su barbilla, miraba con aburrimiento la ventana, por primera vez sentía un poco de miedo a perder su poder, su prima se casaría primero y hoy podría de alguna manera convencer a todos que ella es la mejor opción.

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Estas clases de cosas en un punto llegaban a ser aburridas, ella estudiando la carrera de derecho sabía que la mayoría del trabajo es formalidad y papeleo, espero una dos horas enteras en la que se leía los términos de por qué se reunió a todos en esta junta real y por qué Guadalupe proclamaba su derecho, que al parecer de Elizabeth no era coincidencias. Los reyes de Estados Unidos acudieron a este conflicto, su trato también estaba en juego, ellos velaban por lo que sucedería con Elizabeth y lo que surtiera de aquí (según Harry) culparan de todo a Liz. Ya se había dado cuenta de eso ayer, cuando recibió múltiples pláticas con el Consejo donde se le pedía mantenerse en la corona, incluso su padre la visitó esta mañana en su recamara para decirle que todo estaría bajo control mientras ella no cediera.

—He sido criada justamente para la corona desde que nací y aunque hoy no es seguro mi lugar, puedo decir que la mejor opción para llevar este país soy yo.— Elizabeth miró a todos para demostrar que ella no bajaría la mirada ante tantos ojos, que ellos no la intimidaba.

Corona de Vergel |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora