El cuchillo brillaba tenuemente y eso hizo que sus ojos cobraran un resplandor hermoso. Sólo quería acariciarla, saber si su rostro se sentía tan suave como parecía. Su mirada era dulce. Incluso me recordaba a alguien más. ¿A quién? Un momento, ¿por qué tenía un arma con tanto filo entre sus manos? Parpadeé y ella perdió la sonrisa un segundo, luego me devolvió una más radiante. Mi corazón saltó en su sitio. Su cabello liso vibraba ligeramente con el viento. Me atravesó una punzada de decepción, esperaba que fuera rizado. ¿Por qué esperaba rizos?
Sin embargo, no pude pensar mucho más pues sus dedos rozaron mi pecho y perdí la noción del tiempo. No es que la tuviera antes de eso. Toda mi descripción sobre ella perdiendo y recuperando su sonrisa probablemente no demoró más de dos segundos.
El arma retrocedió en su brazo y admiré su agarre, lista para atacar. Era genial.
—¡No!
El cuchillo silbó a unos milímetros de mi brazo y falló por poco su objetivo. Alguien me desequilibró y caí al suelo. El dolor en las rodillas me hizo reaccionar. Me sentía mareado, como si acabara de despertar de una siesta.
Frente a mí, el hada se había clavado su propia daga en el estómago. Lo recordé todo y se me cortó el aliento al darme cuenta de que había estado tan cerca de morir. James estaba de pie a mi lado, con el cabello alborotado y en posición de ataque. El eco de su voz recitando un hechizo de manipulación flotó hacia mi consciencia.
El hada palideció de forma alarmante mientras sus delgados dedos revoloteaban alrededor de la empuñadura.
—No caíste —le dijo a James como si llevaran un buen rato hablando casualmente.
Él parpadeó, sin quitar la vista de la mancha de sangre que empezaba a extenderse por el fino abdomen del hada.
—No —logró decir después de un buen rato. Se acercó a ella, como decidiendo que no podía tener nada que temer—. Lo siento, linda, pero te ibas a deshacer de mi amigo.
—De los dos —corrigió ella siguiéndolo con sus rasgados ojos verdes mientras James acortaba la distancia.
—Sí, eso pensaba —James sonaba indiferente, casi burlón. Cuando estuvo a su lado, la contempló desde lo alto. Ella frunció la nariz.
—Olor de obsesión reciente —le siseó—, por eso mi encanto no funcionó sobre ti.
James soltó una gran carcajada.
—No es culpa mía, sino de una hermosa vampiresa, puedes creerme.
Al hada se le desencajó el rostro, ¿o era mi imaginación?
—Eres un idiota.
—Chica lista —dijo James antes de posar su mano sobre el mango de la daga y tirar de ella. La sangre brotó como un río contenido por un dique y finalmente liberado.
Los ojos del hada perdieron brillo y, en cuanto se cerraron, su rostro adquirió una suerte de beatífica paz. Solo hubo un problema: en cuanto eso pasó, su cuerpo empezó a sacudirse. Cuando logré reaccionar, estábamos en medio de un campo repleto de energía demoniaca.
—¿Qué carajos…?
Lo detuve con una mano, señalando con la otra al hada, de cuyo cuerpo aún parecía surgir la niebla. Su cuerpo se retorcía como presa de una feroz epilepsia. Con cada espasmo, más niebla nos rodeaba. Con cada sacudida, su cuerpo se volvía más dorado, como si estuviera vaciando un recipiente.
—Eso es niebla demoniaca —dijo James con la voz estrangulada—. ¿Qué está pasando aquí?
Ningún hada oscura liberaba energía demoniaca al morir. Y ciertamente no recuperaban el aspecto de un hada normal. Poco a poco dejó de moverse. Sus alas temblaron débilmente antes de apagarse por completo.
Tal vez James me había contagiado el quedar prendado de cosas que intentaban matarme, pero no pude evitar sentir pena por ella. No debería estar tirada en el bosque, apuñalada por su propia arma, con los labios cada vez más azules, con la fragilidad de una mariposa. Chasqueé los dedos, y el fuego estuvo en mis dedos un segundo después.
—No la quemes, Kyle —me advirtió James—. Esta chica no tenía nada malo.
—Intentó matarme.
—No, esto lo hizo —me señaló la energía demoniaca.
Mis ojos se negaban a creerlo pero no había caso. Él lo había visto. Yo también. Y no por primera vez, aunque supongo que este último dato no había necesidad de contárselo a las autoridades.
—Bien —me rendí—. ¿Qué haremos?
—Volvamos a Diringher. Tenemos que decírselo a Rushton.
—Pero Irina dijo…
—Lo acabas de ver con tus propios ojos. Esto necesita ser investigado.
—¿Vas a ir en contra de algo que Irina recomendó? —dije sorprendido. Antes hubiera creído que ella lo besaría. Recordé Halloween… oh, mierda.
—Vamos Kyle, cada instante es valioso.
Estábamos a punto de dar la vuelta, cuando un grito rompió el silencio.
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Dos capis más!
Obviamente Kyle se merece una muerte más divertida que esta!
Ya pronto se va aclarando todo ^^
Saludos!
Vale
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La marca del lobo (Igereth #1)
FantasyGanadora Premios Watty 2014!! Él: El nuevo rompecorazones del instituto. Ella: La piedra en su zapato y la chica más peligrosa que podrías conocer. Sus amigos: Los testigos de una historia que, de repente, empieza a ir más lejos que la extraña vida...