Cómo controlar el dolor

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Lunes

Will y yo íbamos para la escuela de baile. En unas semanas se expondrían los resultados de quién entró en que universidad por qué beca. Casi no quedaba gente en el estudio. Era verano, así que la gente se iba de vacaciones, salía con los amigos, etc.

Sólo había una chica y un chico conversando animadamente en la barra. Nos saludaron cortésmente y siguieron a lo suyo. Nosotros dejamos las mochilas a un lado y nos dispusimos a estirar.

-¿Estás bien? Estás muy callada.-me dijo él-

-Si. Sólo estoy pensando en que solo debo hacer por si los directores de alguna universidad vienen a vernos.

-¿No estás ya decidiendo?

-Si, pero si alguno tiene dudas aún puede estar aquí hasta el viernes.-él asintió y observó al suelo mientras estiraba-

-Creo que deberías crear un solo con algún sentimiento que conozcas muy bien. 

-Lo he pensando.

-O sino, cuenta una historia.-

-¿Y por qué no las dos?-dije como respuesta-

Él levantó la vista y me miró sin comprender.

-Puedo contar una historia triste, o contenta, o mezclando varios sentimientos.-paré de estirar cuando me percaté de lo que acababa de decir-¿Qué tal si hago la historia sobre Kevin y yo?-él me observó aún más confuso-Si, un principio divertido, como nos conocimos. Y luego de intriga, las complicaciones que tuvimos, y luego...-él ya sabía lo que venía luego-La despedida.

-¿Y cómo la acabarás?

-Con un final feliz, claro.-Will arqueó las cejas-Qué prefieres, ¿un final triste?

-No, uno abierto.

-Odio los finales abiertos.

-Pues final feliz.

Al decir eso supe que habíamos acabado la conversación. Acabamos de estirar y empezamos a practicar cosas por separado. Giros, volteretas, etc.

Sólo hablamos un poco para preguntarnos el uno al otro que tal nos salía una pirueta, cosa de dos minutos.

Después de eso él se sentó contra la pared exhausto. Comenzó a hacer tanto calor que me quité la camiseta y me quedé en top, el hizo lo mismo con su camiseta. Se veía muy fuerte, con unos abdominales muy marcados. Cuando me pilló mirándole no puso una sonrisa de lado como solía hacer, sino que me mantuvo la mirada. Su mirada me pesaba tanto que tuve que apartar la vista.

Me miré en el gran espejo del estudio. Tenía ojeras y mis ojos ya no brillaban tanto. Todo el asunto de Kevin y mi padre me habían cambiado. Mi madre me lo había comentado; ya no era la misma, ya no transmitía luz.  Comencé a hacer giros para alejar esos sentimientos de mi, pero en vede desaparecer me transformé en un tornado, absorbiéndolos todos de nuevo. 

Paré cuando noté que me mareé. Miré a Will, me observaba con una expresión de pócker indescifrable.

-¿Sabes cuantos giros has hecho?-me preguntó después de un momento-

-No lo he contado.-respondí un tanto confundida-

-22 normales, 5 de subida y bajada, 5 con la pierna doblada, 8 con la pierna elevada del todo, 10 rápidos, 3 en el aire y dos para aterrizar, sin contar el último que hiciste más lentamente.-se quedó un momento callado-Yo en tu lugar, al haber acabado los normales, ya me habría ido a vomitar corriendo al baño. Cualquiera que te vea diría que te concentras tanto que llegas a hacer esto, pero no. Te lo he visto reflejado en los ojos. No te concentras ni un poco, estás pensando en todo y nada a la vez. Utilizas el baile para huir de algo, lo que no sabes es que en vede huir de ellos, lo reflejas en tu baile.

El rebelde y la bailarina: A continuación...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora