La última prueba

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Llegó el gran día. Estaba detrás de las grandes cortinas color granate de cualquier escenario normal, pero hoy no era una actuación normal, era "la actuación".

Habían venido a verme mi madre y John, Kevin con su madre y su hermana, Will, que se encontraba a una distancia prudencial, con su amigo Chen, y mis amigos, claro está.

Los patrocinadores en la primera fila, familiares y amigos estaban en el medio y el resto de bailarines al fondo.

Estaba viendo la actuación de una chica, la cuál hablaba de cómo perdió a su amado en la guerra y ahora veía a su fantasma por todas partes. Era realmente conmovedora, y cada poco el pública aplaudía como loco.

Mi traje confeccionado a toda prisa por una amiga de Isobel se iba a llenar de sudor en menos que canta un gallo. Era de un plateado oscuro con piedras de un tono más claro desperdigadas por todo el vestido. Era realmente precioso, cuando viera a Isobel le daría de nuevo las gracias.

Otra chica comenzó a actuar distrayéndome de mis pensamientos. Esta metió algunos bailarines extra. Hablaba del bullying y de como lo superó. Dolía solo de ver como los bailarines la excluían y se reían de ella, o la saltaban por encima como si no la vieran. Quería ver como acababa, pero Isobel vino corriendo y llamó mi atención.

-¿Qué pasa?-dije en un susurro-

-Eres la siguiente.

-Lo sé, y estoy supernerviosa.

-Lo vas a hacer genial.

-Ni siquiera sabes de que va el baile, ¿cómo sabes que no me tropezaré y caeré o algo así?

-Por que siempre dices eso, pero nunca pasa. Siempre sales con miedo escénico, pero cuando te olvidas de la gente y simplemente disfrutas del acto de bailar, todo sale bien.

Asentí y suspiré.

-Tú puedes.

Me dio un beso en la mejilla y se dirigió al asiento libre al lado de mi madre. Le dijo algo al oído y las dos se rieron. Seguro que le había confesado mi temor a tropezar.

Cuando empezaron a mandar a la siguiente al escenario, yo ya estaba tranquila. Isobel tenía razón, justo antes de actuar se me iban los nervios. Atravesé las cortinas y contemplé todo el escenario, los asientos llenos y los patrocinadores.

Cerca del escenario había una mesa. A la izquierda estaba George, en el medio Carl y a la derecha Hal.

-Amelia Margarita Flores Campos.-maldito nombre. Algunos del público se rieron, incluso Carl aguantó la risa-

-Explícanos, ¿qué quieres expresar con tu baile?-dijo George con una sonrisa tranquilizadora-

-Bueno, mi padre murió hace poco. No digo esto para dar pena, sólo para expresar que es una especie de homenaje hacia él.-George asintió-Siempre estuve muy unida a él, pero un día las circunstancias cambiaron y él se fue. Me pasé enfadada con él mucho tiempo, y cuando retomamos el contacto, yo actuaba distante, pese a que él intentaba que todo fuera como antes. Él murió sin saber que yo le había perdonado, y por eso, sea dónde sea que esté, quiero que vea con este baile que le quería de verdad, aunque lo ocultara durante mucho tiempo. 

-¿De dónde sacaste la idea?-preguntó Hal realmente interesado-

-Bueno, al principio pensaba que él y yo no teníamos nada en común, pero después de su muerte he sabido de aspectos que, aunque parezcan tonterías, nos hacían iguales. Pero sobre todo el aspecto de que he tenido unos cuantos problemas últimamente, y e intentado superarlos de mil maneras, pero ninguna funcionaba. La única que de verdad le funcionaba a él en estos casos me ha funcionado a mi.-miré a John-Saber que estás rodeado de personas que te quieren y te apoyan, y darían lo que fuera por ti.-formulé un gracias mudo-

-¿Y crees que es una historia apropiada para esta situación?

-Ya sé que no es conmovedora, ni romántica, ni triste... No es una historia realmente difícil de expresar bailando. Aunque piense que no lo he estado meditando y la elegí al azar, no fue así. Aunque estuviera a tiempo de cambiarlo, no lo haría. Por que aunque no sea la historia perfecta, es mi historia.

Hal asintió satisfecho y Carl me hizo una seña para que me colocara en posición. Mientras me colocaba vi como George elevaba las cejas hacia Hal, riendo con la malhumorada expresión de este último.

Me coloqué en el centro de rodillas. Empezó a sonar la canción.

Apareció de entre las sobras un bailarín. Me tocó el hombro y yo levanté la cabeza. Le sonreí y él me ayudó a levantarme con los pies en punta.

El baile resumía todo lo que mi padre me había enseñado. A lo largo del baile íbamos conociendo personas y paisajes, él me enseñaba como hacer determinadas cosas (caminar, comer, etc.) y como hacerlo bailando.

Llegado el momento, volvía a desaparecer, y yo actuaba distante. Las flores que me había enseñado ya no olían igual. Los pasos que me había enseñado ya no me gustaban tanto. Ya nada era lo mismo.

Volvió a aparecer. Yo no me lancé hacia sus brazos corriendo, si no que él tuvo que convencerme para que volviéramos a bailar juntos. En un momento determinado apareció un perro, nuestro perro, y los dos jugamos con él, para luego estar más unidos que nunca. 

Terminé con una sonrisa en el rostro, al igual que él, pero entonces la música se fue bajando de volumen. A continuación hubo una escena que se quedaría en el rostro de todo el mundo. 

Yo estaba a un lado del escenario, de espaldas a él, admirando algo en el cielo, cuando se desmayó. Me di la vuelta y la sonrisa se borró de mi rostro. Fui corriendo, haciendo entre medias una pirueta y acabando arrodillada a su lado. Negué con la cabeza, pero igualmente el foco dejó de apuntarle. Se sumió en la oscuridad.

Todo el decorado se volvió de un color gris por culpa de los focos, acorde con el plateado de mi vestido. Ahora sabían como me sentía. Fui haciendo giros, piruetas, todo ello con una expresión de total dolor en la cara. Me caía una y otra vez (intencionadamente, claro) y hasta tal punto sentí el baile dentro de mi, una lágrima bajó rodando por mi mejilla.

Llegó un momento en que caí de rodillas. Todo parecía perdido. Entonces apareció de nuevo el perro (mi Darcy) y yo lo cogí. Me lamió la cara y yo me reí. Lo apoyé en una caja del decorado y se quedó allí sentado mirando.

En ese momento me había dado cuenta de que Darcy nos unía, mi padre aún me observaba, y no quería que yo estuviera así. Llegó el momento más difícil del baile. Fui corriendo hacia el medio e hice un salto, el salto más complejo de mi vida. Era girando en el aire y abriendo las piernas en frontal. Ya era difícil así, pero yo le incluí otro detalle. Tiré de la parte de arriba de mi vestido y se convirtió en un vestido amarillo con vuelo y diamantes por doquier.

Cuando caí y seguí haciendo giros noté los aplausos. Más bailarines salieron de entre las sombras mientras todo se iluminaba de colores vivos. Yo bailé con cada uno de los bailarines, que representaban a mis amigos y familiares. Todos bailaban a mi compás. Todos estaban felices. Todo había pasado.

Cuando acabé el baile todo el público se levantó y me vitoreó. George y Carl se levantaron al instante y me aplaudieron. Hal tardó unos segundos más, pero dejó su orgullo atrás y también se levantó. Cogí a Darcy de donde lo había apoyado y lo abracé. Le dije gracias mentalmente y luego subí la vista.

Sabía que me estaba mirando, y sabía que estaba orgulloso de mi. Era todo lo que necesitaba saber.

NOTA DE LA AUTORA

He subido estos tres capítulos seguidos por que quería que los leyerais y disfrutarais juntos, espero que os hayan gustado ;) 

El rebelde y la bailarina: A continuación...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora