Dolor

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Editado: 26 de mayo de 2019

Capítulo 46: Dolor.

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El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.

(Buda)

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Ciudad Aqua.

Dada a la inminente amenaza que se aproximaba, pobladores y acogidos acudieron inmediatamente a ocultarse en los refugios subterráneos que estaban en el castillo. Una vez reunidos, todos se engarruñaron desde su sitio, rezando por que se presentara un milagro; sin embargo, en lugar de eso, lo que sintieron fue un leve temblor que sacudió todo su espacio, haciendo que tanto polvo como pequeñas piedras se desprendieran del techo.

Debido al alboroto de la gente y de las vibraciones, la bebé Astrid y demás bebés y niños presentes comenzaron a llorar escandalosamente, para perturbación de sus madres y demás ocupantes que no podían hacer más que tratar de consolarlos.

—Ya, ya... es sólo un temblor, no pasa nada. —se decía Camicazi así misma mientras mecía a la pequeña bebé llorona entre sus brazos. —No pasará nada ¿Verdad? —preguntó viendo a Gothi.

La anciana asintió, siguiéndole la corriente, mientras abrazaba fuertemente al pequeño Eret Jr., el cual se encontraba muy asustado y sólo encontraba tranquilidad con su dragón Bolita, su abuelita Gothi y por supuesto con su mamá.

— Su majestad. —Interrumpió un guardia, que aun con todo el caos, se dirigió a ella con sumo respeto.

—¿Qué pasa?

—Ha llegado el momento, ya han llegado, unos monstruos han aparecido a unos kilómetros del castillo. —avisó con preocupación.

A las dos seid se les detuvo el corazón por breves segundos al escucharlo.

— Y... ¿El cielo? ¿Se ha visto alguna imagen en el cielo? —Preguntó la reina con temor.

—En cuanto a nuestros aliados no hay ninguna señal, la única imagen que ahora visible es la de la princesa de Noytrol con los elegidos que habían caído, y... están en nuestra contra.

Gothi y Camicazi se vieron entre sí, y de inmediato lo supieron, dedujeron que Draugr los había controlado, y para colmo, ahora era Astrid la que se tendría que enfrentar a todos ellos.

Dándole un vistazo a su pequeña llorona, para después imaginarse lo que pasaba en el exterior; a Camicazi no le quedó más que advertir a los refugiados sobre la situación, tanto para tomar más medidas de seguridad y en todo caso, para tratar de sobrellevar a los enemigos. Con la noticia, muchos hombres y mujeres que se encontraban ahí (que no eran guerreros) se prestaron para pelear en la batalla, no había de otra después de todo, ya que era esperar por un milagro o hacer ellos mismos que ocurriera.

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En algún lugar del mar.

El ejército de los aliados tanto en el mar como en el cielo se apresuraban para llegar al nuevo lugar de la batalla, ni los temblores que sacudían al mar detenía a aquellos que se transportaban por ese medio, ni menos a los que iban volando y que solo esperaban que esos temblores los acercara más rápido a sus destinos.

— ¡VEO TIERRA! ¡Tierra a la vista! —Gritó Gustav mirando por el catalejo.

—Sí, ya falta poco, ya falta poco. —susurró Eret entre dientes—Acelera más por favor, Scauldy. —pidió dándole energía a su compañero.

LA GUERRA DE LOS ELEMENTOS (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora